NELSON EDUARDO PAZ ANAYA
El tendero, personaje en ocasiones de alguna manera romántico, bonachón, malgeniado, espontaneo, de todos los tamaños y figuras, los hay gorditos, flacos, altos y bajitos, de dulzura, de risas y de seños fruncidos del enojo, de paciencias y de angustias, con deudas y sin ellas, dados a compartir y a tener reservas.
Está desde los tiempos de la colonia; el esposo y el amante de doña Dionisia eran los tenderos de la época, parte y principio de una historia, surtían a Popayán de todos los productos traídos a lomo de espalda humana y de mula desde el puerto del Río Magdalena en el Huila, por el camino de Inza, sorteando horribles realidades.
Era tendero el chapetón que no quiso prestar el florero para adornar la mesa de Llorente, que según Henao y Arrubla, dio lugar a la protesta y a la revolución en Santa Fé de Bogotá contra el poder español y a partir de allí a la firma del Acta de la Independencia.
El proceso de poblamiento de las regiones gira en torno de la tienda establecida en la orilla de los caminos, a partir de ellas la conformación de las veredas, los poblados, los municipios; así se hizo la geografía del país, sobre la cual, la nación y el estado.
En este transcurso, con el desarrollo industrial se dio el capitalismo, con su característica de propiedad de los medios de producción, libre mercado, autonomía de empresa y de asociación, expuesto a la oferta y la demanda, con trabajo asalariado y la promoción de la competencia como eslabón del progreso; con el tiempo sus ideólogos y estrategas han propugnado por tener la mínima interferencia del estado, el neoliberalismo en boga, la globalización, los desequilibrados tratados de libre comercio, las trasnacionales sin fronteras.
En territorios como el del Cauca, en donde por muchas circunstancias históricas, las empresas pequeñas no tienen posibilidad de poder participar en igualdad de condiciones a las de otras regiones, la presencia de cadenas nacionales e internacionales como los D1, Justo y Bueno, Ara, obliga presentar comentarios en aras de tratar de proteger el emprendimiento, el trabajo, la producción local, la tradición de esfuerzos de varias generaciones, la posibilidad de un crecimiento económico equilibrado, a fin de no empeorar la situación actual.
Cuando tratadistas de reconocimiento mundial como Daron Acemoglu, coautor del texto universal “Porque fracasan los Países” y su reciente investigación ‘El pasillo estrecho’, insiste con vehemencia en que no se encuentra un vínculo directo entre el libre mercado, las reformas favorables a este y la democracia, advirtiendo como la concentración del poder económico socavara el sistema, es un llamado a atender por sus razonamientos y estadísticas.
Agrega de manera resaltada que, las democracias necesitan naciones con mercados inclusivos, mercados que se basen en servicios públicos, medidas de estado que creen un campo de juego nivelado, incluye la recomendación de la regulación, que propenda por mermar la desigualdad, con sociedades en donde se den posibilidades.
Estas observaciones dan una alerta grave para el departamento del Cauca, no solo están condenadas a desaparecer las tiendas; los supermercados de mediano nivel sufren peores circunstancias, a fin de cuentas el tendero por la proximidad y por ese servicio diario que incluye el crédito de afán y otras actividades comerciales como el de guardar las llaves de la casa vecina, puede sobrevivir, pero desaparecerán muchos negocios medianos, a no ser que sean simples lavaderos.
Estas cadenas de ventas de “Grupos Económicos”, con excedentes de las utilidades financieras, con productos maquilados por industrias acosadas por la crisis, atentan contra la permanencia social, siendo más peligrosos para la duración de la democracia que las organizaciones calificadas como subversivas, por la afectación a estructuras necesarias para medianas condiciones de armonía social.
Las instituciones políticas y gremiales, deben definir posiciones sobre estas circunstancias, con mucho criterio y verticalidad, más allá de las pretendidas leyes del capitalismo rampante, por cuanto sin territorio, será imposible la supervivencia del sistema.
Estos procesos de desarraigo de fuentes tradicionales de ingresos, causan daño. En el Cauca más de veinticinco mil familias dependen de estos negocios, sus beneficios mueven productos locales como café, maíz, frijol, papa, panela, carne, que no venden estas superficies porque todo lo traen y se llevan las utilidades. Autoridades locales, partidos políticos, organizaciones sociales y tenderos, del Chileno Carlos Vignolo: “Asociatividad”.