Rubén Darío y el mundo intelectual

SILVIO AVENDAÑOSILVIO E. AVENDAÑO C.

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El progreso material contrastó con lo antiguo. En las ciudades burguesas de la balcanizada Hispanoamérica surgieron empresas de capital extranjera. La burguesía bien bancaria o industrial desplazó a los patricios. Muchos se lanzaron a la industria y muchos fracasaron. Ascender no fue fácil, pero “progresar” fue la aspiración de muchos. Y en ese mundo donde se respira el aire burgués, el artista habitó el mundo anfibio. Ya Charles Baudelaire, como observador sensible y clarividente, había captado lo que Walter Benjamin, en el Siglo XX, calificó como “pérdida del aura” en la prosa de la sociedad burguesa. “¿Qué son los peligros de los bosques o de las praderas comparados con los choques diarios de la civilización?” Baudelaire respiraba “lo efímero, lo fugitivo, lo contingente, la mitad del arte cuya otra mitad es lo eterno y lo inmutable”. ¿Qué sentido tiene la percepción del poeta en el horizonte del estadio positivo, de la ciencia y de la técnica, planteado por Augusto Comte?” Por una parte, lo que importa es la ganancia, la utilidad, el éxito, el dinero; además, el artista vive en el sueño, la esperanza, la utopía que contradice, la prosa del tiempo. Mallarne plasmó un tipo de escritura que “podría arrojar los incisivos términos del lenguaje como los arqueros tracios disparaban sus sinuosas flechas”.

En torno al vaho de cigarrillos, alrededor de la cerveza y tazas de café expresaron los intelectuales, como Rubén Darío, su sensibilidad, su disentir frente a la prosa despiadada del capitalismo que arrollaba. Unos se refugiaron en el pasado, como es el caso de Miguel Antonio Caro que se empeñó en la utopía, que no mira hacia el futuro sino al pozo del pasado hispánico. A su vez, Rafael Núñez, con el ojo futurista escéptico, preveía que la estática social, planteada por el positivismo, podría zozobrar frente a las tendencias que afectaban la estabilidad política de la República. No en vano escribió: “La República espiritual, con su aureola de esperanzas infinitas, debe venir al socorro de la República laica”. El catolicismo fue un “baluarte” para Rafael María Carrasquilla, veía un peligro en la doctrina liberal y el marxismo. José Asunción Silva, en el poema El mal del siglo, dibuja al hombre sensible, sentimental, sensitivo en la atmósfera posterior a los años 50 del siglo XIX, El médico le recomienda para no padecer el “desaliento por la vida: “-“Eso es cuestión de régimen: camine/ de mañanita; duerma largo, báñese; / beba bien; coma bien; cuídese mucho, /!Lo que usted tiene es hambre!…”.

Otros miraron al pasado indígena y comenzaron a encontrarse en el terruño, los valores ancestrales, buscaron “la tierra, la sangre”. Rodo llamó a la juventud, en nombre de Ariel. “La concepción utilitaria, como destino del hombre y la igualdad en lo mediocre, como norma de la producción social, componen, íntimamente, relacionadas, la formula, de lo que ha solido llamarse en Europa el americanismo”. No sería hasta después de 1900, cuando la estética de Baudelaire y la idea nihilista de Nietzsche, se convirtieron en la nueva base sobre la que los intelectuales pudieron adoptar algunas políticas, organizado vanguardias, como el expresionismo (1911).