Tras el sendero de la anaconda

El filme emociona y conmueve hasta nuestras fibras más íntimas, porque la belleza que a cada instante descubrimos es abrumadora.

María Alexandra Méndez Valencia

Especial para EL NUEVO LIBERAL

El equipo de filmación hace una travesía en lancha por el Amazonas. / Foto Suministrada – El Nuevo Liberal.

El Director de ‘El Sendero de la Anaconda’, Alessandro Angulo, y al lado los investigadores Wade Davis, Martín Von Hildebrand, también responsables del documental.

El documental ‘El Sendero de la Anaconda’, producido por Caracol Televisión y ‘Laberinto Producciones’, con el apoyo de Colciencias, fue dirigido por el también productor y cinematógrafo colombiano Alessandro Angulo Brandestini, y se estrenó recientemente en las salas de cine de todo el país.

El largometraje evidencia la lucha de los indígenas colombianos para proteger la Amazonía. También busca generar un alto nivel de conciencia que permita ejecutar acciones para conservar y preservar la exuberante, rica y variada naturaleza que tenemos en Colombia, además de contribuir a sensibilizar a las personas y actores ajenos a las temáticas relacionadas con la ecología.

La historia

La producción relata el encuentro entre el antropólogo y etnobotánico colombo – canadiense Wade Davis con el etnólogo y antropólogo colombo – estadounidense Martín Von Hildebrand, y el recorrido de éstos investigadores por el Amazonas colombiano, en busca de las huellas del notable biólogo norteamericano Richard Evans Schultes, profesor de Davis en la Universidad de Harvard, por lo que este periplo podría considerarse como un adentrarse en tiempos pretéritos, vistos desde la óptica del presente si consideramos que es bueno mirar al pasado para apreciar el presente y tener una perspectiva del futuro.

Schultes fue comisionado en 1941 por el gobierno de Estados Unidos para desplazarse al Amazonas colombiano en busca de especies de caucho resistentes a las plagas con el fin de evitar una crisis mundial en la producción de ese material del que dependía el éxito en la Segunda Guerra Mundial.

El investigador aprovechó sus viajes para estudiar de los temas que verdaderamente le interesaban: la botánica y el estudio de las plantas alucinógenas. Schultes recolectó más de 24.000 especímenes vegetales, publicó varios libros sobre etnobotánica, entre ellos la descripción del veneno curare, que comenzó a ser utilizado como relajante en las cirugías

El documental se basa en el libro ‘El Río’, escrito por Wade Davis, dedicado a narrar sus exploraciones y descubrimientos en la vasta región amazónica. En el texto, describe los viajes de Schultes por el Amazonas de nuestro país, y también se ocupa del pasado de ese territorio, de su presente posiblemente esperanzador debido a la firma de los Acuerdos de Paz. Además, lanza una señal de alerta sobre la creciente deforestación que anualmente arrasa 200.000 hectáreas de bosque.

Los datos del ‘Instituto Sinchi’ ilustran con más realismo esta crítica situación, pues señalan que se han destruido el equivalente a cinco millones de canchas de fútbol.

En el filme Davis regresa a algunos de los parajes en los que estuvo su maestro ochenta años atrás, los mismos en los que Schultes, capturó valiosas imágenes con su cámara Rolleiflex, y creó uno de los archivos antropológicos más importantes sobre la región amazónica.

Los investigadores Davis Y Von Hildebrandt acompañados de Angulo director de la cinta, viajaron por tierra desde Bogotá hasta San José del Guaviare. En esa ciudad abordaron un antiguo avión DC3 que los llevaría hasta el municipio de La Pedrera, a orillas del río Caquetá, en el Departamento del Amazonas. Después continuaron la travesía en lanchas que los llevaron primero por el río Pacatá, para seguir por el Mirití – Paraná, al gran Apaporis y finalmente volar al Parque Nacional Natural Chiribiquete.

Los relatos de Wade Davis refieren su historia personal y la relación afectiva que éste estableció con la región a la edad de veinte años, cuando la visitó por primera vez, guiado por el fuerte influjo que ejerció en él su maestro Richard Evans Schultes, quien la recorrió durante un periodo de doce años, en busca de plantas y otras especies. Pero también, la película está permeada por el conocimiento y el gran cúmulo de las vivencias de Von Hildebrand quien se ha dedicado a proteger esta región y a los grupos socioculturales que habitan en ella. Los líderes de las comunidades indígenas también tienen voz en el filme, por cuanto presentan su propia visión sobre este territorio y los graves problemas que ha afrontado tales como la evangelización, la esclavitud, la explotación de las caucheras, la caza indiscriminada, la minería ilegal, el narcotráfico y la tala masiva de bosques.

Angulo expresa que la finalidad del documental es que los colombianos descubran una nueva forma de sentirse a través de la riqueza biológica y cultural de esta gran selva. Al respecto dice “En mis documentales siempre muestro algo de Colombia que sí funciona. Muestro que hay otra manera de ser colombiano. Esperamos que también sirva para que las comunidades indígenas se sientan orgullosas de sus culturas y lo que han hecho por guardar este territorio. Que cuando se vean en la pantalla vean que nosotros los admiramos y agradecemos lo que han hecho”.

Las experiencias de Schultes, Wade, Von Hildebrand y las de los líderes indígenas, dieron la pauta para que se pensase en crear un corredor ecológico y cultural que protegería 200 millones de hectáreas de la Amazonía.

El proyecto fue denominado con el nombre de ‘El Sendero de la Anaconda’, y mantendría la conexión natural con el océano Atlántico, la región de la Amazonía y Los Andes permitiendo el flujo genético y de especies. En caso de consolidarse esta iniciativa, cruzaría ocho países e involucraría a 385 comunidades indígenas y 30 millones de personas. Se estima que el 50% de ese territorio ya goza de alguna figura legal de protección, pero la falta de conectividad entre todas las áreas representa un riesgo alto.

El filme emociona y conmueve hasta nuestras fibras más íntimas, porque la belleza que a cada instante descubrimos es abrumadora. Todas estas razones nos deben impulsar a cuidar la región que posee la selva y el río más grandes de la Tierra, porque los planes para proteger el aire, el agua, lo salvaje, y la vida silvestre, son de hecho planes para proteger al hombre, y porque el verdor que aún subsiste de la Amazonía, nos recuerda que la vida es un llamado a la esperanza.

El rodaje

Fue un verdadero desafío narrar esta historia en un territorio, tan maravilloso pero a la vez tan agreste, a cuyos lugares más recónditos difícilmente podría llegar un equipo de producción de diez personas y varias cámaras si no hubiera sido por dos guías y traductores de lujo muy compenetrados con la selva que atrae y cautiva, pero también amedrenta e inspira mucho respeto. Cinco personas de las comunidades también los acompañaron en este intenso y al mismo tiempo, contemplativo recorrido. Con mucho que referir y con una espectacular fotografía, que cuenta entre otras, con espléndidas imágenes del inmenso río Amazonas, rodeado de una variopinta flora y fauna, el documental es una joya cinematográfica. Lo cierto es que cuando uno está sentado ahí, frente a la pantalla grande, con una banda sonora que le imprime todavía más majestuosidad a cada una de las escenas, no solamente dan ganas de llorar, sino que hace que mucha gente se pregunte: ¿yo por qué no he estado ahí? ¿Por qué me estoy perdiendo de conocer ese paraíso único?,¿por qué viajamos a otras latitudes en busca de destinos que me estremezcan el alma, si es que el más maravilloso de todos está en mi país?