Nosotros versus el país de la democracia

CHRISTIAN JOAQUI

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Si se nos ha vendido alguna idea rara es que Estados Unidos es la democracia por excelencia. De hecho, su democracia es otro producto de exportación o de imposición comercial. En todo caso, sería un disparate desconocer la estabilidad de las instituciones políticas estadounidenses y los principios liberales en los que se inspiran.

Por eso resulta valioso mirar qué está pasando en el proceso electoral del legislativo actual de los Estados Unidos.

Contrario a lo que ocurre aquí, los periodos del ejecutivo y del legislativo no coinciden; Eso, desde luego, es propio de un sistema presidencialista equilibrado, en el que el control del poder es indispensable para el funcionamiento de la democracia.

En lugar de buscar un mayor equilibrio del poder público, en Colombia se han tramitado diferentes modificaciones constitucionales para lograr la unificación de los periodos de poderes nacionales, regionales y locales, lo que va en contravía con los mismos principios democráticos de pesos y contrapesos.

Si el partido de gobierno es el mismo que controla el legislativo, como sería natural, se apoyan y defienden los proyectos de ley. Aquí, por el contrario, la bancada del Centro Democrático, ha manifestado su oposición al proyecto de ley de financiamiento del Gobierno del mismo partido. Así, parece que hay dos partidos Centro Democrático: el de gobierno y el de oposición.

Los partidos políticos pueden ganar o perder. De hecho, según los más recientes resultados de las elecciones de los Estados Unidos, el Partido Republicano mantiene el poder en el Senado, mientras que el partido Demócrata se hace al control de la Cámara. Aquí hay partidos que, sin importar su votación, siempre ganan. El Partido Conservador, el Partido de la U son innegables ganadores en cada elección legislativa. Por el misma senda caminan Cambio Radical y el Partido Liberal.

Las elecciones en los Estados Unidos llevan a considerar varios aspectos de nuestra propia democracia, pero también no puede desconocerse que el sistema federal o amplias autonomías territoriales es, en una democracia liberal, un factor que hemos estado en mora de discutir.

El enorme control central de nuestra república, lejos de permitir el avance de las regiones y la soluciones de problemas sociales, han contribuido a acrecentarlo. Creo que es momento (siempre lo ha sido) de discutir la federalización de Colombia o, al menos y mientras eso ocurre, que se cumpla la descentralización de la constitución de 1991.