Videos feos y explicaciones insuficientes

HÉCTOR RIVEROS

@hectorriveross

El Fiscal General de la Nación y el senador Gustavo Petro están en situaciones similares: se han revelado hechos, grabados en videos, sobre los cuales deben explicaciones a la sociedad y no han logrado darlas.

Ambos se defienden excusándose en las motivaciones que tienen quienes revelan los audios y los defensores de los dos se acusan mutuamente de querer usar un caso para tapar el otro.

Nada de eso los exime de dar las explicaciones, ni, sobre todo, de asumir las consecuencias derivadas de que sus explicaciones no desvirtúan lo que aparentemente prueban los videos.

Para no caer en la trampa urdida por ambos de referirme a sólo un caso, decidí hacer una doble columna que ponga de presente lo que, a mi juicio, es lo más relevante de cada caso

Un fiscal ad hoc, pero de verdad

El debate que se llevó a cabo en el Senado confirmó los temores: Néstor Humberto Martínez como abogado conoció en detalle una parte de los hechos de corrupción que cometió la empresa brasileña Odebrecht y ahora como Fiscal, interviene en las investigaciones debiendo haberse declarado impedido. Lo nuevo es que también usa ese poder para “defenderse” de quienes han cuestionado su actuación.

A las preocupaciones que ya había, Martínez agregó unas aún mayores: que podría usar el enorme poder de la Fiscalía para obtener información indebida sobre el trabajo de los periodistas y los congresistas, que un sindicado como Luis Fernando Andrade no tiene garantías porque el jefe del organismo que lo investiga lo acusa de conspirar en su contra, que conoce las pruebas que para los demás ciudadanos están reservadas en casos en los que se investigan conductas en las que él tuvo un grado de participación en el pasado y por tanto respecto de él debería haber incluso un mayor grado de reserva que el que existe para los demás ciudadanos.

La defensa de Martínez es, a mi juicio, la confesión del abuso. El Fiscal comienza el debate como ciudadano y lo termina invocando su condición de Fiscal y a lo largo de su intervención hace un detallado informe de la gestión de la Fiscalía y confiesa que todo eso se ha hecho bajo su dirección, para cuyo ejercicio estaba impedido.

No deja de ser impactante que un Fiscal General fustigue a sectores políticos en la forma como lo hizo Martínez con la izquierda. Tienen a partir de ahora razones suficientes para sentirse amenazados y no protegidos por la justicia de Colombia

Después del debate, la Corte Suprema de Justicia no solo confirmó los impedimentos que ya le había aceptado a Martínez, sino que agregó que sus subordinados también lo estarían y que no ofrecen garantía de imparcialidad. La decisión de la Corte se provocó por la petición de una funcionaria proba, eficiente y honesta como la Vice fiscal María Paulina Riveros (que no es pariente mía).

El Fiscal ad hoc, de acuerdo con la decisión de la Corte, es para investigar prácticamente nada. Le enviarán solo tres casos, uno de los cuales está terminado porque se otorgó un principio de oportunidad, otro está archivado y el otro es un asunto menor en medio de una maraña de conductas que pueden llegar a ser el caso de corrupción más grande que haya ocurrido en Colombia.

Pareciera una comedia, pero formalmente es así. Todo el país espera con gran expectativa el nombramiento de un fiscal al que le mandarán dos expedientes cerrados y uno sin importancia.

Desde tiempo atrás se ha construido la tesis de que el Fiscal General solo se declara impedido en los casos en los que directamente debe adoptar decisiones judiciales, en los demás, que le corresponden por competencia a fiscales de conocimiento el Fiscal no tiene que expresar sus eventuales impedimentos, a pesar de que le corresponde la dirección y coordinación de todo el aparato de la Fiscalía y actúa como su vocero.

Esa tesis que ahora, erróneamente, confirma la Corte, permite la enorme contradicción de que Martínez diga que se ha declarado impedido y que con algo de cinismo celebre el nombramiento de un Fiscal ad hoc para dos expedientes terminados mientras mantiene la dirección y coordinación de 17 o más investigaciones relacionadas con los mismos casos.

Hay sin embargo una salida y depende de quien resulte designado como Fiscal ad hoc, por tanto, el principal criterio para su escogencia debería ser determinar si esa persona está o no dispuesta a asumir esa decisión.

El Fiscal General ad hoc debe ejercer las atribuciones que tiene para acumular todas las investigaciones relacionadas con la corrupción promovida por Odebrecht que se encuentran en la Fiscalía.

Quien ejerza como Fiscal General puede, en este caso debe, priorizar esos casos, asignarlos a la una unidad de contexto que debe ser independiente, unificarlos, revelar patrones comunes de conducta, identificar los responsables y etc.

De lo que se trata es de saber si tendremos un fiscal de verdad o si vamos a aceptar la mentira de garantía de independencia cuando en la práctica seguiríamos con la situación absolutamente irregular que ha habido hasta ahora.

Prueba ácida

Petro no ha explicado, al contrario, intentando aclarar ha develado circunstancias que lo podrían complicar aún más. Sus contradictores políticos están, como es obvio, haciendo una fiesta y están convencidos que con eso saldrán de Petro.

La revelación del video sin embargo no le plantea un desafío a Petro, ni a sus contradictores, sino a sus seguidores, o a quienes tienen algún grado de afinidad ideológica con él o al menos comparten su postura en contra de quienes lo cuestionan.

Es como si nos hubieran puesto a quienes opinamos y participamos en política, como ciudadanos, como opinadores, como políticos un examen de ética.

Sería un gran ejercicio de clase tomar el video y cambiar la cara de Petro por la de otros políticos y medir las reacciones de cada uno. El talante del estándar ético está en juego.

Si, por ejemplo, con Petro de protagonista aceptamos la tesis de que de eso no debemos hablar porque fue revelado con la intención obvia de aliviar la situación del Fiscal Martínez, valdría la pena probar si aceptaríamos esa tesis con la cara del Ñoño o de cualquiera otro de los senadores.

Sería bueno preguntarnos cómo hemos actuado en casos anteriores, qué tan rápido hemos sido en el juicio o que tanto beneficio de la duda le hemos dado a los que se han visto implicados en situaciones de las que se puede derivar la comisión de un delito.

Uno de los mayores problemas que tenemos como sociedad es el poco rechazo social a las transgresiones a la ley. Nos rasgamos las vestiduras por los casos de corrupción, pero nos tiembla la voz cuando se trata de amigos, copartidarios o colegas.

Es una reacción rara porque la indignación debería ser mucho mayor si uno encuentra que un amigo ha incurrido en un acto indebido. Es que a esa persona le hemos brindado un mayor grado de confianza que a un desconocido y por tanto la defraudación es mayor. En una especie de mezcla de compasión católica y de relativización de la definición entre lo bueno y lo malo, las personas se solidarizan, compran rápido las teorías de la persecución, aceptan las justificaciones

Lo normal pareciera ser exactamente lo contrario. Es que si, por ejemplo, he recibido en mi casa a quien considero un amigo, he hablado con él de lo mala que es la corrupción, incluso hemos planeado juntos cómo promover causas anti corrupción, y después resulta implicado en conductas indebidas la ofensa es mayor conmigo que con los demás y por tanto el nivel de solidaridad esperado debería ser incluso menor y mayor la indignación y el reproche.

El video en el que sale Petro recibiendo fajos de billetes no solo es estéticamente feo, sino por el contenido de la conversación muy comprometedor. Hablan de “ir en el negocio”, de “porcentajes”, de “sopas”, en fin, el lenguaje es el que se usa en los bajos fondos de la política.

Quienes usan la red social twitter para sindicar, fustigar, controvertir, podrán hacer el ejercicio de cuántos trinos pondrían en función de quién es el protagonista de la historia y comparar con cuántos han puesto ahora, si la reacción sería sustancialmente distinta cabría preguntarse si somos injustos con algunos a los que no les aceptamos explicación alguna y condenamos sin pruebas o si estamos siendo exageradamente benévolos con quienes consideramos amigos o cercanos.

Los uribistas que ahora fustigan a Petro sin compasión, son los mismos que alguna vez en circunstancias parecidas consideraron injusto el tratamiento que ha tenido Andrés Felipe Arias para poner un ejemplo y han invocado el impacto sobre sus hijos pequeños. Los petristas que ahora piden tiempo para recibir las explicaciones, se esfuerzan por no ver delitos y etc son los mismos que sindican de corrupción, sin fórmula de juicio a contradictores políticos

Lo de Petro, a pesar de sus enemigos, seguramente no tendrá consecuencias jurídicas como no las tuvo la financiación ilegal de las campañas de Oscar Iván Zuluaga y Juan Manuel Sanos en 2014. He oído a varios de los petristas acudiendo al mismo argumento de que violar las normas electorales no era delito, y etc, podrían contratar a los mismos abogados que lograron que el Consejo Electoral declarara prescritas las conductas y transcribir las declaraciones del Fiscal General diciendo que eso no era delito.

La defensa jurídica no es la difícil, aunque se vea igual de feo como el video, tener que echar mano de las teorías que antes usaban aquellos a los que acusaban de corruptos indolentes.

Como si fuera un juego de mesa, ahora en navidad, será interesante que en reuniones familiares o de amigos hiciéramos el ejercicio de cambiar la cara del video y medir nuestras reacciones.