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SEBASTIÁN SILVA IRAGORRI
Es difícil de creer, pero los más intolerantes suelen ser quienes se publicitan como tolerantes, tal vez sin darse cuenta, o al contrario, lo hacen a propósito, para evitar argumentaciones y así tratar de imponer sus ideas, sus creencias, sus opiniones e incluso sus costumbres, a la fuerza. Muchos males causan los intolerantes en su accionar y ejemplos abundan en el Mundo.
En España, los enemigos de Fray Luis de León, molestos por el éxito del Profesor de la Universidad de Salamanca, optaron por acusarlo en 1572 ante el Tribunal de la Inquisición por haber traducido del Latín ‘El Cantar de los Cantares’ de Salomón. Esta y otras acusaciones le significaron estar en prisión por más de 4 años.
Fue un acto de absoluta intolerancia, pero quienes lo acusaron eran los «tolerantes» de la época. Honorato de Balzac en obras que forman parte de su “Comedia Humana”, trae ejemplos de intolerancias que lo llevaron a decir que «Las pesadas sandeces de individuos de cortos alcances asesinan al hombre de talento».
Hay otros ejemplos en ‘Un Arte de Vivir’ de André Maurois quien dice claramente que «El hombre que piensa con palabras puede poner en movimiento, sin esfuerzo, naciones, ejércitos o continentes» pero que, si su acción está signada en la intolerancia de ideas, puede provocar la destrucción de un mundo y el final de una civilización. Volviendo nuestros ojos a Colombia es detestable observar como algunos periodistas transforman su tribuna de opinión en trinchera de activismo político, donde solo reina su verdad y donde son enviados a la inquisición pública quienes desafíen sus pensamientos, pero eso sí, se llaman a sí mismos progresistas y de avanzada, cuando son todo lo contrario, reaccionarios y regresivos, que no han tenido recato en avalar el desconocimiento de la voluntad popular en el Plebiscito y en aplaudir a rabiar el Fast Track, mecanismo que suprime la deliberación en el Órgano Legislativo que debe ser deliberante por esencia.
También, algunos políticos creen tener la verdad revelada ante la cual nadie puede discrepar. Esta actitud nos ha costado graves disputas y guerras civiles por doquier. No tienen una pizca de indulgencia, sino agresividad e incluso llegan hasta la vulgaridad. Ya lo he dicho varias veces, hay que ser tolerantes con la opinión ajena, pero firmes en nuestras convicciones con estilo y elegancia.
No hemos podido por intereses de Cuerpo reformar la Justicia para mejorar la atención al ciudadano y permitir su fácil acceso a sus aparatos de decisión, porque no quieren desprenderse de sus privilegios, sino aumentarlos, olvidando al ciudadano. De alguna forma democrática habrá que lograr la reforma que todo el País reclama y necesita.
Otra intransigencia es mantener un régimen electoral que favorece la reelección indefinida de quienes representan al pueblo en las Corporaciones. Debería existir un límite pedagógico, por un tiempo, que permita la alternación y los relevos en el accionar de la representación política.
Peligroso también es el tema relativo a la división artificial que alguien hizo entre «Amigos y enemigos de la Paz», pues todo aquel que haga la más mínima insinuación u observación al llamado «intocable» Acuerdo de Paz es tachado de enemigo de la Paz.
Esto es máxima intolerancia, y lo más aberrante, viene de quienes se denominan amigos de la Paz. Como podemos ver, hay tanto fanatismo que quiero hacer un llamado a quienes se llaman a sí mismos «tolerantes», sin serlo, a que reflexionen y piensen que hay diversidad de pensamientos y creencias y practiquen lo que tanto predican. Los progresistas y de avanzada somos los que tenemos conciencia de la diversidad, la respetamos en su integridad, no imponemos nuestros credos, pero sí defendemos con firmeza nuestros Principios sin obligar a nadie a practicarlos.
Cuánta falta hace la Sinceridad que nace de la convicción y no de los intereses creados como en la obra de Jacinto Benavente. Henry Kissinger decía, «Estoy siempre convencido de que lo que hago es lo que tengo que hacer” “No se puede solo calcular».
Mi opinión final: Seamos sinceros y leales.
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