SIGIFREDO TURGA ÁVILA
Últimamente han llamado la atención a muchos, igual que a mí, ciertas noticias sobre hechos evidentes de nuestra cotidianidad en tiempos angustiosos de pandemia.
Lo primero que quiero recordar es todavía reciente, cuando al confinarnos en cuarentena, el nuevo alcalde de Popayán Juan Carlos López Castrillón de regreso de un viaje que hizo al exterior en su calidad de Alcalde, nos asustó al llegar al Cauca contaminado con el Covid 19.
Otro hecho de Popayán resaltado en las noticias de estos días, es el de que el número de hospitalizados llegó prácticamente a saturar el total de camas existentes destinadas a la atención de todos los enfermos que requieran hospitalización por el Covid 19. Grave ¿verdad?
Una tercera noticia, esta sí gratamente fortalecedora del espíritu, se refirió a que en San Carlos de Guaroa, departamento del META, alguien denunció que una señora robó en un supermercado. Un patrullero de la policía al ubicarla en su casa, antes de arrestarla le preguntó:
Dígame señora, ¿qué fue lo que se robó? Ella llorando respondió: Sólo cinco huevos para alimentar a mis hijas y nietas.
El patrullero volvió a su patrulla para dirigirse al supermercado donde se ejecutó “el delito” y pagó de su bolsillo lo que había sustraído la señora, sumando también la compra de alimentos para una semana. Dirigiéndose nuevamente hasta donde la infractora, le entregó el mercado para que atendiese a sus hijas. La señora al ver al patrullero frente a su puerta, empezó a llorar y le dijo: Señor es demasiado lo que hace. El patrullero le respondió: «A veces, antes de aplicar la ley, debemos primero aplicar humanidad».
Agreguemos otras dos noticias muy gratas también, que tienen que ver con el científico caucano, médico Julio Cesar Klinger Hernández, de la Universidad del Cauca, quien es inmunólogo formado en EEUU y allí tuvo como uno de sus guías al jefe del grupo investigador de inmunología en la NASA, quien era experto en INTERFERÓN.
Ante la sorpresiva crisis presentada por el COVID 19 en la alcaldía de Popayán cuando llegó el señor Alcalde contaminado, uno de los médicos consultados fue el doctor Klinger. Dados sus conocimientos e investigaciones que desarrolló desde la Universidad del Cauca y sus éxitos demostrados previamente, no tuvo dudas para, de emergencia, suministrar INTERFERÓN a 11 personas sintomáticas de Covid 19 en dicha Alcaldía y a aquellos empleados asintomáticos, como también a los no contaminados para evitar el aumento del contagio y se superara la emergencia, como evidentemente ocurrió. Todo fue un éxito.
Posteriormente salieron noticias de radio y televisión refiriéndose a que el doctor Klinger se encontraba en el pueblo de Barbacoas del pacífico nariñense, donde nacieron sus padres, atendiendo la pandemia que estaba azotado a su inerme y marginada población. Con el Interferón logró que ya nadie más muriese.
Recordando aquellos tiempos de adolescencia, las jovencitas de mi edad, al hacer algún reproche a alguien por su falta de reconocimiento o solidaridad con ellas, tenían por costumbre preguntarle al reprochado: “Es tristeza o caridad o envidia lo que le da?”.
Esa pregunta hoy nos lleva a hacérsela al INVIMA, ¿Es por “tristeza o caridad o envidia” que esta institución del Estado le allanó las oficinas al científico Julio César Klinger Hernández, sustrayéndole todas las existencias del INTERFERÓN con el que nos venía solucionando a los Caucanos aquel problema de vida o muerte que, hasta ahora, el gobierno colombiano está absolutamente lejos de solucionar?
El santanderismo con que todo se resuelve en Colombia impide aplicar la inteligente y humanista ética del agente de policía. “Antes de aplicar la ley, debemos primero aplicar humanidad».