Con la paz no se juega

En medio de un confuso escenario político, llamó la atención la declaración del candidato Oscar Iván Zuluaga según la cual desistía del propósito anunciado reiteradamente de suspender el proceso de paz que se adelanta en La Habana y exigir a la guerrilla de las Farc un cese unilateral de fuego como condición necesaria para continuar con las conversaciones.

El nuevo anuncio fue el resultado del acuerdo que Zuluaga hizo con la candidata conservadora Martha Lucía Ramírez para que ésta lo apoyara en la segunda vuelta. Unas pocas horas después de la sorpresiva declaración, Zuluaga afirmó en Cali que no había ningún cambio y que mantenía las condiciones que siempre había señalado, las cuales conducirían irremediablemente a la terminación del proceso. El cuadro se cerró con el “destape” de Zuluaga, quien le dijo al portal La Silla Vacía que en su opinión en Colombia no hay un conflicto armado sino una amenaza terrorista, con lo que cierra cualquier posibilidad de adelantar una solución negociada para terminar el conflicto.

El mayor cambio conceptual entre el Gobierno de Uribe y el Gobierno de Santos fue precisamente el reconocimiento de la existencia de un conflicto en Colombia, que es además la base para el reconocimiento de los derechos de las víctimas.

La afirmación de Zuluaga significa regresar cuatro años en un tema que es crucial para el futuro de esta sociedad. La posición del candidato del Centro Democrático en materia de terminación del conflicto ha sido variable y errática: el día de su proclamación como candidato anunció el rompimiento del proceso, e incluso dijo que la terminación debería hacerse ya y no esperar más; después dijo que lo suspendería para poner condiciones inalcanzables; ahora que no hay conflicto previo anunciar que haría una evaluación y lo mantendría por algún tiempo.

Los virajes de Zuluaga en este, el tema más importante de la campaña, lo dejan mal parado. La imagen que ha querido construir de ser un hombre serio la desvirtúa totalmente con estos bandazos que parecen más calculados por arrancar aplausos de “la galería” que el resultado de un análisis sensato del contexto y del momento.

Colombia no puede darse el lujo de tirar por la borda los avances hasta ahora ha logrado en materia de reparación de víctimas y menos de los acuerdos hechos con las Farc para terminar la guerra. Nunca se había avanzado tanto en una negociación con la guerrilla. Lo que hay es que preservar el proceso, incluso porque fuentes de La Habana señalaron que a partir del resultado electoral los voceros de la guerrilla esperan a los negociadores del gobierno el próximo martes con una intención de suspender temporalmente el proceso dada la incertidumbre de la negociación si resultare elegido Zuluaga.

De ello ser cierto estaríamos en una crisis anticipada que dejaría ver los efectos perversos de “negociar solo” poniendo a las Farc todo tipo de condiciones como si fueran posibles de un día para otro.

A la par que se asoma esta crisis, se ha desatado en Colombia una especie de plebiscito en favor de la paz, al cual han acudido diversos sectores políticos. Ojalá crezca ese apoyo para que el que resulte elegido como Presidente no se le ocurra terminar un proceso que es claramente la única salida que puede tener.