Caldas y su aporte monumental a la botánica

Los estudios del sabio payanés aún son parte de la botánica y la ciencia contemporáneas.

Por: GRACE PATRICIA GALLEGO SUAREZ

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Nombre vulgar: la Pecosa; Nombre científico: Bomarea Caldasia. / Foto: Cortesía de Diego Tobar.

De camino al Huila, esa carretera angosta, empinada, sinuosa y porque no decirlo peligrosa, aún en pleno siglo XXI, cuando el mundo habla de la conectividad y las grandes autopistas, los caucanos seguimos transitando la vieja carretera, que conecta al Cauca con el Huila, por la vía a Coconuco.

Conocí la precaria carretera desde siempre, mi familia materna oriunda del Huila, me llevaba en cada verano, en las “flotas”, que me causaban mareo desde que salía hasta que llegaba. Era irremediable. Recuerdo a las señoras vecinas de mi tragedia, dando todo tipo de remedios, ¡que huela un limón!, ¡que no le den nada!, !que un periódico en el estómago!,¡que dejen a la niñita en algún pueblo para que la vea un médico!,¡que se va a morir! en fin…, todo un barrullo.

No esperé que esta vía fuese la misma que trajinó Francisco José de Caldas, a lomo de mula o a pie, – es mi descubrimiento de él, lo que me ha permitido conocerle- para llevar sus mercancías a la Plata y Timaná, pueblos opitas, centros de intercambio comercial de la época, lugares a donde lo llevó el compromiso de contribuir con las obligaciones de la familia.

No debió de ser nada grato para un científico, afrontar estas obligaciones, de mercader de ropas, y mercancías, sin embargo, para quien tiene en la mente y en el corazón otras entretelas, esos caminos olvidados de Dios, le permitieron ver las diferentes variedades de plantas que abundaban en el camino, este camino de Popayán al Huila que pasa por tantos y tan variados climas, desde el cálido de Popayán, el frio lacerante del páramo, hasta el caliente de los pueblos huilenses.

Travesía dura, sin lugar a dudas, a lomo de mula, primeros paisajes objeto de sus agudas observaciones, herramienta fundamental para lo que se constituiría en uno de sus principales aportes a la Botánica, lo que él denominó inicialmente: ‘La nivelación de las Plantas’, para luego convertirse en lo que se conoce hoy, como: ‘Clasificación De Las Plantas Según Los Pisos Térmicos’. Visto desde la provincia, desde esta latitud del mundo, que se nos antoja a veces tan pequeña, este gran título ‘CLASIFICACION DE LAS PLANTAS SEGÚN LOS PISOS TERMICOS’, es un aporte monumental a la botánica.

El Páramo de los Coconucos. / Foto Cortesía de Diego Tobar.

La investigación de Caldas de camino al Huila, hizo que sus primeros estudios adelantados en el libro que le consiguiera su amigo Manuel María Arboleda, la parte práctica de Karl Linneo, le sirvieran para que su ojo avizor, entendiera lo que le pasaba a esa exuberante flora que lo atajaba a cada paso, y, sé, que los duendes y las hadas le hablaban trasmitiéndole la magia y las historias, milenaria de su sabiduría.

Supongo yo, que al adquirir el libro “La Flora Española de José Quer y Martínez”, el sorprendente mundo de las plantas se abrió para él, de par en par, mostrándole sus cualidades, bondades, propiedades y las muchas posibilidades en este territorio de América aún virgen, y sin lugar a dudas este extenso territorio nuestro, -el caucano- colindante con el Huila, que le permitieron sus primeras anotaciones de los pisos térmicos: Caliente Húmedo, Caliente Seco, Templado Húmedo, Frío Húmedo, Frio Seco, Clima de Paramo, Clima a nival.

A cada uno de ellos los definió con las características de su vegetación, fauna, paisajes, culturas que le son propias, todo esto con incipientes instrumentos de medición, conocimientos dados y bebidos a sorbos largos en los pocos libros a los que tenía acceso, pero sí, con la soberbia majestad de su genio.

El geógrafo y botánico, preparó el camino para lo que sería la gran Expedición Botánica, sus avances científicos, a mi juicio, son gigantes, fue él, quien camino palmo a palmo nuestros territorios, durmió como Lautaro en el poema de Neruda, “en cada cocina de su pueblo”, indígenas, negros, campesinos y mestizos, le trasmitieron sus conocimientos ancestrales, que Caldas recibió con humildad, modestia y gran aplicabilidad.

No he podido entender como la historia ignoró la grandeza de Francisco José de Caldas, pues a mi juicio y fruto de releer capítulos de su historia y los resultados que se abrogó para sí, la Expedición Botánica, pienso… que a Caldas, se le relegó a un segundo plano. La historia contemporánea que se está reescribiendo, con los descubrimientos de sus anotaciones y archivos desempolvados, desperdigados en muchas latitudes del mundo, podrán contar prontamente, la verdadera historia de este sabio patojo como el que más, universal en su pensamiento.

No relato en estas cortas líneas sus viajes a Quito, por temor de cansar al lector, y correr el riesgo, de no contar con su lectura, pero… fueron sus viajes al Ecuador los que le colocaron como el gran explorador de los Andes, con sus propuestas sociales y agrarias a gran escala, lo dejo a propósito aquí, en nuestro terruño, porque lo hace más propio, más auténtico, más nuestro, y lo veo viajando por ahí, en las mismas carreteras sinuosas que conocí desde siempre.