Aislados pero atentos

10:01 am 25-marzo

ROBERTO RODRÍGUEZ FERNÁNDEZ

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En tiempos de emergencias es cuando mas se sufre la falta de una democracia real. Para el momento actual, aislarse es lo conveniente para reducir los contagios, pero ello no es lo mejor para muchos, bien sea porque para obtener sus ingresos dependen de los demás y sin ellos quedan desprotegidos, o simplemente porque las alienaciones los han llevado a no poseer la fortaleza mental necesaria para soportar un encierro preventivo.

Caemos en cuenta que los aislamientos masivos y confinamientos obligatorios implican muchas cosas que no tenemos: disciplina social, prácticas de aseo constantes, comportamientos protectores, altruismos.

Las pandemias asustan, profundizan aquellas sensaciones de incertidumbres en las que hemos vivido por cuenta de los modelos económicos elitistas y las políticas públicas violentas y codiciosas. Las angustias y miedos ante las posibilidades de “no ser o no estar”, las rutinas, la pérdida de gusto por algunas cosas, todo ello lleva a las depresiones, y ya sabemos lo que estas significan.

Los conflictos internos agravados, el respeto a las diferencias que se sigue dejando de lado, los juicios condenatorios sin bases ni pruebas, elevan los niveles de las violencias intrafamiliares, y en condiciones de encierro tienden a agudizarse por variadas razones.

No faltan quienes ven en estas situaciones una fuente de negocios, como en Estados Unidos donde se utilizó información privilegiada para vender y especular con acciones de empresas; o como las manipulaciones con los precios de los artículos, o los acaparamientos, saqueos, abusos, sobre todo tratándose de medicamentos, utensilios médicos, alimentos, transportes.

Toda emergencia tiene efectos económicos, en las inversiones, en el valor del dólar, en los empleos y comercios; y tiene efectos políticos, con gobernantes que se relegitiman o deslegitiman por sus acciones y omisiones. No se trata de pedir ahora acciones o mecanismos de “mano dura”, sino solo reclamar efectividad en las medidas propuestas, coordinaciones entre los funcionarios, mayores suministros y presupuestos.

Claro, existen algunos sectores sociales en los que personas y colectivos son mas proclives a asumir sus autoprotecciones, con defensas concertadas, pero requieren del apoyo estatal, y este no es seguro. Además. esas capacidades para adaptarse a mejores circunstancias de vida, para resolver problemas comunes, tienen siempre por base la “solidaridad”, los sentimientos y prácticas de unidad y ayuda mutua, expresados como derechos de las comunidades.

Derrotar los miedos exige condiciones materiales de vida que se traduzcan en un mejor vivir, el poder contar con seguridades, vivir con afectos, saludablemente, ejercer derechos y cumplir deberes –racionalmente- y pensar por si mismos.

Es decir, tener una democracia real. Las emergencias desatan muchos problemas, pero las soluciones se siguen derivando del mismo tronco indispensable: reformas progresistas, leyes y políticas que permitan satisfacer las necesidades y solucionar problemas sociales, prácticas pluralistas y efectivas para un buen vivir y para resolver pacíficamente los conflictos.

Pestes, hambres y violencias encuentran en las confraternidades, compañerismos y auxilios mutuos las formas y caminos para encauzar recursos y energías hacia mejores condiciones de vida, preventivas y reconstructoras de las dignidades humanas., siempre en lo concreto y nunca solo en los discursos.