Cauca, región de nadie y sin dolientes

CARLOS E.CAÑAR SARRIA

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Como siempre en épocas preelectorales en el Cauca aparecen como por arte de magia, unos cadáveres políticos con ganas de resucitar, anunciando entre tímida y descaradamente, que vienen por la alcaldía de Popayán o la gobernación del Cauca; que andan en conversaciones y contactos políticos para ver qué partidos les dan el aval. Personajes que desde hace tiempo están radicados en Bogotá o en otras ciudades, que han saboreado las mieles del poder, que han vivido de la politiquería y de la teta del Estado, con la plata de nuestros impuestos; que piensan reciclarse con sofismas tales, como ser la esperanza de este abandonado y fallido departamento, donde anida consuetudinariamente el olvido estatal, la miseria y la pobreza; con bajos resultados en desarrollo humano y altos índices de violencia.

Indignan estos personajes cínicos y oportunistas, que cuando tuvieron la ocasión de hacer algo bueno por la región, nunca lo hicieron y ahora pretenden fungir como redentores; como si los caucanos fuéramos tan estúpidos para creerles. Seguramente se quedarán con los crespos hechos.

Indignan además, cuando llegan a criticar a los mandatarios actuales, como si cuando gobernaron o desempeñaron posiciones de poder, hubieran ayudado a construir el Cauca que tanto pregonan.

Lo cierto es que el Cauca requiere de unos nuevos liderazgos, de una nueva clase dirigente, que conozca las fortalezas y debilidades de la región, que académicamente estén bien preparados y que brillen por su rectitud y por su sensibilidad social.

Bastante tenemos con los congresistas actuales-habrá alguna excepción-que brillan por su ausencia y poco se les ve la cara durante las luchas sociales que abundan en el Cauca; únicamente hacen presencia en épocas preelectorales, electorales, Semana Santa y en temporadas decembrinas, pero nada más.

Oportunistas electoreros, por eso estamos como estamos. A estos personajillos, se postran algunos seudo periodistas que comienzan a darles bombo para incluirlos en los sonajeros políticos por si las moscas logran convertirlos en opciones de poder. Seudoperiodistas que se equivocan también, si creen que les va sonar la flauta. Seguramente no dan puntada sin dedal pero se quedarán esperando.

La nueva dirigencia que necesita el Cauca no se circunscribe a gente joven, si son jóvenes, bienvenidos, que los hay, pero hay otros que no son jóvenes pero no les han dado la opción de gobernar, porque los mismos de siempre lo han impedido. El empoderamiento de las viejas castas políticas le han cerrado las puertas a personas que bien habrían podido hacer mucho en provecho de las comunidades. Pero no. Muchos pertenecientes a la actual clase vieja política, en su comienzo fueron jóvenes y los resultados son evidentes, nada provechoso para resaltar. Por ello reiteramos, la nueva clase política que se requiere en el Cauca, indistintamente pueden ser jóvenes o viejos.

De otro lado, los grupúsculos políticos en el Cauca no se hacen sentir, simulacro de partidos políticos qué lejos están de ser verdaderos intermediarios entre la sociedad civil y el Estado. Maquinarias electoreras y nada más. ¿En dónde están los partidos durante las graves crisis que vive el Cauca? ¿En dónde están los líderes de la región?

Es evidente que el conflicto indígenas-Estado-sociedad que mantiene bloqueadas varias vías en el sur occidente colombiano, con las preocupantes consecuencias y cuyo epicentro es nuestro departamento, tiende a acrecentarse y una de las razones es la falta de mediación de la clase política regional ante las comunidades indígenas y las instancias de poder.

El Cauca, región de nadie, como si no tuviera dolientes. En una verdadera democracia, el diálogo y la concertación deben ser las salidas a los conflictos; la fuerza y la violencia sólo anidan en el autoritarismo. Los discursos incendiarios que pretenden la solución violenta del conflicto no debieran tener cabida. La violencia proceda de donde proceda es censurable. Es posible que las comunidades indígenas hayan cometido errores, pero por ello no se pueden estigmatizar; hacen parte de nuestra nación y hay que escucharlas, entre más pronto, mejor. Se espera que el Gobierno Nacional se apersone de la problemática, porque si hasta el momento no hay solución es porque se espera mayor contundencia de todos los actores involucrados en el conflicto, incluyendo la siempre esquiva sociedad civil.