Nota de Redacción. Esta sesión tiene el propósito de presentar semanalmente una conversación del director del periódico, Danilo Reinaldo Vivas Ramos, con diferentes actores sociales, económicos, políticos, académicos, artísticos, culturales de Popayán y del Cauca para hacer conocer, de boca de ellos mismos, sus realizaciones y perspectivas en las actividades que adelantan, con el fin de saber cómo estas generan impactos para el desarrollo colectivo e individual. Así mismo, brindar un espacio para compartir, sus puntos de vista sobre el acontecer local y/o regional.
Esta conversación versará sobre la importancia y necesidad que tenemos quienes vivimos en esta región, de entender la causalidad de nuestras dificultades y problemas a fin de transitar el camino del reconocimiento mutuo, en una región pluriétnica y multicultural, que nos permita converger hacia la construcción de un proyecto colectivo de vida.
En esta oportunidad contaremos con un profundo conocedor de Popayán y del Cauca, en condición de consumado payanés y el haber estado permanentemente vinculado a distintas actividades en pro del desarrollo de la región, así como de ser su embajador a nivel nacional e internacional. Consumado lector, escritor, conferencista, exquisito conversador y sin igual observador de las realidades y cotidianidades de los payaneses y caucanos, lo que le ha permitido adentrarse con mucha propiedad en nuestra idiosincrasia y desde ahí visualizar nuevos horizontes para un territorio que parece haberse detenido en la historia y que hoy tímidamente trata de asomarse al futuro. Se trata del Dr. Gustavo Wilches Chaux, payanés en todo el sentido de la palabra.
DANILO REINALDO VIVAS RAMOS: (DRVR) Nos encontramos gratamente con el abogado de profesión, dedicado hace más de cuatro décadas a temas de gestión ambiental, gestión del riesgo de desastres y cambio climático; escritor y persona profundamente comprometida con su ciudad natal Popayán. ¿Nos puede decir quién es Gustavo Wilches Chaux?
GUSTAVO WILCHES CHAUX: (GWCH) Muchas gracias, apreciado Danilo, por tu grata invitación a que sostengamos esta conversa. Muy resumidamente me presento: soy Exalumno de la Universidad del Cauca (1977), tanto de nuestra Alma Mater, como de esa otra Universidad -de esa Escuela de Vida- que es el Cauca, ese Departamento que, como escribí alguna vez, tiene una extensión de 30.000 kilómetros cuadrados “en los que cabe el resumen del mundo”. Y agrego, además: Exalumno del Terremoto de Popayán (1983), Exalumno del Terremoto de Tierradentro (1994), con posgrado en el Terremoto del Eje Cafetero (1999). De cada una de estas experiencias académicas y vitales han quedado “tesis de grado” que están publicadas.
DRVR: ¿Qué lo llevó a quedarse en Popayán luego de terminar su bachillerato, a desarrollar sus estudios en la Universidad del Cauca, cuando en esos años, en que yo también inicié mis estudios superiores, comenzaba a darse el fenómeno de salir los jóvenes payaneses a estudiar a otras universidades del país, particularmente a las privadas, cuando aquí hemos contado con una universidad pública de alta calidad?
GWCH: Yo nací en Popayán en 1954 y en 1957 salimos de Popayán con mi mamá y con mi papá, hasta 1967 cuando con mi mamá y mi hermana, comenzando mi adolescencia, regresamos a vivir a Popayán. Esos diez años por fuera (1957-1967) fueron muy formativos: vivimos en Bogotá, en Bucaramanga, en Samacá (Boyacá) y otra vez en Bogotá. En esa década de infancia recorrí con mi papá una gran cantidad de regiones que me marcaron de por vida (el páramo de Santurbán y otros páramos de Santander y Boyacá, el Magdalena Medio y otras más), pero mi aspiración siempre era regresar a Popayán. Por eso cuando regresamos, lo que menos me interesaba era volver a salir. Cuando terminé bachillerato comencé a estudiar Electrónica y luego de un semestre me pasé a Derecho. Y así fue como permanecí en Popayán durante 33 años, hasta el año 2000, cuando con mi grupo familiar, por distintas razones nos vinimos a vivir a Bogotá. Pero conservo totalmente activa mi condición de popayanejo y de caucano, pese a que también, en los 21 años que llevo en Bogotá, he echado también raíces en este territorio.
DRVR: ¿Qué tanto recuerda usted de Popayán, cuando era una ciudad pequeña, pero con niveles de calidad de vida mucho mayores a los actuales, los que hoy son solo eso, recuerdos?
GWCH: Recuerdo con gratitud cada día de esos 33 años que viví seguido en Popayán. Son recuerdos vivos, vitales, en los que predominan el afecto que siempre recibí y he seguido recibiendo de Popayán y del Cauca. Ahora soy conscientede que yo soy en gran medida el resultado de mis relaciones con mis profesores y compañeros y compañeras del Liceo y de la Universidad; con mi familia ampliada (que incluye generaciones que, para cuando yo nací, ya no andaban físicamente por aquí, pero que han seguido presentes); con todas las personas con quienes compartí caminos en el Sena, en Funcop, en Nasa Kiwe en todos los espacios a donde la vida me ha enviado a colaborarle.
En esos 33 años también hubo, por supuesto, momentos difíciles, varios no solo para mí y para mi grupo familiar, sino para la ciudad y la región. Pero “la Berraquera de la Vida” siempre permitió superarlos. Esa bitácora de vida también está escrita en múltiples textos, muchos de los cuales deben estar en los archivos de El Liberal, que fue otra de mis escuelas. Guardo gran afecto por Gerardo Fernández Cifuentes y por don Francisco Lemos Arboleda, quienes me abrieron las puertas del periódico cuando yo estaba comenzando a escribir.
http://witches-chaos.blogspot.com/2011/03/popaiana-sensaciones-y-nostalgias.html
DRVR: ¿De esos recuerdos considera necesario rescatar algunos e incorporarlos a la dinámica actual, tal que le permitan darle a Popayán, un distintivo especial?
GWCH: Alguna vez circuló un lema que me gustaba mucho: “Popayán: ciudad única”. Es muy importante, muy necesario no solamente para Popayán sino para el mundo entero, llenar de sentido, de significado, los territorios de los cuales formamos parte. Ese sentido de “ser parte” se resume en lo que llamamos Identidad. El desafío que tenemos (y me incluyo porque yo sigo siendo de acá) es consolidar e interiorizar ese sentido alrededor de la conciencia y la vivencia del valor que tiene para Popayán formar parte del Cauca. Que cada habitante del Cauca sea consciente de que somos expresiones vivas y sintientes de esa múltiple, compleja y convulsionada biodiversidad que es el Cauca.
DRVR: Según sus conocimientos, ¿qué están por encima de cualquier sesgo e interés político e ideológico, como considera se pueden hacer realidad?
GWCH: Ajeno a intereses electorales sí. ¿Pero cómo ser ajeno a intereses políticos e ideológicos cuando mi Director de Tesis de grado fue el Maestro Ernesto Saa Velasco, y los Presidentes Honorarios fueron mi tío Carlos Enrique Chaux, Alvaro Pío Valencia, Quino y Los Beatles? Estar vivo constituye un acto político y así lo debemos asumir y “practicar”.
Incluso en lo electoral: desde que tuve edad para votar, nunca he dejado de hacerlo. Y cuando era niño, acompañaba a mi mamá y a mi papá cuando iban a votar, y a mí me pintaban el dedo con mertiolate para que yo pudiera chicanear. Posiblemente desde entonces aprendí que la educación para la democracia comienza en la casa.
DRVR: El 31 de marzo de 1983, Popayán fue sacudida por un terremoto que la devastó, desde ese momento se dice que Popayán cambió radicalmente. Usted fue un actor protagónico excepcional como Director del SENA en los procesos de reconstrucción social y comunitaria de la ciudad, en ese entonces. ¿Que nos puede compartir sobre ese crucial momento para la ciudad? Considera que la parte humana, social y cultural de sus habitantes no fueron tenidos en cuenta en dichos procesos y por eso nuestros niveles actuales de desarrollo social son muy bajos?
GWCH: El 31 de marzo de 1983 nos dividió la vida a todos los habitantes de Popayán en ADC y DDT (Antes del Terremoto y Después del Terremoto). Como bien lo dices, tuve la fortuna de haber sido en ese momento Director Regional del SENA en el Cauca y recibí de la Dirección General, en cabeza entonces del inolvidable Alberto Galeano Ramírez, autorización y apoyo para transformar totalmente la Regional para ponernos al servicio de la reconstrucción completamente. Resumo en este párrafo la respuesta a tus dos preguntas:
“[…] nos dimos cuenta de que si bien en un principio, la reconstrucción de las casas físicas constituía el objetivo principal de todo ese proceso en el cual estábamos empeñados, tanto para nosotros como institución pública, como para las comunidades directamente afectadas, al final esa casa reconstruida se convertía exclusivamente en un subproducto útil del proceso, pero el resultado principal era la transformación humana, individual y colectiva, de quienes estábamos formando parte del mismo: la madre cabeza de familia que nunca antes había pegado un ladrillo y que se daba cuenta de que era capaz de construir su propia casa y ayudar a construir la de sus vecinos; la comunidad que descubría, en sí misma, un potencial que a lo mejor ni siquiera había sospechado; la entidad del gobierno y sus funcionarios, que comenzábamos a entender qué significaba realmente aquello de la “participación comunitaria”… y que disfrutábamos de la oportunidad excepcional de desmontar y rearmar totalmente una institución pública, para colocarla al servicio de un proceso atrevido y hasta entonces inédito.”
DRVR: Usted como Director Regional del SENA fue una persona muy acuciosa con respecto al desarrollo urbano y social de nuestra ciudad. Cuáles son esos aspectos que considera requieren actualmente una intervención para lograr una mejor ciudad en todas sus dimensiones.
GWCH: Todos los habitantes de la especie humana somos hoy testigos y actores de una crisis planetaria sin precedentes, que por supuesto también afecta de manera profunda a Colombia y al Cauca y por consiguiente a Popayán. Para superarla tenemos el desafío de formar comunidad en su acepción más profunda, que es “unidad en lo común”. Comunidad entre los seres humanos y con los seres no humanos que interactuamos en nuestros territorios. Permíteme una cuña: en el Himno del Cauca hay algunas claves para armar esa partitura común con el Agua, con las cordilleras y sus volcanes, con nuestros suelos y selvas, con el mar y sobre todo entre “blancos, indios y negros / Una sola ilusión / Hijos de la misma tierra / frutos de la misma flor”.