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    La hora del diálogo

    DIEGO FERNANDO SÁNCHEZ VIVAS

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    “Temprano levantó la muerte el vuelo”. Elegía, Miguel Hernández – en memoria del estudiante Dilan Cruz.

    El lunes 25 de noviembre del presente año, el joven estudiante de 18 años Dilan Cruz, debía de asistir a su ceremonia de graduación de bachiller en Bogotá. En su lugar acudió su hermana Denis Cruz para pedir por la paz de Colombia y orar por la salud de Dilan quien había salido a marchar por el derecho a la educación y fue gravemente herido por un agente del Esmad. Hoy ya no está y su muerte debe ser el punto de reflexión para un país que no aguanta más sufrimiento y dolor.

    Todavía retumban en los oídos de los colombianos, los ecos sonoros de las marchas iniciadas el 21 de noviembre, miles de personas de todos los orígenes y condiciones sociales, el maestro, el ama de casa, el estudiante, el asalariado, el trabajador, unidos en una sola voz con una consigna irrenunciable, piden cambios profundos en la actual conducción del país.

    Las políticas públicas en materia laboral, pensional, tributaria, salud, educación, servicios, deben atender los intereses de las mayorías y no a intereses de unos pocos que detentan el capital para su usufructo, el Estado debe proteger la vida de sus asociados, líderes sociales, comunidades indígenas, afro, campesinas y a sectores especialmente vulnerables como los niños, los ancianos, el acuerdo de paz debe implementarse sin dilaciones ni obstáculos, los derechos de las minorías deben ser respetados por el Estado.




    No puede ser otra la lectura de las plazas llenas y el sonido de las cacerolas protestando pacíficamente por un actual estado de cosas que no responde a los requerimientos de las mayorías que observan como cada día se deteriora más su condición y la de sus familias y ven un futuro incierto sin un horizonte que pueda garantizar una vida digna para todos los colombianos.

    Frente a esta perspectiva, el Gobierno tiene que convocar a un amplio diálogo en que todos los sectores del país, puedan expresar sus inquietudes sin temor a las represalias, un diálogo constructivo, directo con las comunidades, franco, abierto y con la disposición de materializar en políticas públicas y hechos ciertos, las necesidades y requerimientos de los colombianos. El testimonio de vida y la muerte de Dilan Cruz debe llevar a que todos los colombianos nos unamos en una sola causa, construir un propósito colectivo de Nación para vivir en paz y con justicia social.

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