Cien palabras por la Semana Santa de Popayán

Ciudadanos con vínculos con la ciudad, elogian a la tradición religiosa más hermosa de América.

Si bien hoy la ciudad es más que su Semana Santa, nada congrega tanto como este patrimonio inmaterial tallado en el corazón de todos los colombianos y que nos identifica ante el mundo. / Fotos Alonso Tovar – El Nuevo Liberal.

Semana Santa blanca

Por: Daniel Sebastián Melo Cabal

(Abogado y poeta)

El astro rey matinal /inicia los himnos de la Semana Santa blanca.
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La bóveda de cristal /se ornamenta de plata /para recibir de gala /el eterno retorno /anual /de hilvanados maitines y /doradas procesiones.

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El astro rey matinal /inicia los himnos de /la Semana Santa blanca.

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La catedral celestial /conecta dos mundos /errantes, palomas claroscuras /vislumbran el vuelo espiritual /hacia el corazón y capital, /Popayán, patrimonio inmaterial.

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El astro rey matinal /inicia los himnos de /la Semana Santa blanca.

Popayán, escenario de Semana Santa

Por: Lucy Amparo Bastidas Passos

(Arquitecta paisajista)

La blancura de su escenario urbano lo convierte, quizás, en el más hermoso del mundo donde ocurren ritos de procesión religiosa. Independiente de creyentes, o de quienes no practicamos ninguna religión, es un evento de buena calidad, realizado durante 450 años ininterrumpidos, que le ha merecido el reconocimiento de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Desde que eran niños, a mis hijos les encanta quedarse en Semana Santa en Popayán, aunque sean poco religiosos. Como integrantes de los Boys Scouts, sentían honor al abrir cada noche la procesión. Ahora reciben a amigos, los llevan a alumbrar, pichonear, o a acompañar a sahumadoras o a cargueros conocidos. Toda una puesta en escena.

Tradición

Por: Ana María Ruiz Perea

(Politóloga, directora de Brújula Comunicaciones)

La luna detrás de Belén acompaña el silencio críptico en el que flotan los golpes de alcayata, que marcan los tiempos del carguío y el crujir de la madera antigua.
Huele a sahumerio, mientras llevan en hombros el peso descomunal de la tradición payanesa.

Cumplido el rito, síndicos y ayudantes desmontan con precisión el tesoro; las andas se vacían de cruces pesadísimas, de platas y terciopelos, candelabros, sitiales, arandelas, torsos, manos y cabezas, que dormirán un año, envueltas en seda. Después, todos se van al ‘desenfuerce’, donde descargan la fervorosa emoción de la jornada con aguardiente y tamales de pipián.

Paso a paso, la pasión de Popayán

Por: Horacio Dorado Gómez

(Columnista)

Ávidamente, y con natural impaciencia, la ciudad espera los pasos por las angostas calles. Todo el año, entre la cofradía de cargueros, no se habla de otra cosa que de Semana Santa. Es como decir la expresión popular de la ´gabinetología´ antes de la posesión del mandante de la ciudad.

En Popayán, la declaración privada de la fe pasa a ser pública, y las calles se convierten en iglesias. De ahí el engalanamiento de sus caserones, el adorno de los balcones y el silencio sepulcral que recorre cada uno de los rincones de la Semana Santa.