- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Clasificados
- Especiales
HÉCTOR RIVEROS
@hectorriveross
El Presidente Duque completa por estos días los primeros 100 de ejercicio presidencial y arrancan los primeros balances y las comparaciones inevitables. Yo me anticipé a decir que podría ser un gobierno de transición como Carlos E Restrepo, Eduardo Santos o Alberto Lleras, pero he oído a votantes suyos que dicen preocupados que le encuentran cierto parecido con Andrés Pastrana.
La acusación no es menor, Pastrana es para muchos el peor presidente de la historia contemporánea de Colombia, sus resultados fueron desastrosos en temas económicos y sociales y, como consecuencia de su pésima estrategia con la guerrilla, durante su gobierno el conflicto armado escaló a niveles impensables.
Pero la comparación no la hacen por los resultados sino por el estilo. A Pastrana siempre se le criticó su banalidad. La opinión pública ha castigado ese estilo con las peores evaluaciones cuando se pregunta por la favorabilidad de quienes han ocupado la presidencia. La encuesta Gallup ubica consistentemente a Pastrana como el peor calificado.
En al menos cinco cosas le han encontrado parecidos de estilo a Duque con Pastrana: el estilo conciliador que la gente identifica con falta de liderazgo, su gusto por los viajes al exterior, su atracción por los personajes del deporte y la farándula, sus dificultades en la relación con los políticos y su tendencia a gobernar con los amigos personales.
A la mayoría de los colombianos parece gustarles un liderazgo más asertivo. Los propios funcionarios y políticos se desconciertan cuando Duque dice estar siempre dispuesto al diálogo. Cuando un Ministro está listo para dar una pelea, el Presidente hace una declaración diciendo que hay que oír y que no tiene dogmas. Así le ha pasado a Carrasquilla con la propuesta de reforma tributaria, a la ministra de minas con el fracking, al ministro de defensa con la protesta social.
La disposición al diálogo podría ser considerada una virtud, pero en Colombia son mejor valorados líderes del estilo de Uribe, o incluso de Petro, que los que son como Fajardo o Duque calificados como tibios.
En el Gobierno del Presidente Pastrana los ministros se quejaban de que les faltaba “línea” e incluso trataban de tomar decisiones arriesgadas sin consultar porque decían que si preguntaban en la Casa de Nariño los bloqueaban.
Un director de un medio de comunicación importante, en una expresión muy bogotana dijo: “le mata la vaina internacional”. Votó por Duque y fue el primero que me dijo alarmado: es como Pastrana. Se quejaba de que no había alcanzado a llegar a la Casa de Nariño cuando ya estaba en Panamá, igual que Pastrana lo había hecho en su momento que había ido a Ecuador.
El periodista hizo la afirmación porque Duque a la segunda semana alistaba un viaje a Paraguay a la posesión presidencial. Aún no se conocía el periplo por Estados Unidos con ocasión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, ni la criticada visita al Vaticano, en el que usó el método de las flotas: Roma e intermedias.
Hoy está, otra vez, en Europa, ahora para conmemorar el centenario de la terminación de la primera guerra mundial. Pastrana viajó 57 veces y por más de 220 días. Duque lleva 5 viajes y unos quince días. A ese ritmo el record de Pastrana está en riesgo.
Sin duda el mundo está cada vez más globalizado y los viajes del Presidente pueden ser importantes, pero a la mayoría de los colombianos les parece un derroche y mucho más si cometen errores de protocolo como los que cometieron en la visita al Vaticano.
A los medios bogotanos les parece un “oso” que el Presidente ande regalando la camiseta de la selección Colombia, en un momento de no mucho brillo del equipo del que seguramente Macron conoce pocos jugadores. Las fotos con Macron y el primer ministro de Canadá le parecen lo máximo.
A Duque le gusta el fútbol y todo el deporte, por eso en estos días ha habido espacio para Mariana Pajón y Nairo Quintana. También le gusta el vallenato. Ha cantado con Carlos Vives y dicen que recibió a Silvestre Dangond. Lo de Maluma, en cambio, parece un puro cálculo de los estrategas de comunicación de Palacio, quizás pensaron que esa imagen aflojaba a los miles de jóvenes que marchaban pidiendo mejorar las condiciones de la educación superior.
Pastrana también se fotografiaba con boxeadores, cantantes, actrices y toreros.
El parecido que le encuentran a Duque con Pastrana por no haber conformado mayoría en el Congreso es en realidad una injusticia.
Pastrana, cuyo partido -como el de Duque- era minoritario en el Congreso, armó una coalición llena de mermelada que después de rompió porque quiso lavarse las manos de un escándalo de corrupción que involucraba a esa coalición. Duque en cambio no consiguió armar coalición y, claro, tendrá dificultades similares y sus ministros enfrentarán mociones de censura como cuando Néstor Humberto Martínez, en épocas de Pastrana, debió renunciar para evitar que la estrenaran contra él.
Es cierto que Duque y Pastrana nombraron a sus amigos cercanos, a los compañeros de la universidad, a los partner de las fiestas de juventud, a los contertulios de los almuerzos en Washington, a los amigos de infancia. En ambos casos fueron personas bien formadas, aunque sin experiencia en el Gobierno.
En épocas de campaña, los contradictores nos amenazaban con que se iba a parecer a Uribe y que por ello tendríamos riesgos de debilitar la democracia. Otros, para desprestigiarlo, lo comparaban con Santos, cerraban las discusiones con un lapidario: “si es igualito a Santos”, en especial porque compartía –decían- su política económica.
Ahora nos dicen, como en la ley de Murphy, que la cosa podía ser peor y que en realidad se parece es a Pastrana.
Comentarios recientes