Solidaridad

MABEL LARA

@MabellorenaLara

Y llegaron con su fuerza, con sus bombas no convencionales y se enfrentaron con la gente. Las imágenes que circularon nos destrozaron el alma, niños golpeados y afectados con los gases lacrimógenos, desordenes provocados por la represión y cometidos por los vándalos y delincuentes parte del problema. Mi puerto está llorando y en punta de lanza los acompañamos quienes conocemos de cerca el olvido estatal de décadas y décadas, de presidentes, alcaldes, concejales, ministros, senadores y colombianos en general.

Sus quejas son más que válidas, son la expresión del cansancio, del hastío pero esencialmente del irrespeto de todo un país que se niega a reconocer que  Buenaventura es Colombia. Las cifras una y otra vez los medios de comunicación las repetimos para ayudar a dimensionar la situación del puerto más importantes sobre el pacífico colombiano pero en síntesis la historia de esta novela es que la riqueza que entra por Buenaventura no se conduele de la situación de su pueblo y sólo pasa, sale a beneficiar a otros dueños que evidentemente no son los locales.

Salud, agua potable, educación, seguridad es lo que están pidiendo, en el fondo exigiendo trato con dignidad, las pancartas y los mensajes de la semana han estado marcados por la indignación y la protesta pacífica, pero no oyen, no escuchan.

En el año 2104 tras la noticia de cuerpos descuartizados que aparecían en las orillas de los ríos o flotaban por el mar de nuevo el aparato estatal intervino y prometió, prometió el famoso plan 24-24 por ejemplo. Agua potable 24 horas en 24 meses, hoy llegan tan sólo 14 horas o incluso 18 horas de agua al puerto que tiene siete cuencas hidrográficas, 500 ríos y 45 millones de metros cúbicos de agua pero un servicio eneficiente.  ¿Cómo no estar ¨verracos¨ si en medio de la indiferencia les mienten?¿Cómo no estar molestos si jamás se ha dimensionado la importancia del pacífico, pero de su gente, en este país mezquino e impasible?

Pero no es sólo Buenaventura, también es Chocó, Acandí, Instimina, Quibdó, Lloró, Timbiquí, Guapi, el pacífico grita y este país no hace nada. Recientemente el diario the Washington post bautizó a Tumaco como la capital de la coca en el mundo, doloroso pero cierto. Las voces de alerta no se hicieron esperar, en Bogotá opinadores y políticos rechazaron semejante mote, el vicepresidente visitó la zona, prometió proyectos de sustitución de cultivos y alianzas institucionales para proteger a los líderes sociales que también vienen siendo asesinados por disidencias de las FARC, llegaron todos, se tomaron la foto y se fueron.

Esta no es una protesta de afrodescendientes o índigenas, es una manifestación de colombianos en uso de sus derechos como ciudadanos para exigir el cumplimiento de las promesas incumplidas. Buenaventura sigue en pie de lucha y su protesta también debería ser suya como parte  de esta región saqueada, abusada y violada esclava de la pobreza e indiferencia; es y debería  suya como un acto de franco de solidaridad al considerar que sus libertades también  se benefician al proteger las libertades de otros.