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Por María Alexandra
Méndez Valencia
Especial para El Nuevo Liberal
Belén era una ciudad perteneciente a la región de Canaán, fundada 3.000 años a.c. época en la que los cananeos asentados en la región levantaron pueblos amurallados para protegerse. Adoptaron al dios caldeo de la fertilidad Lahmo o Lahmu con el nombre de Lahama al que levantaron un templo en la colina de la Natividad, que dominaba el valle fértil que se extiende al pie de la ciudad.
De su nombre se deriva el actual nombre de Bet Lahama. La ciudad fue nombrada alrededor del año 1350 a. c. en las Cartas de Tell el Amarna, escritas por el gobernador egipcio al faraón Amenhotep III, describiéndola como un importante lugar de descanso para los viajeros que iban desde Sinaí a Egipto. Después la conquistaron los filisteos.
A comienzos del siglo I Belén o Éfrata como se llamaba en esa época, era poco más de cuatro casas rodeadas por una muralla que estaría mal conservada o incluso desmoronada en gran parte, ya que había sido edificada casi mil años antes.
En la Sagrada Escritura, se alude por primera vez a Éfrata que quiere decir: la fértil, campo fecundo o campos del bosque en arameo. En el libro del Génesis, cuando se relata la muerte y sepultura de Raquel, la segunda esposa del patriarca Jacob, que murió y fue sepultada en el camino de Éfrata (Belén). También el profeta Miqueas y posteriormente los apóstoles Juan y Mateo mencionan que en esa pequeña localidad nacería el Mesías: “Pero tú Belén Éfrata, aunque tan pequeña entre los clanes de Judá, de ti saldrá el que ha de ser el dominador de Israel o de ti saldrá un gran jefe que apacentará a mi pueblo de Israel; sus orígenes son muy antiguos, de días remotos. Por eso Él los entregará hasta el tiempo en que de a luz la que ha de dar a luz”.
Belén significa casa de la carne en árabe, y casa del pan en hebreo moderno y en cananeo: casa del dios Lehem.
La historia
En 1517 los turcos conquistaron Palestina, y en Belén comenzó un conflicto entre los franciscanos y los ortodoxos griegos por la posesión de los santuarios que había de durar siglos.
Egipto gobernó la región a partir de 1931 durante una década ensombrecida por la violencia creciente. En 1841 el valí de egipcio Ibrahim Bajá mandó desarmar a la población y a destruir el barrio musulmán de Belén como represalia por el asesinato de uno de sus representantes. En 1843 el imperio otomano recuperó el gobierno de Palestina.
Con la primera guerra mundial se terminó el gobierno otomano en 1917, y Palestina pasó bajo mando británico en 1922.
En 1947, en el plan de partición de Palestina, fue designada junto a Jerusalén como territorio internacional administrado por Naciones Unidas, una vez expirase el mandato británico. Sin embargo, tras la primera guerra árabe-israelí que estalló inmediatamente después, Belén fue ocupada por Transjordania, junto al resto de Cisjordania, para conformar en 1950, el Reino Hashemita de Jordania.
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, fue ocupada por los israelíes al igual que el resto de Cisjordania, hasta el 22 de diciembre de 1995. En esa fecha, a raíz de los Acuerdos de Oslo, fue transferida como parte del territorio autónomo administrado por la Autoridad Nacional Palestina.
Actualmente, el gobierno de Israel ha rodeado a Belén de murallas y de pasos de control, lo cual impide el libre tránsito de los habitantes y limita los intercambios comerciales. Esto ha provocado una gran disminución del turismo, una de las principales fuentes de ingreso para la ciudad.
Al final del siglo IV d.c., con la partición del imperio romano Belén pasó a depender de Bizancio y se convirtió en un importante centro religioso. Se erigieron iglesias, monasterios y conventos.
El emperador romano Constantino I El Grande mandó construir, sobre la gruta donde tuvo lugar el nacimiento de Jesús, la Basílica de la Natividad, en estilo paleo cristiano, que fue consagrada el 31 de mayo del año 339 d.c. y en la ceremonia estuvo presente Santa Helena, madre del gobernante, que había apoyado decididamente esta empresa.
En 529 d.c. la revuelta de los samaritanos contra el imperio bizantino asoló la ciudad y sus alrededores: la muralla de la ciudad y la basílica fueron saqueadas y destruidas, pero una vez aplacada la revuelta, la iglesia fue restaurada en el siglo VI, en el mismo lugar que la primera, pero con mayores proporciones por el emperador bizantino Justiniano I y la muralla restablecida. Esta es la que subsiste hasta hoy, salvándose durante las diversas invasiones en las que fueron destruidos los otros templos de la época constantiniana o bizantina.
En 614 d.c. Palestina fue invadida por los persas, quienes estaban prestos a destruir la basílica, pero no lo hicieron al observar en una sección de la pintura mural la escena de la epifanía, en la que los reyes magos (que en realidad eran astrónomos) y sus séquitos aparecen ataviados con indumentarias de la antigua Persia (cuenta la tradición que éstos provenían de esta tierra y de regiones vecinas).
Nuevos descubrimientos
Las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 1934-35, sacaron a la luz los restos de los mosaicos del piso de la basílica de Constantino, algunos son visibles tanto en la nave central como en el transepto de la iglesia. Actualmente la administración de esta edificación religiosa está compartida por la iglesia ortodoxa griega y la iglesia católica con derechos menores para los ortodoxos, sirios y coptos.
Los franciscanos que viven en Belén desde 1347, tienen un convento junto a la basílica y un templo dedicado a la santa y mártir Catalina que data del siglo XII y fue ampliada varias veces. Principalmente sirve para las necesidades de la comunidad católica de rito latino; desde ahí es posible bajar a la gruta de San Jerónimo.
La basílica tiene planta de cruz latina, cinco naves y una longitud de 54 metros. Las cuatro filas de columnas, de color rosáceo, le dan un aspecto armonioso. En algunas secciones del templo, es posible observar los mosaicos del suelo de la iglesia más antigua y en los muros aún quedan algunos mosaicos de la era de los cruzados.
Tradición bíblica
Según la tradición judaica la población pertenecía a la tribu de Judá. Y era la cuna del Rey David (primer libro de Samuel 16, 1. 11-13) que daría una gran fuerza política al naciente reino de Israel y bajo el cual el reino adquiriría un gran esplendor.
Ello llevaría a que nueve siglos después (David vivió en el siglo X a.c.) la ciudad fuera asociada con otro personaje: Jesús de Nazareth (según el evangelio de Lucas 2, 4-15 y el evangelio de Mateo 2,1), lugar donde los profetas habían anunciado que nacería el Mesías (Miqueas 5, 1 y siguientes).
Precisamente el nacimiento de Jesús en este lugar se debió a que José de Nazareth, esposo de María, era descendiente de David, y como el país se hallaba bajo dominación romana, sus habitantes debían acudir a su localidad de origen para empadronarse, de cara a que el imperio ocupante elaborase el censo fiscal.
Exterior del templo
Desde la explanada o plaza que hay delante de la basílica, el visitante tiene la impresión de hallarse frente a una fortaleza medieval: gruesos muros y contrafuertes, con escasas y pequeñas ventanas, Se accede al interior del templo por una pequeña puerta que obliga a agacharse y a pasar de uno en uno.
Este portal que otrora tenía cinco metros y medio de altura, y por el que ingresaban emperadores y califas fue en gran parte tapiado y reducido. Ha quedado solamente una pequeña y estrecha abertura de metro y medio de altura. La intención fue probablemente fue proteger mejor la iglesia contra eventuales asaltos. pero, sobre todo, evitar que se entrara a caballo a sitio sagrado. Quien desee entrar al lugar del nacimiento de Jesús, tiene que inclinarse.
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