La falta de la impresora

MIGUEL CERÓN HURTADO

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Tal como se esperaba, ahora sí entró Colombia en la debacle económica, que se mezcla con la situación social y el enredo político que se están viviendo y dejan al gobierno metido en una encrucijada de la que difícilmente podrá salir en lo que resta del período. Por culpa de los cretinos que vienen manejando la economía del país en el presente siglo y que sólo les importa quedar bien con los organismos multilaterales y las calificadoras internacionales, han llevado la economía a la situación de recesión que ya comenzó a mostrar sus señales y que sin duda agravarán la muy golpeada clase popular. La reforma tributaria de finales del año pasado poco va a servir y el déficit fiscal se agudizará en un escenario de política monetaria y cambiaria que no responde a las verdaderas necesidades del país. Mientras que, por otro lado, la otra fracción de la oligarquía, la de la mafia antioqueña, le da garrote todos los días a Santos, quien está más encartado que gallina criando patos con el acuerdo de paz ya firmado, cuyo cumplimiento es muy dudoso tanto por los enemigos como por la ineptitud de las élites de poder.

Por lógica razón, para salir del enredo de la economía no será posible aplicando las mismas fórmulas que lo crearon; esas medidas que favorecen al capitalismo rentista y que se sustentan con el pensamiento neoliberal, cuando su error que data de los años ochenta, condujo a matar la gallina de los huevos de oro. Con el argumento de que el Estado nunca quiebra, estrangularon las finanzas del organismo para obligarlo al endeudamiento como medio de financiación y ahora vemos que el Estado está quebrado, no solo en Colombia, sino en casi todos los países del mundo donde opera dicho modelo.

El Estado que nunca quebraba era el Estado Interventor-Benefactor sustentado en la doctrina keynesiana que ellos destruyeron, porque la columna vertebral de las finanzas públicas estaba en la estructura de financiamiento cuyo eje giraba en la emisión de dinero a cargo del Banco Central, que era una dependencia del gobierno. Pero hoy cuando la soberanía está menguada por la separación del banco, esa función ya no la puede hacer en concordancia con los requerimientos de la economía, porque priman los intereses del capitalismo rentista y así la crisis se vuelve un círculo vicioso del que no se podrá salir por mucho que se posponga el colapso a través de la prórroga de la deuda.

En situaciones como la que hoy se vive, la mejor salida es la emisión de dinero para solventar el gasto público y llevar el déficit al porcentaje sobre el PIB que los organismos multilaterales recomiendan. Por supuesto, no desbocarse en la emisión como en la época de Turbay que imprimió billetes a la lata, sino con el necesario equilibrio racional; porque la fórmula neoliberal de frenar el gasto y elevar los impuestos, ya no tiene por dónde meterse cuando la economía entra en recesión y la base tributaria está agotada como ocurre en Colombia donde ya no caben más impuestos indirectos y los ricos están exentos, situación que nos muestra, después de un cuarto de siglo, que en materia fiscal y monetaria es realmente grave la falta de la impresora.