Se ha anunciado que habrá un nuevo acuerdo entre el gobierno y la guerrilla de las FARC para establecer unas nuevas condiciones para que esa organización se desarme voluntariamente y acepte someterse en adelante al ordenamiento jurídico. Las señales son claras, el contenido es previsible, las reacciones también y los escenarios de debate están definidos.
El nuevo acuerdo tendrá la estructura del anterior, se simplificará parcialmente su redacción, por tanto, el que ahora sí será el acuerdo final no tendrá casi 300 páginas y en comparación con el primero las modificaciones serán casi todas las que están insinuadas en un comunicado conjunto de la Corporación Dejusticia, la Fundación ideas para la paz y otros “pensadores” de la paz que resumieron bien los posibles puntos intermedios entre lo originalmente acordado y las peticiones de quienes se tomaron la vocería de los del NO.
Se convendrá que no todo el acuerdo sea considerado como acuerdo especial y se le bajará a la afirmación de que forma parte del bloque de constitucionalidad, se harán precisiones relacionadas con los temas de tierra y participación política con el fin de tranquilizar a los voceros del NO y se aclarará la redacción en lo que tiene que ver con el enfoque de género para evitar los pretextos relacionados con la denominada “identidad de género”.
A las tres preguntas fundamentales que harán los del NO, la respuesta será: NO. No habrá cárcel, pero se precisará el concepto de “restricción efectiva de la libertad” y el contenido final se acercará a lo que propuso Martha Lucía Ramírez; No se inhabilitará a los jefes de la guerrilla para hacer política porque esa es la esencia del acuerdo y No se desmontará la Jurisdicción especial de paz, aunque algún guiño habrá para los defensores de la jurisdicción ordinaria.
El acuerdo no dejará satisfecho a los del NO especialmente a los del Centro Democrático quienes dirán que se está desconociendo el resultado del dos de octubre, que no hay cambios de fondo y etc y decretarán una batalla campal para desconocer el acuerdo. Convocarán a los ciudadanos a elegir a sus candidatos en el 2018 y entonces “desaprobar” el nuevo acuerdo y, dirán que no permitirán que haya impunidad. Organizarán todo tipo de shows en el Congreso, irán a la Corte Penal Internacional y a la OEA y etc. Los medios entrevistarán a los precandidatos, que ya en campaña formal, saldrán indignados a insistir en que ellos quieren la paz, pero no así.
Queda la duda de a cuántos de los que se han atribuido el NO se lograrán convertir al SI. Probablemente a algunos cristianos y Martha Lucía Ramírez que parece apostar genuinamente a que haya un nuevo acuerdo aceptarán lo pactado con algunas observaciones y así nos iremos. Probablemente otros, como la senadora Sofía Gaviria acepten el nuevo acuerdo porque será expreso en la obligación de las FARC de reparar a las víctimas
No habrá nueva refrendación, porque jurídicamente no se necesita y porque política y prácticamente es inviable. Esa decisión también será Troya. El presidente dirá que se llevarán al Congreso las decisiones de la implementación y que los cambios legislativos y constitucionales se adoptarán por los trámites ordinarios salvo que la Corte Constitucional, como lo hará a comienzos del año próximo, declare inexequible el artículo 5 del acto legislativo que aprobó el procedimiento rápido de implementación, pero lo condicionó indebidamente a la refrendación. Los tiempos dan bien: se aprueba antes de diciembre la amnistía y lo demás se tramita a mediados de febrero cuando la Corte se pronuncie, en el entre tanto se hará alistamiento administrativo.
El papel de los del SI, será llenar las plazas. La refrendación será literalmente en la calle y la disputa política será así: los del Centro Democrático con todo tipo de pronunciamientos en contra del nuevo acuerdo; la mayoría del congreso a favor de la nueva fórmula y el dictamen final dependerá de que se pueda decir que la “gente” reclamaba el Acuerdo Ya y que ahora lo respalda.
El Gobierno se dedicó hasta ahora a “chocholiar” a los del NO ahora lo tendrá que hacer con los del SI, que son con los que cuenta de verdad. La jugada de Santos, diseñada y ejecutada con la habilidad del jugador de poker, es una especie de mano “sangrienta”: las cartas están destapadas y hay una tapada que es la de la reacción ciudadana, ¿la gente comprará la tesis de la trampa o preferirá la de un Acuerdo Ya? ¿Se llenará la Plaza de Bolívar para apoyar el nuevo acuerdo?
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