El próximo año será, en términos políticos, una especie de año de transición. No habrá elecciones de ningún tipo y en Colombia ya no tendremos la expectativa de cerrar un acuerdo para alcanzar el fin de las Farc. Las elecciones que habrá en otros países no serán tan interesantes como las que llevaron a Trump a la presidencia de los Estados Unidos. Ni siquiera habrá Juegos Olímpicos o Mundial de Fútbol para paliar el aburrimiento.
Los debates alrededor del acuerdo con las Farc y su implementación se volverán repetitivos e inútiles. La economía no sufrirá sobresaltos, así que solo el Fiscal Néstor Humberto Martínez y algo de agitación social nos sacarán de la rutina.
Martínez, en los pocos meses que lleva en la Fiscalía, ha dado muestras de tener capacidad y deseo de mostrar resultados concretos y contundentes en materia de corrupción y de lucha contra el crimen cotidiano. Es un vuelco en la orientación del ente investigador que en los años anteriores se concentró, sin éxito, en la persecución de organizaciones criminales.
El Fiscal ha ordenado la detención de un concejal de Cartagena por comprar su curul, develó un desfalco en Ecopetrol de más de 30 mil millones de pesos y ha señalado a varios políticos de estar comprometidos en carruseles de contratos en alcaldías y gobernaciones. Pareciera que Martínez va a hacer ruido y eso producirá efectos políticos especialmente en algunas regiones.
El impresionante caso de Yuliana se convirtió en una oportunidad para la Fiscalía para mostrar eficacia. Desde el punto de vista penal es una especie de caso fácil porque todas las evidencias están ahí a la mano. Hay rastros de todos los movimientos del asesino y pruebas técnicas que permiten verificar con grado de certeza de su participación en el crimen. Eso permitió que se hiciera el llamamiento a juicio en tiempo record y quizás en enero tendremos un condenado con la máxima pena como debe ser.
Me atrevo a vaticinar que dentro de un año cuando se esté escogiendo personaje del año en la lista aparezca Martínez. Es un buen abogado, conoce profundamente el funcionamiento del estado, tiene una gran habilidad política, ha conformado un buen equipo, ha tomado decisiones políticamente correctas como eliminar cargos en el exterior. Si no se distrae tratando de meterse en la implementación del acuerdo con las Farc, en el que no se le reconoce ninguna competencia a la Fiscalía, podrá entregar resultados en materia de combate a la corrupción y lucha con la criminalidad común que la gente le reconocerá.
El otro factor que algo animará el año será la movilización social. Hay varios hechos que permiten suponer que habrá gente en las calles y las carreteras protestando por lo uno y por lo otro.
La reintegración de las Farc y su conversión en movimiento político se expresará con agitación social y por tratarse de un año pre electoral habrá muchas fuerzas políticas tratando de canalizar el descontento por cualquier cosa y eso moverá huelgas y paros.
Lo demás será picaresca política sin capacidad de trascender. Los medios le gastarán días a la sucesión en la vicepresidencia, cuando se acerque la renuncia de Vargas y empezarán a registrar alianzas políticas como lo hizo La Silla con el propio Vargas y el “clan” de los Aguilar en Santander, pero todo eso política menuda que pasa rápido.
El Congreso se concentrará en la implementación del acuerdo con las Farc. A los alcaldes y gobernadores se les habrá acabado el período de gracia y ya no podrán echar culpas a sus antecesores por lo que o ganan el favor de la gente o empezará a haber operaciones de recolección de firmas en todas partes para promover la revocatoria de su mandato. Esa amenaza también servirá para salir transitoriamente del aburrimiento.
Claro que el 2016 fue un año atípico. Estuvimos sacudidos por la posibilidad de cerrar un acuerdo para terminar el conflicto de principio a fin y el debate llegó a sus momentos más álgidos. A los sobresaltos de la “paz” se sumó el polarizado escenario internacional que tiene a Gran Bretaña con un pie afuera de la Unión Europea y a los Estados Unidos al borde de iniciar un incierto período presidencial que puede afectar todo el orden internacional.
Este año fue tan lleno de noticias extrañas o negativas que hasta el América recuperó su cupo en la primera división del fútbol colombiano.
Los protagonistas de la política podrán tomar respiro en el 2017, tendrán tiempo de ubicarse en el partidor y tomar fuerzas para afrontar el 2018 que será de vida o muerte. Dentro de 17 meses Colombia tendrá quizás las elecciones más cruciales de su historia y ahí la cosa será a otro precio.
Comentarios recientes