La seguridad en tiempos de Duque

HÉCTOR RIVEROS

@hectorriveross

Entre el 7 de agosto del año pasado y el 7 de enero del presente han ocurrido unos 70 homicidios más que en el mismo período del año anterior y las cifras de hurto han tenido un crecimiento del 3%. Claro, en los primeros siete meses del año anterior esos dos indicadores también estaban al alza, pero la relación de los ciudadanos con Juan Manuel Sanos terminó y ahora la tenemos con Iván Duque.

Ayer se confirmó una masacre en Jamundí en el Valle del Cauca, el asesinato de otro líder social en los límites entre el Cauca y Nariño, el homicidio de una persona en la salida de Popayán a Coconuco, la muerte de seis personas en el Norte de Santander. En lo que va de enero han asesinado al menos a 25 personas en Medellín, mataron a tres turistas en La Guajira y a siete líderes sociales. Los medios han registrado espeluznantes infanticidios y feminicidios.

El twitter del ex presidente Álvaro Uribe reporta extorsiones aquí y allá, al menos tres secuestros en el mes de enero, robos a carros de valores y otros delitos. Hace unos minutos informó que en dos días han asesinado ocho personas en el Uraba antioqueño.

El senador solía anteceder cada noticia de inseguridad con la expresión: “herencia de Santos”, en las últimas semanas ha dejado de hacerlo, quizás porque entiende que cada día que pasa esa explicación va siendo insuficiente.

Puede ser que esté temprano para evaluar, lo que sí no está temprano es para tener una política pública de seguridad ciudadana, que durante los primeros meses del gobierno se redujo a combatir el consumo de drogas en los parques, que claro impacta muy poco en los indicadores duros de la seguridad.

El Ministro Botero dijo hace pocos días que si lograba controlar la crítica situación del Bajo Cauca y de Tumaco cambiaría la tendencia del homicidio. En el Bajo Cauca los homicidios han seguido y en Tumaco han disminuido porque los líderes de las bandas delincuencias que estaban enfrentadas hicieron un pacto de no agresión (agréguele que ahora no sabemos si Guacho era Guacho), pero independientemente de ello la situación parece fuera de control, según lo que vemos en el twitter de Uribe.

Duque hace Consejos de Seguridad que según dicen los alcaldes y lo que se registra en los medios son más propaganda de las acciones oficiales que análisis serio de la situación en cada territorio. En La Guajira donde estuvo esta semana, el gran anuncio del Consejo fue el plan para expandir la cobertura de agua potable en la península.

Es cierto que parece haber una preocupación genuina por la situación de riesgo de los líderes sociales y que lamentan los hechos, hacen anuncios, crean comités, pero el resultado es una situación humanitaria crítica como la calificó el vocero del sistema de Naciones Unidas y el Defensor del Pueblo de Colombia y como lo mostró La Silla la situación no solo no mejora sino que empeora.

Duque parecía tener una concepción más integral de la seguridad, a la que empaqueta en el concepto de legalidad que es el que usa en el discurso oficial, pero no ha logrado darle contenido. En ésta materia, como en casi todas, al gobierno le ha costado pasar de los slogans de campaña al diseño y ejecución de políticas públicas.

Espero, de verdad, que, en un ema como éste, al gobierno nacional no le vaya a pasar como al Alcalde de Medellín, que lleva tres años largos “cacariando” sobre el combate a los delincuentes y lo único que ha logrado hasta ahora es que la tasa de homicidios suba en forma continua. Ese es el mejor ejemplo de lo que no hay que hacer en asuntos de seguridad. Es un tema serio como para creer que es como una película de buenos y malos, de policías y ladrones.

Fortalecer la Policía y rediseñar la estrategia de distribución de sus recursos en el territorio es una tarea que no debe esperar más. Para solo citar un ejemplo, es evidente que el número de efectivos y los recursos con los que se cuenta en La Guajira son insuficientes para garantizar la seguridad de los turistas que cada vez visitan más la región.

Que le pongan el nombre que quieran si no quieren reconocer que estamos en una etapa de posconflicto, pero que tomen las decisiones necesarias para adecuar la fuerza pública a una nueva realidad, la de que ya no hay Farc y que por tanto el que fue el principal objetivo en materia de seguridad durante décadas ya no es la prioridad y la lógica de despliegue y de actuación miliar y policial no puede seguir siendo la misma.

En otros temas se puede esperar, no es muy grave que Presidente y Ministros apliquen el método de “aprender haciendo”, pero en seguridad eso se cuenta en vidas perdidas.