- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Al estrado
- Clasificados
- Especiales
En el año 1981 una mujer de origen alemán y amante de la naturaleza, arribó a Colombia. Se trataba de Romana Magdalena Winter, una estudiante de Biología que había decidido especializarse en Agricultura Tropical, y como prerrequisito debía realizar una práctica agrícola por un periodo de 6 meses, eligiendo como destino nuestro país por su cultura, su gente, su riqueza natural.
En Alemania un conocido suyo de raíces colombianas le había ayudado a ubicarse, aunque Romana siempre quiso trabajar en algún programa de desarrollo del ´Tercer Mundo´- como le llaman en Europa, afirma-. Pero al explorar y experimentar este país- a pesar de sus falencias-, se enamora de él, se convierte al cristianismo, al vegetarianismo, y decide cancelar sus estudios universitarios.
A su llegada se radica en Cali, conoce a quien hoy es su esposo- un hombre de origen santandereano-, con quien tiene 4 hijos. Juntos fundan el primer restaurante vegetariano de la ciudad- hace 30 años-, y crean una empresa dedicada al procesamiento de leche de soya. Luego, con el fin de llevar una vida en armonía con la naturaleza, con el Creador, decide mudarse al campo con toda su familia, por lo que llegan a Tunía para quedarse gracias a su clima que los cautivó, y al ambiente que allí se respira, propicio para hacer lo que siempre había querido: cultivar hortalizas.
Nace una idea
Actualmente 5 familias y 30 jóvenes entre 18 y 25 años conviven y comparten en armonía, prestando un servicio desinteresado a las personas que lo necesitan. Algunos son permanentes- personas de base que tienen alguna formación-, otros se quedan por algunos meses, o incluso años, quienes también realizan trabajo voluntario con pacientes del Centro de Salud- proyecto social financiado en un 50% por ´La Superior´, mientras que el 50% restante lo subvencionan a través de una pequeña industria donde hacen tortas, pan integral, granola, mantequilla de maní, turrones, los cuales venden puerta a puerta y en una pequeña tienda ubicada en Piendamó, donde también funciona un restaurante vegetariano y otro vegano en Cali.
En aproximadamente 3 hectáreas cultivan hortalizas orgánicas así como también bananos, frutas cítricas, plátanos y yuca, pero actualmente la Fundación está en periodo de crecimiento por lo que requieren de una mayor capacidad alimentaria para suplir las necesidades del equipo. Por tal motivo, para esta empresaria la prioridad es reorganizar la huerta con el fin de comercializar estos productos a Popayán, aunque todavía haya mucho por trabajar en el tema del consumo orgánico, puntualiza.
Al Centro acuden personas para desestresarse y pacientes con cáncer, artritis, gastritis, diabetes- enfermedades terminales o degenerativas que la medicina tradicional no ha podido curar-, donde a cada paciente se le trata con una dieta especial dependiendo del tipo de enfermedad: “Trabajamos con el sol, la arcilla, el carbón, el agua; y empleamos diferentes tratamientos como masajes, hipertermia- que consiste en elevar la temperatura en una región concreta del cuerpo con el fin de destruir células cancerígenas-, de acuerdo a sus necesidades. Se les brinda a las personas un ambiente diferente, un tratamiento integral físico, mental y espiritual; se trata de hacerles ver la vida de manera distinta”, asevera.
Otra de las labores sociales que ejecuta la Fundación está el enseñar a la gente temas de salud, de cocina, sobre cómo realizar huertas caseras. Algunos que han requerido ayuda médica pero no han tenido cómo pagarles, les ofrecen productos que cultivan en sus parcelas como papas, cebollas, entre otros, o con mano de obra. Hasta el momento estas capacitaciones las han llevado a cabo en algunas comunidades indígenas y veredas de Santander de Quilichao, Popayán, Silvia- entre ellas Guambía- y Tunía, donde la gente ha requerido de sus conocimientos.
Tiempo límite
De acuerdo a la aclaración que hace esta empresaria con sentido social, se ha demostrado científicamente que en 21 días una persona es capaz de cambiar sus hábitos, su estilo de vida, por lo que el Centro no solo se encarga de brindarle al paciente un tratamiento sino que además les ofrece una formación, lo instruye sobre cómo seguir su dieta, cómo manejar su enfermedad, desde su propio hogar.
En este lugar también acogen personas o grupos que deseen pasar un solo día en la finca, donde se les brinda almuerzo vegetariano, masajes, charlas de salud, cocina, y tratamiento especial de acuerdo a sus requerimientos; y quienes no se pueden valer por sí mismos, deben acudir con un acompañante.
Comentarios recientes