Con Blanca Ligia la del parque

LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS

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A raíz de mi columna sobre el “recinto ferial” en que lo han convertido al parque Caldas, volví por esos lados y encontré a Blanca Ligia, personaje que frecuenta por ahí. Ella daba la espalda al parque mientras con su boca de rojo pintada, hablaba con locura a las paredes blancas de la Alcaldía.

Gritaba que los señores alcaldes no figuran en las noches de la danza de los cuchillos, la de aquellos pandilleros que distinguí el 29 de septiembre en mi parque Caldas a la media noche: danzaban con brazos abiertos al son de música oculta, sus cuchillos al enemigo querían alcanzar, mientras en la esquina otros escudriñaban en bolsas de basura, botellas de vidrio que con puntería ensayada lanzaban al rival. ¿Y la policía? interrumpí, pues señora, contestó, llegaban cuando me iba.

Blanca Ligia mentando la madre continuó: a mí la danza de cuchillos que me gusta es la de mesa larga en la galería Bolívar, allí bolean cuchillo cortando patas de puerco o de vaca, mientras devoro gallina criolla o los viernes caldo de ternero que es un fetico de vaca que nos gusta a los raizales. Dicen que don Onasis el griego pagaba como 1000 dolaritos por uno de esos, mientras yo con unos pesitos que en el parque recojo me zampo un suculento ternero.

Ay mija, continuó diciendo, lo que oigo en el Bolívar es que no saben por qué alcalde alguno no mete colmillo al mercado, tan bien ubicado que está, uuuyyyy allí sería del putas un ´proyepto´ chévere, donde las doñitas vuelvan a comprar como locas y a comer estos condumios. Y ¡qué tal el río Molino de vecino bien limpito pa´ que no se inunde!

Blanca continuó imparable: que dizque los doctores alcaldes dicen que hay trámites en los Ministerios de Cultura por allá por las Bogotás, que son demorados y en gonorrea. ¡Engorrosos querrás decir!, le interrumpí, bueeeno…siii…pero es que si alguno se faja bien los calzones o la falda si es mujer, podría iniciar el papeleo en la capital pa´que el próximo alcalde con todo listico, lave la cara a la galería y a todo el sector, ¿te imaginás?, ver de un lado el parque Mosquera hecho una uva, y del otro un reverdecido parque Bolívar que ahora le dicen Carlos Albán. ¡Y qué carajo! hasta los doctores que traen turistas por el puente del Humilladero, podrían pasear y comer por allá.

Sí, dijo Edgar Flores, arquitecto que estaba cerca: eso ocurre en mercados tradicionales como en Filadelfia o Ciudad de México. Tan importante es la huella de los mercados en las urbes, continuó Edgar, que el premio Bienal de Arquitectura a la Investigación, 2018, fue otorgado al libro: ´Primer mercado cubierto en Bogotá´ del arquitecto William García.

Pero Blanca Ligia seguía mirando la pared, nooo… ni pa´ que te cuento… que dizque alcalde elegido ya en su despacho posesionado, cuelga los guayos de arreglar la galería que tanto ofreció; y la misma vaina con todos, el mercado sigue en la inmunda. No se dan cuenta que si entre varios alcaldes hicieran obra nueva en el mercado, nosotros podemos enganchar medallas en el pecho de todos, y con chirimía y procesión del Amito festejar.

Fue cuando se oyeron aplausos de personas que corrillo habían formado a Blanca Ligia, algunas le extendieron monedas, ella sonrió escondiendo el lado mueco y se alejó cojeando y gritando: vamos, vamos a la Casa de la Moneda, a la primera feria de Popayán Ciudad Libro, ¡todas las ferias no van a ser en el parque!, remató, mientras guardaba la plata en el bolsillo.