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Por: GRACE PATRICIA GALLEGO SUÁREZ
Con motivo de los 250 años del natalicio de Francisco José de Caldas, y siendo este un año dedicado a su memoria, y a revindicar los aportes hechos por el sabio payanés a las ciencias, a la cultura y a la educación, los cuales se han quedado un poco en la trastienda, considero que es el momento de conocer un poco más a este ser que tiene aún mucho que contar.
Su vida apasionante, y desprovista de las armaduras de pensar de una manera y actuar de otra, le dieron conceptos y opiniones que aún hoy, son verdaderamente innovadoras, fue un constructor indiscutible del pensamiento del hombre moderno, en una latitud del mundo en construcción.
Un mundo donde se había copiado la vida de las provincias españolas, arquitectura, religión, filosofía, comportamiento social, todo traído del viejo continente, parecía no existir un pensamiento auténtico o autóctono. Francisco José, era de esos seres atemporales, nacidos fuera de su tiempo, a pesar de provenir de una familia con escudo y blasones, y necesitar de lo que fue llamado “pureza de sangre”, para ocupar cargos públicos, él, el pensador, criticaba con dureza a los criollos apoltronados en sus viejas glorias, en quienes se quedaron contemplando sus árboles genealógicos para darse más importancia y superioridad, y no aportar nada constructivo a la naciente sociedad, más que la vanidad de sus abolengos.
¿Será que desde entonces Popayán se quedó dormida en sus laureles? No sé…, eso tendrá que responderlo la historia crítica de la sociedad en que vivimos.
Las vanidades de los hombres engrandecidos por las pequeñeces y las glorias de otros, que se creían heredar, molestaban al hombre que se sumergía en las profundidades del espacio sideral, para darle alas a su pensamiento, a mi juicio, Caldas fue prisionero de sus reflexiones, luchó interiormente con el mundo que le rodeaba y, por supuesto, su genialidad no podría ser cómoda para quienes eran sus más allegados, fue parte de las contradicciones del mundo macondiano que desde entonces se vivía.
Era ese nuevo mundo rodeado de ñapangas, indígenas, mestizos y negros, lo que le daba nuevos ingredientes a su pensamiento, con toda seguridad en su cosmogonía, visualizaba un mundo donde todos fuéramos iguales, donde no hubiese jefe, donde se aplicara el principio de la cultura celta, “el superior entre los iguales”.
Hay un aspecto de Caldas, que me sorprende. Cuando fue designado como padre general de menores de Popayán, en su carta enviada al Gobernador y Comandante General del Cauca, le expresaba su pensamiento y visión crítica de una problemática social que perduró en el tiempo.
El ocio de los jóvenes, y en especial el de las jóvenes mujeres, problemática social, a la que Caldas buscó diferentes soluciones, y proponía al Gobernador la posibilidad de darles a los maestros y artesanos de la ciudad, jóvenes aprendices, que experimentaran diferentes oficios y no se perdieran en los vicios.
Era darle herramientas a la juventud, para dignificarlos como hombres y mujeres productivos, pertenecientes a una sociedad que requería de una mano de obra dinámica. Claro está, que a la luz de las actuales leyes constitucionales, sería una violación al “desarrollo de la libre personalidad”, y otros derechos fundamentales, pero que en el siglo XVIII, era todo un acontecimiento, expuesto desde el punto de vista de la institucionalidad.
Creo sin lugar a equivocarme, que ante la falta de vocación industrial, bien hubiéramos podido dar paso a una sociedad de artesanos, con las bondades que las comunidades artesanas han aportado al desarrollo social de la humanidad en sus diferentes estadios.
No pudo ser, en esa época, y no ha podido ser en la actual y contemporánea Popayán, el sabio se conmueve al ver una juventud sumida en la desesperanza de la inmediatez, la falta de valores, pero también de oportunidades, un futuro incierto, para muchos que hoy, están en medio de la confrontación de los frentes guerrilleros, paramilitares y lo peor, el narcotráfico.
Caldas fue un adelantado de su tiempo, quisiera ver en los colegios a los niños haciendo experimentación científica, con las bases que dio el Sabio Payanés ¡enriquecería tanto a nuestra sociedad! Enhorabuena la Universidad del Cauca, ha organizado el Congreso Internacional, Ciencia y Nación, por realizarse en el mes de octubre en la cuna de Francisco José de Caldas Thenorio.
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