La bomba de las pensiones

MIGUEL CERÓN HURTADO

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Otra vez los neoliberales, encabezados por su flamante exponente Santiago Montenegro, están haciendo la misma alharaca de cada cierto tiempo, pidiendo que se modifique el sistema pensional, elevando la cotización y aumentando la edad de jubilación. Siempre secundados por los especuladores internacionales del dinero, a quienes les preocupa que el Estado destine “muchos” recursos para financiar los bienes públicos colocando en riesgo el servicio de la deuda, pero sobre todo y esta vez, con la intensión de mejorar las ventajas de los fondos privados que están preocupados porque últimamente la gente consciente, ya no está dejando engañar como en los años noventa y ahora están prefiriendo afiliarse a Colpensiones, lo cual atenta contra la estabilidad del negocio de los financistas.

Dicen que el sistema de pensiones va a explotar, porque el presupuesto nacional destina un porcentaje muy alto para pagar pensiones. Hoy la cifra supera los 20 billones, pero no dicen nada de que para pagarle a los especuladores del dinero se destinan más de 51 billones. Tratan de encontrar la causa del problema en los beneficios que reciben los usuarios, cuando la verdadera causa está en la privatización del servicio y la creación de los fondos privados de pensiones.

Cuando el bien público de las pensiones, que es una de las cosas más públicas entre todo lo público porque todos nos vamos a envejecer, era de manejo exclusivo del Estado, el servicio funcionaba sin mayores contratiempos: con las cotizaciones que pagaban los jóvenes se cubrían las pensiones de los viejos y cuando los jóvenes se hacían viejos y comenzaban a recibir pensión, había nuevos jóvenes que pagaban cotización mensual y así sucesivamente. Los faltantes que eran muy pocos los cubría el presupuesto, en época en que la estructura de financiamiento del Estado era diferente, incluyendo la posibilidad de emitir dinero cuando era necesario.

Pero con la privatización de las pensiones, los jóvenes fueron capturados con engaños por los fondos privados que durante 20 años estuvieron sólo recibiendo cotizaciones sin pagarle nada a nadie. Los viejos se los dejaron al Estado al que le tocaba solo pagar pensiones sin recibir algún ingreso por cotización. Claro, el golpe era para el presupuesto nacional. Ahora que ya se comenzaron a jubilar y se dieron cuenta de la tumbada de los fondos privados, la gente prefiere al Estado y ya los privados muestran tendencias decrecientes en la captación de afiliados con lo cual el futuro de dichas empresas está en riesgo causándole gran preocupación al capitalismo financiero.

Por supuesto, los neoliberales no quieren cambiar el esquema sino que insisten en mantenerlo; por ello proponen sacrificar aún más a los usuarios para salvar a los fondos, cuando la verdadera solución es la de acabar con la verdadera causa del problema. El cambio del sistema pensional en Colombia merece que se elimine la privatización y se retorne al monopolio de este bien público por parte del Estado, lo cual, aunque ya la estructura de financiación es diferente a la hace medio siglo, de todas manera es un alivio para el presupuesto nacional si se adopta un mecanismo por el cual el Estado recibe los dineros que pagan los jóvenes restándole presión al fisco y con ello acabando lo que ellos le han dado a llamar la bomba de las pensiones.