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    Vaticinios concretados

    FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO

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    La interpretación acertada de los indicios existentes permite predecir sucesos futuros. Terminada la Minga Indígena del Cauca (marzo-abril/2019), el asesinato de líderes sociales, su aniquilamiento, desplazamiento forzado, desaparición, etc., prácticas inveteradas de los detentadores del poder político para eliminar o amedrentar sus enemigos escalaron exponencialmente, trasmutando en catástrofe humanitaria contra las comunidades nativas.

    La Minga referida mutó de paro local -Cauca- en regional -Valle, Cauca, Nariño, Putumayo, Huila, Caquetá-, afectando la economía nacional, el comercio internacional -Colombia,  Ecuador, Perú- y las estructuras del poder político, erigiendo momentáneamente a las minorías étnicas en núcleo aglutinante de los intereses mayoritarios. Una vez levantada, previmos los acontecimientos criminales que se desatarían en el departamento, pues el gobierno nacional aunado con los gremios productivos, del transporte, el comercio interno y externo, y políticos del CD, instrumentaron las formas para asediar a los manifestantes, incitando a sus conmilitones con el embuste de que “los indios son los responsables de la situación del Cauca”. ¡Sabotaje, judicialización y represión estatales irrumpieron furiosamente contra los mingueros! Dijimos, entonces, “Hoy se conoce la formación y consolidación de grupos paramilitares en el Cauca, patrocinados por las fuerzas antes mencionadas, para prevenir y enfrentar violentamente la próxima Minga. ¡El enfrentamiento es inminente!”



    En lo corrido de 2019, hasta el 13 de agosto, han muerto asesinados 36 indígenas sin que la Justicia estatal haya condenado a ninguno de sus artífices materiales o intelectuales. Las modalidades “paracas” son los amedrentamientos y atentados, los homicidios individuales selectivos y, próximamente, veremos razzias y masacres comunitarias, esto es,  ¡Neoparamilitarismo de punta! Creado el Bloque Calima -1999-, se aceleró el proceso de concentración territorial para desarrollar actividades ilícitas camufladas tras la mampara de la ganadería, hotelería, turismo y recreación. Las estructuras sicariales eliminaron a los líderes sociales que se opusieron a su proyecto acumulativo. El trasfondo de la organización paramilitar es la necesidad de tierras para producir, distribuir y exportar marihuana, látex y cocaína. De ahí su sevicia contra las comunidades campesinas, negras e indígenas que procuran acceder a un retazo de tierra para sobrevivir.

    Los paramilitares implantaron en el norte del Cauca -lugar estratégico para cultivar, procesar y comercializar sustancias psicoactivas- un orden fundado en la fuerza y el terror. Hoy, más fortalecidos que siempre, operan en pequeños grupos motorizados, armados y patrocinados por la tenaza Estado-Particulares-Narcos, ejecutando políticas tendentes a “hacer trizas” los Acuerdo de Paz suscritos en La Habana y acallar violentamente las voces que protestan contra la injusticia e inequidad reinantes.

    Los objetivos esenciales del paramilitarismo -narcotráfico, acaparamiento de tierras, incorporación en las actividades económicas lícitas y en la dirección política del Estado-, riñen diametralmente con las aspiraciones populares -redistribución de tierras, sustitución de cultivos ilícitos, democracia participativa. Los paramilitares empuñan la daga criminal del sistema oligárquico para conservar su poder y brevas y, consecuentemente, ¡tienen vigencia perpetua! Culminada su aparente desmovilización -2004-, continuaron adscritos a los carteles internacionales de la droga, posicionándose como los principales productores de cocaína en el mundo y, concomitantemente, como vanguardia sicarial contra los líderes populares.



    ¡Los muertos continuarán atestando nuestros campos! Aceptar acríticamente la falacia de la responsabilidad indígena en la lamentable situación económica, social y política que padece el Cauca, convertir tal mentira oficial en verdad objetiva, rechazando razones de hecho, conduce a desconocer y negar irracionalmente las causas profundas de la realidad social. La esencia de nuestros conflictos armados se encuentra en la concentración y desaprovechamiento territorial. Finalizar la guerra, enterrar los promotores del paramilitarismo, cesar el exterminio campesino y construir la paz, exige implementar sin dilación una auténtica Reforma Rural Integral que supere perentoriamente nuestras desventuras.