‘Atrás, ni para coger impulso’

LUCY AMPARO BASTIDAS PASSOS
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En caso de ganar la presidencia el candidato Zuluaga, declara que interrumpirá los diálogos de paz. Al oírlo, retornan mentalmente los tenebrosos ocho años del gobierno uribista, llenos de persecución y balas. Sería un retroceso lamentable. Sin duda en momentos de decidir por la paz o la guerra, declaro que para ‘atrás, ni para coger impulso’.

Sería retroceder en el sueño de la mayoría de colombianos de no ver más días con balas, y ahora tan cerca de firmar esos acuerdos, no podemos dar espacio al líder del enfrentamiento armado; porque todos los armados: sean guerrilleros, militares estatales disparando, o paramilitares reencauchados en las bandas criminales, no son buenos para la sociedad.

Contrario al planteamiento de Zuluaga, he imaginado el 1º. de enero de 2015, a niños y niñas naciendo por primera vez en 60 años en Colombia, sin el zumbido de las balas. Niños nuevos que traen bajo el brazo un acuerdo de paz firmado, y refrendado por la mayoría de los colombianos, el 25 de diciembre de 2014, como regalo de Navidad, como lo vaticinó la historiadora Diana Uribe en un lúcido programa radial, hace pocos meses; sería la mejor navidad de los niños del campo, afectados por la guerra.

He imaginado que los helicópteros no cruzan nuestros cielos con metrallas, sino llevando medicinas a zonas rurales impenetrables. Que los policías no estan de guardaespaldas sino protegiendo a los ciudadanos de los delincuentes comunes y los de cuello blanco.

He imaginado que el turismo se incrementa a millones, porque el rumor de las bombas y de batallones armados, se transformó en batallones de pájaros que vuelven a los bosques nativos que siembran los campesinos porque les han devuelto la tierra.

He imaginado que los jóvenes profesionales que se refugiaron en el extranjero buscando paz, regresan al trópico, en un clima de paz a ofrecer sus conocimientos.

He imaginado los 24 billones de pesos anuales que se chupa la guerra del odio y la venganza, invertidos en carreteras, hospitales o en generar empleo, etc. dejando atrás el retraso.

Ingenuo o malévolo es pensar que en la Habana se está negociando un modelo de desarrollo, una ideología o una economía al estilo chavista. No. Lo que se está negociando es silenciar las armas y sus condiciones, pero dentro del pensamiento de Santos y Vargas Lleras, como líderes de familias vitalicias de derecha tradicional; jamás ellos virarían a la izquierda. Y en esta ocasión tienen razón, es una oportunidad única, porque abrieron en su programa derechista neoliberal un espacio para terminar el conflicto.

El presidente Mujica, de Uruguay dice: “por muy malo que sea una acuerdo –de paz- es mejor que seguir en la guerra.” Los colombianos no podemos pretender un acuerdo perfecto, es mejor uno imperfecto, pero que mejore la democracia.

No dejemos que esos niños imaginados para 2015, traigan bajo el brazo una bala o un biberón untado de sangre y tierra, que es la única que a sus padres del campo hoy les queda.

Es hora de votar por la paz, la que lidera el presidente Santos.