Paso a las comunidades
RODRIGO SOLARTE
Todos los días aprendemos algo de los procesos sociales y políticos, propios, y de países que los medios de comunicación nos aproximan visual y auditivamente para interpretarlos.
La cotidianidad, experiencias, información, época, reflexiones y aspiraciones, tanto individuales como familiares, grupales y colectivas, alimentan la interpretación que humana y libremente hagamos.
La sistematización académica de los procesos ha llevado al conocimiento que llamamos científico, tanto en la naturaleza como en las especies terrícolas incluyendo la humana, considerada como la más desarrollada e inteligente, tan finita como las demás.
Considerando época, progresos del conocimiento, problemáticas y procesos diversos con los liderazgos reconocidos, desde entonces con gran influencia de mujeres y hombres jóvenes, nos dimos la Constitución de 1991, la misma que pese a la casi desaparición de los partidos tradicionales, inconsecuentes con ella, orientan hoy, con sus principios plurales, multiétnicos, pacifistas, participativos, descentralistas, prioridad de lo público sobre lo privado, a nuestras comunidades tanto campesinas como urbanas, decididas a transformar para el buen vivir, sus condiciones de vida y contextos.
Un paso adelante en esa dirección observamos en las elecciones para juntas de acción comunal, concejos, diputados, alcaldes y gobernador, del 27 de octubre, coincidiendo con luchas masivas por derechos en comunidades y sociedades de esta Latinoamérica de la esperanza para nuestros pueblos, y dolor de cabeza para quienes no entiendan o quieren entender, de qué lado hay que estar en la historia de este siglo XXI.
En comunidades como las campesinas del Cauca compuestas por indígenas, afrodescendientes y mestizas, todas presentes también en Popayán, el DERECHO A LA VIDA es su prioridad.
Los guardias indígenas y autoridades propias, legalmente reconocidas y pacíficamente organizadas para defender derechos humanos y su territorio, continúan resistiendo el crónico genocidio que han agudizado quienes prometieron hacer trizas los Acuerdos de paz; seguir viviendo de la violencia, el narcotráfico, la minería ilegal, las corrupciones, la exclusión, racismo y “odio de clase” que se respira y escucha en algunos sectores de la sociedad caucana y colombiana.
Será trascendental reto para todas y todos los elegidos en un Departamento como el nuestro, comprometido con la paz regional al igual que la gran mayoría de caucanos y colombianos, cuyos procesos irán marcando pautas para otras regiones del país, por el liderazgo que con empresarios, comunidades del campo, la ciudad, ejercito, policía y Esmad, asuman.
Ganarse la confianza es diferente a comprarla. La corrupción estructural dejó las arcas vacías y planean endeudar más al país y sus habitantes para solventar tantas necesidades, reclamos y acuerdos incumplidos.
Ya entendemos mejor el porqué se burlaron de los casi 12 millones de colombianos que votamos las medidas anticorrupción, la misma epidemia que tiene al Sistema Neoliberal acudiendo a medidas dictatoriales y militaristas, atribuidas burdamente a infestaciones vecinas que también tomaron la vida y la paz con justicia y dignidad como bandera de este continente y siglo XXI.
Otras columnas de opinión continuarán escribiendo o hablando de grupos humanos específicos como los Universitarios con su responsabilidad de enseñar y aprender de las comunidades diversas, constitutivas de un diferente y/o complementario futuro para El Cauca.
Del cómo asumen las nuevas autoridades elegidas y sus equipos, los procesos en marcha o los cambian responsable y con transparencia ante la ciudadanía, su elector, etc.
Bien conocemos que NNA (niñas, niños, adolescentes) por no ser productores todavía, y los ancianos, por haber gastado ya su fuerza de trabajo físico y mental no pocas veces, frecuentemente son marginados de las políticas sociales o utilizados esos resursos económicos para otros fines.
Pendientes debemos estar todos, tanto de las problemáticas como de procesos ¨ solucionáticos¨.
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