Por Francisco Javier Pantoja Pantoja
Magister en Economía Aplicada
@fjpantoja
Ahora los vecinos nos quieren. Los conflictos se resuelven, en el comedor de la casa, a baja voz. ¿Dije conflicto? ¡Sí! Ese es el problema de escribir en primera persona, es mejor en tercera. La culpa es de quien lee y no de quien escribe. Ah , ya, ya recordé por qué dije, lo que dije.
Me acorde en este tiempo, de algo que sucedió hace algún tiempo: el Acuerdo de Paz. Entre tantas cosas, el olvido siempre será primero, no hay quien le gane. Pero vuelvo al hilo. El amor por el plebiscito, el acuerdo, el SÍ, el NO, fue un amor prepago: ¡fugaz!
En el país de la Paz, dejó de interesar por qué ganó el NO. Y las razones del SÍ cayeron por el abismo, por el precipicio, por allí donde terminaba el mar cuando la tierra era plana. ¡No!, vuelva al hilo, que se dedica a la prosopopeya, es decir, “está dando más vueltas que un perro antes de echarse”.
Pero, en este mes, ha sucedido de todo menos acuerdo. El Bolívar de la Plaza, ha crecido en preocupación por quienes levantaron un campamento por la Paz. Son los únicos que siguen firmes y combatientes, por lo menos ninguna carpa se ha ido, los demás, todos en casita, dedicados a olvidar.
Y ¿por qué mencionó, casa, vecinos y conflicto? ¡Que buen lector es usted!, píldoras para la memoria y la imaginación. Bueno arranco pues, como dice el paisa.
Ya no se sabe que fue mejor, que ganará el NO o que al presidente le otorgarán el Nobel.
El punto del por qué evocar algo perdido, se debe a que voy a ayudar a encontrar la aguja en el pajar. Al Presidente NO le importaba ganar o perder en el plebiscito. Todo apuntó a obtener reconocimiento internacional y así fue, como decía Juan Gabriel.
Esta semana, el Palacio de Buckingham recibió al presidente como invitado de honor, cosa buena para Colombia. La bandera colombiana ondeó en una gran calle de Londres. Y el otro, el indiscutible premio Nobel de Paz. El primer mandatario ha ganado prestigio internacional y tal vez se convertirá en un Jimmy Carter, a lo Colombiano. Después de dejar la presidencia irá por el mundo deshaciendo entuertos. Hoy en día Colombia con el Premio Nobel de Paz, es un buen vecino.
El presidente se la jugó por la buena imagen internacional, no obstante, el expresidente se la jugó por la política nacional, por recuperar el poder político perdido. Poder que le entregó a un infiel, según sus palabras. ¡Ah de aquel alumno que no supere a su maestro, decían los griegos!
Y ganó Uribe y ganó Santos Y ganó las FARC-EP. Son ahora los nuevos actores políticos que buscan resolver los conflictos sin gritería, a baja voz. Y todo esto es ganancia, por un nuevo país. Las aguas están en sus niveles.
Mientras tanto, el Acuerdo de Paz será aprobado por el Congreso, como debía ser desde el principio. Los representantes del pueblo aprobarán, lo que el confundido pueblo NO aprobó en las urnas. El pueblo es sabio, el pueblo se pronunció y a todos puso a ganar y la voz del pueblo es la voz de Dios. Pueblo, pueblo por todas partes, bendito pueblo, como siempre superior a sus dirigentes.
De la política a la economía, de la economía al dólar caro, trepado en el árbol de la incertidumbre. La economía local con fiebre, inflamada. Los de la plata cautelosos, sigilosos como un gato. Los codirectores del banco grande en silencio, atrincherados en su modelo, creador de pocos ricos y muchos pobres.
La reforma tributaria, disimulada, a paso de tortuga acuática, veloz moviendo las aguas. La quinta parte del precio de un producto será en impuestos, todos a pagar, menos los grandes capitales. Impuesto al trabajo y no a la riqueza.
Venta de empresas estatales a los extranjeros, a quienes se les cobrará menos impuestos por traer su dinero. Menos impuestos a las empresas que extraen la riqueza natural. Prueba de fuego para el Congreso, no puede ponerle una vela a Dios y otra al Diablo.
Y de ñapa, el sol se ocultará a las 8 de la noche, como en Argentina. Los trabajadores empezaran a confundir los atardeceres, no se sabrá si es la luna la que alumbra o el sol que ilumina.
Finalmente, sin acuerdo y con reforma y sin la claridad de que fue mejor, si el SÍ sin campaña o el NO con mentiras.
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