Para Don Quijote la justicia es conservadora

mateo mala horaMATEO MALAHORA

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De camino al lugar donde vivo nuevamente me he encontrado con Don Quijote, que ahora, por razones de seguridad, me ha dicho que prefiere no pasar por el Barrio La Pamba por temor a perder su cabalgadura, su escudo, los libros de caballería, sus botas enceradas, su daga y su espada dorada.

Optamos no pasar por El Hueco y me aceptó una cena en el Restaurante El Quijote como para sentirse en su tiempo.

Me dijo que como en La Habana estaban empantanados con el problema de la justicia, que me agradecería que habláramos sobre ese tema que le parecía importante, tanto que en Don Miguel de Cervantes puso en su boca esta frase que se volvió memorable: “Cambiar el mundo, amigo Sancho, que no es locura ni utopía, sino justicia.” Sin embargo, quiero advertirle Malahora que lo de “utopía” es palabra que no recuerdo si estaba en la frase pero póngala.

MM.- ¿Dónde sitúa usted Maestro la Justicia?

Don Quijote.- No es tan fácil ubicarla en una ciudad donde cada abogado y estudiante de derecho dice que sin abogados no hay justicia.

MM.- ¿Entonces, cómo la percibe?

Don Quijote.- Lo que le voy a decir, Mateo, no pretende herir susceptibilidades, sobre todo en Popayán, donde hay que cuidarse mucho cuando se pronuncia una frase, recuerde que aquí “se sacrifica un mundo para pulir un verso”.

Históricamente la justicia es conservadora, emerge como un instrumento para mantener el orden del que oprime, es decir que justicia ha legitimado al tirano, al cacique, al esclavista, al emperador; su rostro es implacable como el del negrero y, no se aterre, en mis tiempos era brutal, pero no tanto como en la época de los griegos y romanos.

MM.- ¿Entonces, quiere decir usted que la justicia nació justificando la dominación?

Don Quijote.- Mejor no lo ha dicho Mateo, la justicia puede ser vista como una ilusión, como un engaño, y si hablamos de la justicia durante el Régimen de los Reyes Católicos o, hace poco, durante los tiempos del estalinismo o el fascismo, no era más que un enmascaramiento de cada realidad política y social.

MM.- ¿Insisto, por qué conservadora?

Don Quijote.- Me refiero a mantenerla. El sátrapa, los tiranos y tiranuelos, los autócratas los reyes y nobles justificaban la opresión y se oponían y evitaban por las armas cualquier transformación.

MM.- ¿La justicia juega a la perennidad?

Don Quijote.- Exactamente, en otras palabras, la justicia del que oprime juega a la inmortalidad.

MM.- ¿Quiere decir que no hay justicia fuera del tiempo?

Don Quijote.- La idea de justicia ha sido concebida como petrificada. En el imaginario de las sociedades es observada como imperecedera y constante, por eso mismo surgen agudas contradicciones sociales que se opone a los dueños del conocimiento sin crítica y sin reflexión histórica.

Si la justicia es disimuladora, si acude al camuflaje ideológico para esconder las condiciones sociales que oprimen a sectores débiles de la sociedad, surge una violencia que busca la forma de arrancar el disfraz y acabar con el desequilibrio.

Cuando la injusticia se enquista, cuando el cuerpo de un Estado se anquilosa y se torna en terca exigencia de los déspotas, la justicia, inevitablemente, se convierte en bandera de los oprimidos.

MM.- Escuchó alguna vez al Maestro Álvaro Pío Valencia en el Paraninfo de la Universidad del Cauca o asistió, subrepticiamente, a una clase de Ernesto Saa Velasco?

Don Quijote.- Recuerdo una conferencia tranquila pero demoledora del Maestro Pío y una clase provocadora del Maestro Saa.

Del primero recuerdo: “En nombre del llamado bien común y las oportunidades, que tanto usan los gobernantes, se excluye del bienestar a la mayoría abrumadora de los seres humanos” y del segundo: “La justicia tiene que entender a la sociedad colombiana como conflictiva, -por favor leer a Estanislao-, y la simetría como una excepción”. Injusto será todo acto constitucional o legislativo que no proteja los derechos de los burlados y ofendidos”.

MM.- Se nos acaban las cuartillas. Una opinión sobre Diciembre y la justicia.

El Quijote.- Diciembre es el mes de los desamparados, de los hombres y mujeres pobres a quienes se les arrebató el derecho a soñar. Son los millones que no podrán comprar juguetes ni una cena navideña en los supermercados. Los burlados por la soberbia de los poderosos. Aquellos que no saben qué es el salario mínimo. Los amarrados a la tortura del hambre.

MM.- ¿… y sobre los Reyes Magos…?

Don Quijote.- Los nuevos Reyes Magos del Universo son el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial del Comercio, organismos que reparten oro y controlan a las naciones donde las mayorías viven como en un pesebre. Exigen austeridad fiscal, privatizaciones y libertad para los mercados.

Disfrutaremos de vacaciones. Nos veremos en el 2016. Felicidades. Hasta pronto.