@RichardFredyM
La noticia escasamente alcanzó para ocupar los titulares de un día, como todos los demás días, saturado de mucha información: “900 reses muertas por sequía en el sur del Cauca”. Pero no por eso, el evento ocurrido en el valle del Patía deja de ser, espero no sonar alarmista, muy perturbador.
El alcalde de Patía, Francisco Arias, pidió auxilio. “Los efectos del Niño en el sur del Cauca – dijo – son alarmantes. El año pasado llegaban a la planta del acueducto 60 litros de agua por segundo. Ahora, si mucho, llegan 18 litros”.
La situación se repite sistemáticamente por todo el país. Las costas, los llanos, la zona andina. 120 municipios sufren desabastecimiento. Los casos más preocupantes por escases de agua están en Cauca, Santander y Boyacá. Dicen que será la más grave sequía en casi dos décadas. Hasta el presidente Juan Manuel Santos cambió una noche el discurso de la paz para advertir, respecto al fenómeno climático, que “lo peor está por venir”.
El Niño es producto de corrientes de agua más cálidas en el océano Pacifico que disminuyen la lluvia en el trópico. Los ríos Cauca y Magdalena están lejos de su vigorosa estampa de otras décadas. Las cifras por pérdidas de cultivos van en aumento, la producción agraria acusa resentimiento y el IDEAM reitera que se necesitan medidas de choque y políticas de ahorro de energía.
Este panorama incierto me recordó una carta ficticia que leí alguna vez. Fue publicada en la revista “Crónica de los Tiempos” en abril de 2002. Un mensaje imaginario de un hombre del futuro para nuestra generación:
Carta del año 2070
“Acabo de cumplir los 50, pero mi apariencia es la de alguien de 85. Tengo serios problemas renales porque bebo muy poca agua. Creo que me queda poco tiempo.
Hoy soy una de las personas más longevas en esta sociedad.
Recuerdo cuando tenía 5 años: todo era diferente. Había muchos árboles en los parques, las casas tenían hermosos jardines y yo podía disfrutar de un baño de regadera hasta por una hora. Ahora debemos afeitarnos la cabeza para poder mantenerla limpia sin agua. Antes mi padre lavaba el auto con el chorro de la manguera. Hoy los niños no pueden creer que el agua se utilizara de esa forma.
Recuerdo que había muchos anuncios que decían “CUIDA EL AGUA”, sin que nadie los tomara en cuenta; pensábamos que el agua jamás se podía terminar. Ahora, todos los ríos, presas, lagunas y mantos acuíferos están irreversiblemente contaminados o agotados.
Antes la cantidad de agua indicada como ideal para beber, era ocho vasos al día por persona adulta. Hoy solo puedo beber medio vaso.
La ropa es desechable, con lo que aumenta la cantidad de basura; hemos tenido que volver al uso de los pozos sépticos como en el siglo pasado porque ya las redes de desagües no se usan por la falta de agua.
La apariencia de la población hoy es horrorosa; cuerpos demacrados, arrugados por la deshidratación, llenos de llagas en la piel por los rayos ultravioletas que ya no tienen la capa de ozono que los filtraba en la atmósfera, inmensos desiertos constituyen el paisaje que nos rodea por doquier.
Las infecciones gastrointestinales, enfermedades de la piel y de las vías urinarias, son las principales causas de muerte. La industria está paralizada y el desempleo es dramático. Las plantas desalinizadoras son la principal fuente de empleo y te pagan con agua potable en vez de salario. Los asaltos por un bidón de agua son asunto común hoy en las calles desoladas. La comida es 80% sintética. Por la resequedad de la piel una joven de 20 años luce como si tuviera 40.
Los científicos investigan, pero no hay solución posible. No se puede fabricar agua, el oxígeno también se ha degradado por falta de árboles lo que ha disminuido el coeficiente intelectual de las nuevas generaciones. Se ha alterado la morfología del espermatozoide de muchos individuos, como consecuencia hay muchos niños con insuficiencias, mutaciones y deformaciones.
El gobierno incluso nos cobra por el aire que respiramos: 137 metros cúbicos por día, por habitante adulto. La gente que no puede pagar es arrojada de las “zonas ventiladas”, que están dotadas de gigantescos pulmones mecánicos que funcionan con energía solar, no es de buena calidad pero se puede respirar; la edad promedio es de 35 años.
En algunos países quedan manchas de vegetación con su respectivo río que es fuertemente custodiado por el ejército, el agua se ha vuelto un tesoro muy codiciado, más que el oro o los diamantes. Aquí en cambio, no hay árboles porque casi nunca llueve, y cuando llega a registrarse una precipitación, es de lluvia ácida; las estaciones del año han sido severamente transformadas por las pruebas atómicas y la industria contaminante del siglo XXI. Se advirtió entonces que había que cuidar el medio ambiente y nadie hizo caso.
¡Como quisiera regresar el tiempo y hacer que toda la humanidad comprendiera esto cuando aún podíamos hacer algo para salvar a nuestro planeta tierra!”
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