Los chontaduros: de la palmera a los snacks

Cuatro jóvenes empresarios se han encargado de convertir el tradicional chontaduro en un pasabocas empaquetado que hoy se abre camino desde Popayán hacia otras latitudes. La idea surgió en las aulas de la Universidad del Cauca en 2008 y ahora se consolida con la generación de empleos y el establecimiento de nuevos convenios de distribución.

Los chontacones son unos snacks de chontaduro, un emprendimiento que surgió en las aulas de la Unicauca. /Fotografía: Suministrada

Por: Angie Ramírez Meneses

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Universidad del Cauca

El chontaduro ahora no sólo se encuentra en las principales plazas o esquinas del país, sino también en aeropuertos, terminales y en tiendas especializadas de ciudades como Popayán, Cali, Medellín, Bogotá y en el eje cafetero. El atractivo paquete naranja llega hoy al resto del país y al exterior como obsequio de turistas y como un seleccionado pasabocas.

Y es que el chontaduro tiene una presentación distinta: convertido en rebanadas de contextura crocante en un pequeño paquete para disfrutar con miel como acompañante. El chontaduro es, ni más ni menos, un símbolo importante de la identidad del Pacífico colombiano, por ser su fruta representativa y porque además de su madera se hace la marimba, otro elemento significativo de la zona. Por eso este innovador producto se convierte en un embajador de la identidad del suroccidente colombiano y en palabras de Julio Pantoja, Gerente de Nutritost, “la empresa distribuidor de Chontacones ha llegado para complacer el antojo de los fanáticos de esta fruta y para revolucionar la industria de los snacks”.

Del aula al mercado

Los chontacones son el resultado de un trabajo iniciado en el 2008 desde los claustros de la Universidad del Cauca, en la tesis de pregrado en Ingeniería Agroindustrial de Sergio Andrés Lozano. La intención inicial era investigar las propiedades del chontaduro y su implementación en distintas recetas y de ahí surge la idea de convertir el chontaduro en un snack. “El ejercicio con el chontaduro ha sido un reto, porque maneja propiedades físico-químicas distintas a otros productos convertidos en chips, pero quise asumirlo y fue así como se dio el resultado de los primeros chontacones, que para ese entonces fueron medianamente aceptables”, dice Sergio, quien innovó con una nueva presentación del chontaduro.

En el 2010 se une con Andrés Rivera Fierro, un colega unicaucano que se interesó en el proyecto y con el que pensaron en crear empresa con el producto. Luego, Andrés realizó pruebas de investigación con el Centro Internacional de Agricultura Tropical que permitieron fortalecer más la idea que tenían de chontacones, en la que la apuesta principal era conservar las propiedades de la fruta y transferirlos al consumidor sin necesidad de agregar ninguna adición química. El objetivo era tener un proceso orgánico con riquezas de los productos autóctonos y lograr la estandarización y optimización de las cualidades nutricionales.

En el mismo año llegó al grupo Alejandro Acosta, comunicador social egresado de la Universidad del Cauca, quien propondría constituir el negocio legalmente y apostarle a una fuerte imagen empresarial, para materializar y consolidar la idea de emprendimiento.

Finalmente Julio César Pantoja, administrador de empresas y cineasta bogotano, es quien completa el interdisciplinar grupo de socios y quien llegó en un momento oportuno para superar algunos momentos de crisis financiera en la dura tarea de emprender con un producto nuevo.

Así es como han ido constituyendo la identidad de Nutritost S.A.S, empresa payanesa creadora de los chontacones y de los rakkachips, éste último un producto preparado a base de arracacha y que se encuentra en proceso de reforma.

Abriendo camino

Los chontacones, según sus creadores, siguen impresionando a su paso, como lo demuestra la participación en ferias como la de Tuluá, de Cali y la de colonias realizada en Corferias en Bogotá. Pero es la exposición artesanal Manos de oro en Popayán la que los socios consideran más importante, ya que es un espacio donde los compradores van directamente en busca de ellos. Como empresa se encuentran en un momento de creación de convenios para exportar a otros países, como lo han hecho hasta ahora a través de un consorcio vallecaucano que establecido un enlace para enviarlos a España.

Este grupo de trabajo ha contado con el apoyo de profesionales en distintas áreas para consolidar su aporte a través de la generación de empleos, apoyando a madres cabeza de hogar y estudiantes en Popayán. Estos jóvenes empresarios consideran que el objetivo es continuar con el mensaje de rescatar lo tradicional, como también la intención de aportar a la sociedad valores de emprendimiento que han sido la base fundamental de la empresa.

Más allá de las metas en las que se proyectan para distribuir y exportar chontacones, la intención es dejar un claro mensaje de apropiarse de los productos tradicionales y de una forma de hacer empresa basado en valores de confianza con productores de materia prima y con proveedores. En eso enfatiza Julio Pantoja: “No solo con los empleos que podamos brindar se genera impacto en muchas vidas que en otro momento pudieron tomar caminos diferentes, también se logra en la forma en como interactuamos con otras empresas, en donde haya una retroalimentación para cambiar la forma de pensar de la gente, en el tema de cultura de trabajo basado en valores afines a la confianza”.



Investigación y diversificación

La idea es diversificar, porque Nutritost lo que busca es que a partir de materias primas no convencionales crear productos, por ejemplo, con el ulluco, la granadilla de quijo, entre otros, proceso que tras un continuo ensayo y error en la experimentación los impulsa a seguir investigando. En este momento se encuentran preparando un nuevo snack que será una sorpresa para el 2018 y que será insignia del Macizo Colombiano.

“Me parecen importantes los chontacones, para la industria y para el reconocimiento de nuestra ciudad. Han permitido que a través de la curiosidad que generan, quienes los prueben se lleven una buena impresión del Cauca”, señala María Jenny Capote, encargada de una de las tiendas tradicionales de la ciudad. En Popayán, el producto ha tenido una muy buena recepción, como como lo manifiesta Ana Camayo: “Me parecen deliciosos, porque me encanta el chontaduro y en un paquete los tengo a la mano cuando quiera, además de que es un producto que  nos representan muy bien”.

Según Andrés Rivera, aunque el camino ha sido de mucho esfuerzo ha dejado experiencias gratificantes, empezando por el hecho de haber formado una familia con sus socios. Además pretende que se conozca esta iniciativa como empresa y convoca a que inviertan en proyectos como éste, que requieren de una gran financiación y que le aportan al emprendimiento regional.

Es así como a lo largo de casi 10 años han hecho de los chontacones un sinónimo del chontaduro, de desarrollo y de emprendimiento.