Por Olga Lucía Volverás
El proyecto zarigüeya busca concientizar y sensibilizar a las personas frente al cuidado y conservación de estos marsupiales. Su creadora es la activista por los derechos de los animales Alejandra Salazar, una comunicadora social y abogada, que gestionó esta iniciativa a partir de una experiencia que tuvo hace más de tres años, cuando llegó a sus manos una zarigüeya en situación de discapacidad. En ese momento se dio cuenta que la gente tenía un rechazo fuerte frente a estos animales.
“Me di cuenta que esto era un foco, y que era necesario para empezar a hablar de la protección de estos animales. Para ello me empecé a educar y a formar redes, afortunadamente tuvimos un apoyo increíble e incondicional de rehabilitadores de fauna silvestre de otros países”, dijo Alejandra.
Alejandra cuenta que cuando el proyecto inició, rescataron varios animales, sin embargo, como son fauna silvestre, vieron la necesidad de entablar un contacto con la CRC y trabajar de manera mancomunada. También agrega que: “Funcionamos como puentes de rehabilitación inmediata, pero también tenemos nuestro fuerte que es la educación. Con el apoyo del movimiento Animalistas Cauca hemos visitado cerca de ocho municipios en el departamento del Cauca, así como colegios, barrios, veredas y universidades”.
Hoy en día este grupo hace parte de la red de apoyo, rescate y rehabilitación de Estados Unidos, Brasil y México, quienes siempre les han brindado su conocimiento y ayuda.
Sensibilidad heredada
El interés por la protección de los animales de Alejandra surge desde su hogar, pues su madre también es una activista que ha realizado una ardua labor en pro del bienestar animal. Empezó hace nueve años rescatando animales, pero se dio cuenta que había otros problemas, por lo que tiempo después decidió estudiar derecho para tener un conocimiento jurídico y aportar más a los procesos que desarrolla.
Otra decisión importante en su vida fue la de volverse vegana. Afirma que es uno de los retos más grandes porque el veganismo va más allá de concebir una alimentación que no tenga nada de origen animal, pues es una postura ética y filosófica que está en contra de la explotación, crueldad, tortura y muerte hacia los animales.
“A grandes rasgos el veganismo es el respeto por el otro y vivir sin generar toda esa serie de sufrimientos, ni quitarles la vida a otros seres. Hace 7 años yo consideraba que la proteína animal era muy importante, pero a partir del activista Israel Gary Yourofsky conocí sobre esta realidad. En un solo día cambié de una dieta muy rica en animales a una totalmente en vegana”, asegura Alejandra.
La educación es la clave del cambio
Alejandra también es activista de la Fundación Animal Safe, desde donde desarrolla un importante trabajo pedagógico.
Este movimiento de orden internacional tiene activistas en gran parte del mundo, y hace más o menos tres años, se conformó un grupo en Popayán, con el ánimo de realizar diferentes actividades, por ejemplo, en medio del Paro Nacional, convocaron ollas comunitarias libres de explotación animal, las cuales se han venido realizando cada viernes, sábado y domingo, en diferentes barrios de la ciudad.
“Entendemos que es un tema más sensible y desconocido, pero para esto también se han articulado diferentes herramientas pedagógicas que nos empiezan a hablar de esos otros animales, de granja, que hemos naturalizado su consumo y explotación”, dijo Alejandra.
Otro proyecto con el que Alejandra trabaja la línea educativa es con Animalistas Cauca, una red que reúne a todos los líderes y lideresas que trabajan por los derechos animales en el Cauca. Realizan jornadas de esterilización y adopción en diferentes municipios y llevan a cabo capacitaciones en temas como fauna silvestre y marina, políticas públicas y la incursión en la política con la bandera animalistas, entre otros.
Además, desde el proyecto zarigüeya han trabajado la educación en materia de derechos animales con niños y niñas, pues están convencidos que el fortalecimiento de la relación de los infantes con los animales es la clave para más adelante lograr una cultura más responsable, sensible, respetuosa y empática con los animales. Como herramienta de enseñanza, han creado un cuento titulado ‘Las aventuras de Simona, la zarigüeyita valiente’, que, a través de su recorrido narrativo, se muestra a los niños la importancia de este marsupial dentro del medio ambiente y el por qué se deben proteger.
Alejandra asegura que la recepción por parte de la comunidad a los proyectos que buscan proteger a los animales ha sido bastante buena, pues haciendo una comparación de años atrás, el evidente el cambio de percepción que la gente ha tenido en temas como la protección de marsupiales, lo que se ve reflejado en los reportes que las personas hacen sobre casos de maltratos de los mismos.
Para Alejandra, la formación política es indispensable, porque por más que existan activistas, voluntarios y fundaciones, no se podría de manera particular abarcar toda la problemática que hay en torno a los animales.
“En el caso particular de Popayán se cuenta con una política pública para la protección de los animales, pero no ha sido implementada, no se ha estipulado de manera real el tema de presupuestos y no se está ejecutando en el momento. Sin embargo, desde la administración se está avanzando en un centro de bienestar animal. Pero, encontramos que Popayán tiene el gran problema de los caballos carretilleros, vehículos de tracción animal, que es un tema que todavía no se ha realizado la sustitución, y es un acto de crueldad a los animales, además de ser un problema a nivel ciudad debido al tránsito y circulación dentro del municipio”, aseveró la activista.