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    Para empezar a cambiar

    ELKIN QUINTERO

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    “Lo que se necesita más bien es un juego de argumentación, en el cual razones motivantes reemplacen argumentos definitivos”.

     Jürgen Habermas

    Más allá de la igualdad homogeneizadora y la defensa de la diversidad que ignora la equidad; desde la igualdad de diferencias todas las personas tienen el mismo derecho a ser y a vivir de forma diferente, y al mismo tiempo ser tratadas con el mismo respeto y dignidad. Según Paulo Freire, no se pueden concebir las diferencias de manera tolerante e igualitaria mientras estén relacionadas con la idea de superioridad entre cultura. Desde lo anterior, el colegio y la escuela deben ser el reflejo de una sociedad diversa y plural.

    Para los docentes el desafío es comprender que sólo el reconocimiento de las diferencias no es suficiente para alcanzar una educación igualitaria y lo que se hace fundamental es que todas las personas, independientemente de su origen, cultura, creencias, estén incluidas y que sus voces sean escuchadas.

    En los espacios de la educación del siglo XXI se ha permitido el acceso al conocimiento, obtenido de la ciencia y de la escolaridad. Es esencial para promover transformaciones y desenvolverse en el mundo actual que todos se apropien de su poder transformador. Cuando nos referimos al aprendizaje debemos incluir en el aula de clase algunos instrumentos fundamentales como el diálogo, la reflexión y los contenidos y habilidades escolares que constituyen la base para vivir incluido en una sociedad multidisciplinar.

    En este sentido, Paulo Freire, argumenta que existe un interés universal por el conocimiento y esa curiosidad epistemológica debe obligar a que todas las personas sean capaces de hablar, escuchar, explicar, comprender, aprender. Asimismo, Wells se refiere a la actitud de cuestionar el conocimiento a través del diálogo, mientras que Vygotsky afirma que todas las personas tienen la capacidad de usar el contexto de manera instrumental, como una herramienta para transformar su propia psicología y el curso de su desarrollo.




    Hoy, los docentes deben tener presente que, para superar el abandono escolar y la exclusión social, es necesario crear prácticas educativas democráticas, creativas e incluyentes en las que todos puedan participar sin temor alguno. Cuando toda la comunidad está involucrada solidariamente resulta mucho más fácil transformar las dificultades en posibilidades, mejorando así las situaciones culturales y sociales de toda la comunidad educativa.

    Debemos tener claridad que uno de los mayores problemas de la escuela del siglo XXI es la falta de motivación; gran parte de los estudiantes no encuentran sentido asistir al colegio/escuela. Este problema ya ha sido identificado y discutido por muchos autores; Freire, por ejemplo, reconoce que la enseñanza ocurre de manera distanciada a las experiencias vividas por los estudiantes. Desde esta dinámica, son muchos los estudiantes que aseguran que algunos profesores crean un ambiente hostil y no se preocupan por sus reales experiencias. Por ello, urge reconstruir las contribuciones y diferencias culturales para ser tratadas de manera igualitaria; será la forma que el estudiante sienta que la escuela valora su propia identidad y respeta sus prácticas sociales. Cuando la escuela admira las individualidades de sus estudiantes, estará garantizando su éxito en el aprendizaje; solo así, ese niño, niña, adolescente o joven encontrará sentido en aquello que está aprendiendo. Felicitaciones para aquellos maestros que fomentan la creación de sentido y promueven la confianza y el empeño de sus estudiantes en la búsqueda de sus realizaciones personales y colectivas.

    Es válido hoy recordar que la educación debe promover interacciones que hagan posibles cambios positivos en la vida de las personas. Estas interacciones deben estar permeadas por un diálogo igualitario que permitan una gran conquista social: la superación de las desigualdades.

    Para una educación verdadera en el siglo XXI, la fuerza debe estar en el ejemplo más que en la posición jerárquica de quién está hablando. Debemos promover que el diálogo sea igualitario, donde todos tengan la misma oportunidad de hablar y de ser escuchados sin distingo de raza, credo, ideología o posición social.