NELSON PAZ ANAYA
Hace mucho tiempo se ha tenido interés sobre la posición política del empresario Alejandro Eder quien al parecer no tiene afiliación a Partido Político alguno y si la tiene su actitud está por encima de los linderos que estas organizaciones trazan.
Siendo uno de los agentes más representativos de la agroindustria nacional, sus pronunciamientos retumban con criterios sociales concretos sobre la problemática de la población de esta región de Colombia, sin los tapujos o sesgos que a menudo se usan y lejos de cualesquier pretexto democratero.
Sus declaraciones en la “Doble W” sobre la situación de violencia en la Ciudad de Cali, dieron lugar a la exposición de su visión sobre la problemática de todo el Suroccidente de Colombia y su incidencia en toda la Nación, sin recurrir a exageraciones, señalamientos, o negación de realidades, sí con contundentes indicaciones de responsabilidades.
Cuando estas voces se levantan en la nación, renace la esperanza, ya que se dan acompañadas de la seguridad, la franqueza, la confianza, por cuanto se brindan con la serenidad que da el conocimiento, sin efugios enredadores, porque la argumentación transparente basada en objetividades recoge la aceptación colectiva, base de la democracia.
Estas actitudes permiten pensar en la posibilidad de un futuro promisorio, sin las extensiones incendiarias de sectores políticos, económicos y sociales que recurren a decires incitantes a la violencia, de nefastas páginas en la historia, que mataron la vida, los sueños, los emprendimientos; en el siglo XX, así se impusieron estilos y gobiernos, y golpes de estado y pactos políticos sin acuerdos sociales.
Buenos estos pronunciamientos porque permiten la observación de la situación actual del país, sin los apasionamientos sesgados de tan cotidiana ocurrencia, no se construye absolutamente nada si los análisis parten de causas equivocadas o mal interpretadas, si a todo se le antepone la mezquindad o la odiosidad de actitudes que en las más de las veces ni siquiera corresponden a defensa de intereses particulares o individuales, sino a envidias o a falsos resentimientos, cuando no a escaladoras vanidades de pertenecer a postizos estratos que ni siquiera existen.
De las manifestaciones de Alejandro Eder, bien se puede volver a deducir: la violencia en el Cauca, ya lo han resaltado historiadores como Guido Varona, Miguel Borja, Guido Enríquez, tiene sus causas en la desigualdad cierta y en sus consecuencias de marginamiento y abandono, que explican porque en su territorio hay más de cuarenta mil hectáreas de cultivos de uso ilícito, coca y marihuana; producción igual a la del país de hace veinte años.
Las declaraciones mencionadas, vislumbran el principio de la protesta incluso antes de la pandemia pues venían del año 2.019, no se ha podido entender que estrategia está detrás de la presentación de una reforma tributaria, con sus mayores afectaciones en las medianas y pequeñas empresas y en las clase media.
El retiro de la reforma tributaria, incluye la aceptación de que contenía una equivocación fiscal, económica y social, acentuada por el retiro del ministro, que nunca debió renunciar sin salir a explicar las razones de estado que la motivaban, ejercicio de democracia participativa que nunca se hizo.
Visión integral la que plantea Alejandro Eder, de la situación de la Ciudad de Cali, y lógica la red que teje con el norte del Cauca y además con todas sus regiones vecinas, la importancia de su vinculación en varios aspectos con el departamento del Valle, es una mirada de doble interés que debe propiciarse, para que los beneficios y las responsabilidades sean reciprocas y además porque son necesarias.
Si bien es cierto en el Cauca, como en todas las regiones se adelantan especulaciones sobre los últimos acontecimientos, más cuando se presentan estas notorias reflexiones, cualquier consideración debe partir del estudio sobre la muerte de casi doscientas personas en los últimos tiempos, respecto de las cuales, el silencio no solo ha sido del estado, sino que ha contado con la complicidad social.
Hay un solo aspecto que se quiere agregar a las posiciones del doctor Eder, la nación colombiana no superara la protesta y el vandalismo, mientras la cultura no incluya en su Constitución la debida atención a la protesta, pues si con marchas, vandalismos y taponamientos, incluidas balas y muertes, no se atiende, entre tanto esa situación se da, reventaran muchas revoluciones, porque todo se repite, no otra es nuestra historia, aun en la de Henao y Arrubla.