La ciudad esfumada No. 21

VÍCTOR PAZ OTERO

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Las muchas referencias que en nuestras columnas anteriores hemos hecho sobre los fenómenos histórico-culturales, que desde la fundación misma de la ciudad de Popayán parecen señalarle y condicionarle un presumible derrotero de futuro, convergente con aquello que Spengler llamaba el “alma” de la ciudades; no tiene nada de arbitrario, sino que por el contrario, son significativos elementos que en buena parte explican y clarifican algo de nuestra singularidad como fenómeno urbano.

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Esa constelación de valores, de clara impronta española y de reconocibles y manifiestos contenidos religiosos vinculados a la cosmovisión que instauró la Contrareforma, tuvieron como característica esencial ser de naturaleza premoderna y pre-capitalista. Y por la misma razón fueron valores antagónicos y opuestos a la expansión del protestantismo en el mundo Hispánico. De ese protestantismo que acabo siendo, con el racionalismo, las verdaderas fuerzas ideológicas que fundamentaron y consolidaron la sociedad burguesa y liberal. La ÉTICA PROTESTANTE Y EL ESPIRITU DEL CAPITALISMO, como con tanto erudición y tan enorme acopio de ejemplos históricos lo demostró Max Weber, fue el fenómeno decisivo que posibilitó la configuración de la mentalidad que impulso el rápido desarrollo de ese nuevo orden de sociedad que hoy conocemos como la sociedad moderna y burguesa. Por el contrario la visón religiosa católica que defendió a capa y espada la monarquía española, fue la forma mediante la cual el mundo premoderno y feudal acogió para enclaustrarse de manera defensiva contra el avance tanto del protestantismo como de la filosofía racionalista y pragmática articuladas al nuevo orden social, político y cultural que de manera inexorable venía asociado al sistema que acabo instaurando el capitalismo Eurpeo.El nuevo sistema acabo desplazando a Dios y a la iglesia como fuentes de toda autoridad política y como fundamentos ordenadores del proyecto histórico de la humanidad. El colapso de la España imperial y católica estuvo siempre atravesado por la confusión y la contradicción que impuso ese desgarrador conflicto religioso, que en buena parte también traduce el conflicto entre la razón y la fe. España en vez de intentar modernizar el cristianismo lo que se propuso fue cristianizar la modernidad. Ese intento fallido, e históricamente imposible, determinó su rezago en alcanzar los perfiles de una sociedad moderna.

Entre nosotros, y muy especialmente en la “muy noble y muy leal” ciudad de Popayán, se repiten y escenifican muchos matices y muchos elementos de esa confusión y de ese conflicto, de manera más que evidente, cuando nuestra muy española ciudad afronta su opción de elegir entre la monarquía o la república.

La obra de un respetado y respetable pensador conservador, como lo fue don Sergio Arboleda en el siglo XIXi,reproduce de muchas formas la angustiosa significación que ese conflicto acarrea en las conciencia de muchos pensadores americanos. El payanes don Sergio Arbolada, bueno es recordarlo, escribió una obra: “la republica en la América española”, que constituye un alegato honesto y de enorme valor histórico, para entender esas muchas contradicciones y vacilaciones que afrontaron las elites esclavistas del Popayán de aquel entonces, en relación con las guerras de independencia y su pretensión de instaurar el sistema político republicano. El pensamiento político de don Sergio, pensamiento de un conservador decente, inteligente e ilustrado pone de presente, en especial para el analista contemporáneo, algo que hasta ahora no ha sido suficientemente esclarecido para el análisis histórico: que no es más que aquello de tratar de explicar ¿ cómo unas elites,esclavistas,latifundistas y de mentalidad predominantemente feudal y católica terminaron por acoger y, a veces con entusiasmo, unas formas políticas que ponían en entredicho y cuestionamiento su propio fundamento tanto social, como económico ¿.Aquí tenemos uno de los fenómenos sociológicos más sugerentes acerca del cambio histórico, un fenómeno que nos viene a mostrar que en ocasiones las ideas no corresponden a los intereses de las clases que las asumen. Quizá por eso nuestras republicas y sus maltrechas instituciones resultaron entidades artificiales, “republicas aéreas” como las nombro Bolívar. Democracias formales pero no reales. Expresiones de un fenómeno de simulacro histórico, que aún hoy día deja sentir su precariedad simuladora y falsificante.En estricto sentido esta cultura de la simulación sigue condicionando nuestro asimétrico y deformado rostro de democracia verdadera.

Todo lo anterior, por supuesto, es mucho lo que tiene que ver con la vacilante y fantasmal realidad e imagen de nuestra Popayán “esfumada”. Al menos en lo que podemos designar como el Popayán tradicional, son diversos los rasgos y elementos de orden cultural y religioso, que alimentados por una aún viva corriente de tradición influyen en los perfiles del presente. Se tiene la sensación de que nuestra ciudad aún no encuentra la forma de ser contemporánea del presente; o al menos, la forma en que lo vive parece esplendorosamente estúpida.