- Inicio
- Mi Ciudad
- Mi Región
- Política
- Opinión
-
Deportes
- Copa El Nuevo Liberal
- Judicial
- Clasificados
- Especiales
HORACIO DORADO GÓMEZ
Este escrito tiene doble propósito: informar y prevenir. Se volvió un tormento viajar a Cali. Es un martirio el trayecto Popayán- Santander de Quilichao y viceversa. Es un suplicio atravesar la cordillera con sus curvas y la seguidilla de tracto-camiones, que convierten el viaje en la más terrible condena. Sí, condena por soportar largas horas sentados en un automotor, hasta tanto no construyan la doble calzada Santander-Popayán, obligándonos a ser previsivos, saliendo por lo menos, con una hora de antelación a fin de llegar a tiempo a nuestro destino sin estas fatigas.
La vida está llena de experiencias de aprendizajes, lo doloroso es no aprender de ellas. Voy al grano. Yo, que presumía de respetuoso de las leyes de tránsito, cometí una infracción, detectada a través de “foto-multa” en Santander de Quilichao por exceder la velocidad indicada, pese a que, la vía está señalizada en todo su trayecto. Las señales están visibles, pues “la alegría de ver y entender es el más perfecto don de la naturaleza”, pero no la aprovechamos.
Mi actitud es propositiva para el bien común, porque, saber manejar implica coger un vehículo y echarlo a andar; en cambio, saber conducir es direccionar ese vehículo, tomando el control para respetar las normas de tránsito. En otras palabras, manejar cualquiera lo puede hacer, pero no todos los que manejan saben conducir. Esa es la gran la diferencia.
La causa: todo el mundo puede tener licencia para manejar un vehículo, aunque para entregársela, nunca le hayan enseñado a conducir, porque no controlan a quienes los certifican con “el pase”, sin haber asistido a las clases obligatorias como lo indica la norma, poniendo en riesgo la seguridad en las vías.
La consecuencia: calles y vías llenas de conductores imprudentes que omiten las señales de tránsito, convertidos en un verdadero peligro al volante, prueba de ello, son los múltiples accidentes de tránsito que nos impactan a todos y que nos obligan a reflexionar acerca de las medidas que deben aplicarse para que estos hechos, no ocurran.
Vuelvo al principio, y ojalá que entiendan que la medida de la “foto multa”, -sistema de cámaras que detectan la infracción- es necesaria, porque toca la parte más sensible del ser humano: el bolsillo. Pero, la razón más importante de tal imposición, es que la gente por actitud propia nunca asistirá a una charla de previsión vial. Acuden obligatoriamente al curso, por obtener el descuento del 50% de la sanción. Lo provechoso es, asistir con mente propositiva, para graduarse de conductores de vehículos más prevenidos para acatar y no atacar las señales de tránsito; para estar más dispuestos a cumplir el código de tránsito, obedeciendo la velocidad permitida, las señales de pare, ceda el paso, los semáforos en sus colores respectivos; estacionar el vehículo en lugares permitidos; respetar al conductor del otro vehículo, al peatón, al animal que cruza y por supuesto a nosotros mismos. En fin, el aprendizaje es, una cuestión actitudinal que convierte a la persona que maneja en un buen conductor. El asunto es, proponérselo…
Civilidad: Si todos fuéramos prepositivos, lograríamos las metas anheladas.
Comentarios recientes