¿Fumar?

RUTH CEPEDA VARGAS
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Aunque muchos mortales hemos contado con la gran suerte de no haber probado, ni por equivocación, las “delicias” de fumar, vivimos rodeados de humo do quiera que vayamos. Este es un vicio que se maneja en sitios cerrados, pese a todas las prohibiciones, pero la gente insiste en querer “suicidarse en primavera” y apenas vislumbran la más pequeña oportunidad lo hacen con los resultados que todos conocemos. En el bus, en la calle, en la fiesta, este criminal nos envuelve en su peligrosa atmósfera.

Está demostrado que cualquier exposición involuntaria al humo del cigarrillo o del tabaco provocan cáncer de pulmón en personas que nunca habían fumado. Pero esto resbala sobre los incontables seres que diariamente se envenenan y clavan su ponzoña en las gentes que los rodean. Ellos, sumergidos en su vicio, no respetan ni lugares, ni edades. Los bebés aspiran ese vaho maléfico cuando los padres o sus amigos rodean la cuna sin dejar de fumar. Según un estudio del Ministerio de Salud en Colombia el l9 por ciento de los adolescentes entre 12 y l6 años han fumado alguna vez en la vida.

Las interminables “rumbas” de fin de semana en que la gente se apiña en locales totalmente cerrados y en donde el cigarrillo es el primer invitado, este humo envuelve a todos con sus lamentables consecuencias. Aunque hay personas que no fuman su ropa y su cuerpo se penetran de ese olor que lentamente dañan su salud y su mente. Pero esto no es lo malo del cuento. Lo doloroso de este suicidio es que cuando la víctima trata de dejarlo ya no sirve para nada alejarse. El mal ya está hecho.

Los pulmones se han convertido en dos negras estopas. Y cada minuto el fumador arrepentido, tardíamente, debe acudir al oxígeno y quedar esclavizado a éste por el resto de su vida. El turismo lentamente se va concientizando. El Vaticano prohibió desde hace algunos años consumir tabaco en las instalaciones abiertas al público. La nueva ley aprobada por el Papa Juan Pablo II permite que los no fumadores puedan pasear tranquilamente por los predios de San Pedro para admirar los incontables tesoros que allí se conservan. El distrito de Chiyoda en Tokio que acoge al Palacio Imperial se convirtió en la primera zona del Japón en prohibir el consumo del tabaco en las calles y sancionar con multas de hasta 20.000 yenes (160 dólares) a cualquier fumador que se encuentre en zonas de no fumadores o que tire al suelo su colilla.

El gobierno de México firmó hace algún tiempo un acuerdo con las compañías Philip Morris, tabacalera mexicana y Cigarrera La Moderna para quitar publicidad de cigarrillos en televisión, radio e internet a partir de Enero del 2003. Con estas medidas quieren tranquilizar su conciencia y disminuir a esos seres que sobreviven amarrados a un tanque de oxígeno. Ellos nunca podrán recuperarse.

El enfisema se instaló para siempre y jamás tendrán la alegría de poder respirar normalmente. Los vicios a veces son superiores a la voluntad humana y se van acomodando a la rutina de estas existencias que un día cualquiera, para su infortunio, los conocieron. Uno a veces se hace ilusión de que este suplicio está disminuyendo. Pero la realidad es otra. Ya la niñez ha penetrado en este trágico y doloroso laberinto. Toda medida que se tome es poca. De nada sirve tener amor y tener dinero si no hay salud. Son personas destinadas por ellas mismas a consumirse en una silla sin poder ser felices en sus días futuros. Las drogas, el alcohol, el cigarrillo le juegan una dolorosa pasada a este universo. Nuestra vida es corta para llenarla de humo y de angustias y contemplar inermes desde un tanque de oxígeno nuestra propia agonía.