ANA FERNANDA MUÑOZ
Anarkos, esa manzana entera que hoy vemos como un recuerdo triste, como un héroe caído rodeado de caos, me trae a la memoria cuando de niña iba a ayudar al almacén de mis abuelos, y mi abuela decía que era la esquina comercial más importante de Popayán. Y es cierto. Una obra con proyección a futuro, el primer centro comercial de Colombia, ubicado en la calle de los comerciantes, con viviendas, oficinas y comercio, ahora nos observa inerte, esperando que se logren los avances necesarios para poder recuperar su antiguo esplendor.
Todos conocemos la historia de lo que ha pasado con Anarkos, y la discusión en este momento no la quiero llevar allá, porque ya es hora de que los temas en esa línea encuentren salida. Este es el momento en el que debemos ver lo que ese edificio enorme representa para una ciudad que está buscando renacer, una ciudad que acaba de recibir la noticia de que por segunda vez en su historia, sus procesiones de Semana Santa, mundialmente reconocidas, no van a salir acompañadas por el golpe del tambor mayor que vibra en todos los que alguna vez han visto una procesión, que las calles no se van a ver iluminadas por filas interminables de luces amarillas parpadeantes, que el esfuerzo del carguero de llevar sobre sus hombros más de 400 años de tradición, nuevamente van a quedar dormidas.
Y es entonces ahora, en este momento, cuando nuestros celebrados pasos van a esperar un año más, y cuando debemos tomar acciones con respecto a uno de los puntos emblemáticos del centro de nuestra ciudad. Anarkos debe comenzar ahora su transformación, debe renacer en estos meses que seguiremos a la espera de acabar con la amenaza mundial de la pandemia. Mientras las obras que se van a realizar en el Centro Histórico dan inicio, Anarkos debe entrar en ese proceso. Debemos darnos cuenta de que no podemos recuperar el esplendor de la ciudad si no incluimos en el proceso a Anarkos.
Estamos en el momento indicado. Las oportunidades llegan de las amenazas, y el gigante caído debe formar parte de esta oportunidad. Las opciones presentadas deben ser analizadas con lo que las mismas representan para la ciudad a la que todos pertenecemos, y en esa línea actuar.
Es el clamor de una ciudadana.
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