Que tal Aquiles, todo lo que esta sucediendo con el médico Julio César Klinger, le dice su esposa antes de sentarse a almorzar, tu sabes que en nuestra parroquia todo puede pasar mujer. Esto me hace recordar Aquiles que hace unos años atrás pasó algo igual con el médico José Joaquin Dulcey, que trataba a mi mamá. Que le pasó, pregunta Aquiles. Ella me comentó que lo persiguieron, le tenían envidia, lo trataron de loco por sus labores médicas, tuvo que abandonar la ciudad, se radicó en Pasto que lo acogió con cariño y les sirvió a sus gentes hasta sus últimos días. Remató diciéndole: Cuando murió, muchos de los que lo aburrieron lamentaron su deceso e incluso fueron a su entierro. Eso somos mujer, le ripostó Aquiles.