En los deportes, el 2014 dejó un buen balance para Colombia, especialmente con el histórico Mundial de Brasil donde la tricolor alcanzó por primera vez los cuartos de final.
Por Juan Camilo Palomar
En el año del mundial, Colombia fue uno de los más destacados. La tricolor sorprendió gratamente al mundo en los estadios de Brasil, a la par que hizo historia al alcanzar por primera vez los cuartos de final, donde fue eliminado por la selección anfitriona en un reñido partido.
Fue el escenario más lleno de gloria y emotividad para el fútbol nacional, que paralizó el comercio y las instituciones en el país cada que la pelota la movía el elenco que dirige José Pékerman. En ciudades como Popayán, la celebración luego de cada partido era hasta el día siguiente y mientras en las grandes capitales se presentaban riñas y reportes judiciales desalentadores, en la capital del Cauca sobresalía el buen comportamiento de los payaneses en torno a esta fiesta que produjo el fútbol.
En Villa Rica, municipio al norte del departamento, el regocijo era especial por Adrián Ramos, delantero oriundo de este lugar que tuvo minutos en dos encuentros del certamen orbital y que incluso llegó a ocasionar un penalti para abrir la cuenta en el partido ante Japón. En los alrededores de su casa materna, todos los vecinos y amigos se reunieron para ver los partidos y celebrar después de cada victoria con caravanas, música y bailes tan animados como la salsa shocke, el ritmo que se hizo famoso luego de cada uno de los 12 goles marcados por Colombia.
Algo parecido a lo que se vivió en Padilla, tierra de Cristian Zapata, el central titular de la Selección junto a Mario Yepes, que cumplió con creces su labor como bastión defensivo para el equipo nacional. Zapata hizo celebrar a sus amigos de infancia y de sus primeros pasos en el fútbol con una impecable presentación como titular en los juegos ante Grecia, Costa de Marfil, Uruguay y Brasil.
En Puerto Tejada, en cambio, la fiesta la hicieron en todos los rincones de este caluroso y amable municipio nortecaucano. Por un lado, la familia paterna de Carlos Carbonero reunía a sus cercanos en el centro del municipio. A tres cuadras, en la casa de doña Odilia Olaya de Balanta, abuela de Éder Álvarez Balanta, también había fiesta por ver al joven defensor cumplir su sueño de jugar en un mundial.
Cerca a la alcaldía, en la parte más concurrida del Puerto, sobrinos, hermanos, hijo y esposa de Pedro Antonio Zape se dividían entre el apoyo a la Selección Colombia y la de Ecuador, donde el ex arquero ejerció como entrenador de porteros junto al técnico Reinaldo Rueda. Por esos días desempolvaron los álbumes de fotografías y recordaron su glorioso paso como guardameta, y se reunieron como a él también le gusta con sus amigos en la cuadra de la casa donde desde pequeños ha vivido toda la familia.
Junio fue un mes para la historia del fútbol colombiano, y allí estuvo el Cauca para celebrarlo y quedar en los registros de aquella selección admirada como la de mejor juego colectivo y la quinta del mundo, la del goleador James Rodríguez y la del portero de la edad récord, Farid Mondragón. Una selección mundial.
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