Esconder a Uribe

HÉCTOR RIVEROS

@hectorriveross

Hace 8 años, por esta misma época, Juan Manuel Santos cambió radicalmente su estrategia de campaña para enfrentar a Antanas Mockus, con quien perdía en la intención de voto. JJ Rendón le recomendó concentrar su comunicación en la asociación con Álvaro Uribe. Llegaron a imitar su voz dada la limitación legal que tenía el Presidente para participar en política, aunque lo hacía en forma abierta. Hoy los estrategas le recomiendan a Iván Duque, el candidato del uribismo, esconder al ex presidente.

Duque está en la enorme paradoja, en la que han estado otros candidatos en otros lugares, de necesitar la asociación con un personaje para posicionarse y crecer, pero tener que negarla para ganar. Es el caso, por ejemplo, de la hija de Alberto Fujimori que ha competido dos veces por la Presidencia del Perú, llega a la segunda vuelta por ser Fujimori, pero pierde por lo mismo.

El propio candidato y sus seguidores se han visto en estos días en dificultades cuando les preguntan por Uribe. Duque no contestó la pregunta que le hizo Sergio Fajardo, quien le preguntó en que se diferenciaría del gobierno de Uribe. También evadió la respuesta a la pregunta de De la Calle sobre el estilo uribista expresado en la operación Orión en Medellín a comienzos del primer gobierno de Uribe. En ambos casos dijo que el Presidente sería él y que no es candidato porque Uribe haya dicho sino porque venció en un procedimiento que diseñó su Partido.

El Senador Jaime Amín repitió varias en un debate en el programa Semana en Vivo: “el candidato no es Uribe”, cuando la moderadora planteó la disyuntiva, a la que muchos creen que estaremos condenados en la segunda vuelta, entre antiuribismo o antipetrismo.

Hasta el 11 de Marzo, día de las elecciones de Congreso y de la consulta de la derecha en la que venció Duque, Álvaro Uribe estaba totalmente presente en la campaña de su candidato. Le cargaba el megáfono, estaba en la tarima, era su telonero para presentárselo a los muchos que no lo conocían. El candidato imitaba el acento paisa de Uribe y usaba expresiones similares a las del senador.

En las últimas semanas, Uribe ha hecho campaña aparte de Duque. Ya no está en todas las tarimas. En algunas como en Montería por razones obvias estaba, pero en la gran mayoría de eventos públicos de las últimas semanas Uribe ya no está al lado de Duque.

En la campaña publicitaria del Centro Democrático no aparece Uribe y, en cambio, se ha reforzado con la figura de Martha Lucía Ramírez, quien en las cuñas televisivas incluso habla más que el propio Duque. Ya no es el papá bravo el que valida al candidato, sino la mamá experimentada.

El hecho está derivado de la evidencia de que, también paradójicamente, durante los años del gobierno de Santos, la imagen de Uribe se deterioró en forma considerable y que, no solo por las actuaciones durante su gobierno sino por su actitud como opositor, hoy hay un sentimiento antiuribista creciente que sin duda es el principal obstáculo de Duque para ganar la elección presidencial.

Según la encuesta bimestral de Ivamer Gallup, la imagen favorable de Uribe pasó de casi el 80% en los tiempos en los que JJ le recomendaba a Santos aparecer como el más uribista de los uribistas a aproximadamente el 50% en las épocas en las que los estrategas le piden a Duque esconder a Uribe.

Es un fenómeno extraño porque el uribismo ha sido muy exitoso en derrotar a Santos ante la opinión. Logró imponer una lectura catastrófica del acuerdo para desmovilizar a las Farc y sin embargo su líder ha alcanzado recientemente niveles de favorabilidad negativa por primera vez en los últimos veinte años.

Duque, sin razón distinta a ser el de Uribe, ha tenido una imagen desfavorable más alta que la favorable y en la última medición mejoró la favorabilidad, pero mantiene un 37% de imagen desfavorable. Eso para un candidato joven, inteligente, conciliador, ajeno a cualquier escándalo solo se explica por su asociación con Uribe, que es precisamente lo que también lo tiene punteando en las encuestas.

Según las encuestas, Duque es el segundo candidato por el que la gente nunca votaría y claro seguramente no por él, que ha sido un senador juicioso, sino por uribista.

Mientras Duque esconde a Uribe los otros candidatos se lo enrostran. En los debates le preguntan por él y Vargas Lleras repite que no quiere la tercera reelección de Uribe.

“Será el títere de Uribe” y él dice que “Uribe no es un titiritero”. Por la personalización de la política colombiana, algunos no uribistas a los que les gusta Duque se esfuerzan por explicar que no será como Uribe y confían, a pesar de que representa al uribismo, de que haría un gobierno distinto al que haría Uribe, como si las propuestas no fueran de todo el Partido.

Si las encuestas acertaran, Duque ganaría la primera vuelta por uribista pero no ganaría en la primera vuelta por uribista y para ganar en la segunda vuelta estaría frente a otra paradoja aún mayor y es que tendría que explicarle a sus electores que necesita del santismo para superar el 50%. Vivir para ver.