Entidades de salud

JESÚS ARCOS SOLANO

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Casi todas las personas vivientes de este País estamos afiliados a alguna EPS; y más aún, si es empleado público o pensionado. Voy a narrar un caso que me ocurrió, por los meses de Febrero y Marzo de 2006 (21 de Febrero a 03 de Marzo). Lo hago para motivar la parte final de mi escrito. Presento excusas a mis lectores, porque el suceso, no es de su incumbencia. Ojalá, a nadie le suceda mi calvario; que sirva de escarmiento. Estaba afiliado a una EPS; de cuyo nombre no quiero acordarme, ni tampoco de la jefe, que me dio la “bienvenida”, con un “Usted está fuera del sistema”. No tuvo ninguna consideración, a pesar del estado grave en que me encontraba. Carecía ella de sensibilidad humana y de los postulados de Hipócrates. Pero como estamos en época de paz, yo la perdono, aunque no olvido.

Me declaró fuera del sistema, porque cuando estaba sano, no acudía a la EPS; como quien dice, es obligatorio ir a mostrar la carota y quitarle el turno a un paciente que sí lo necesita. Me sometieron al Paseo de la Muerte; fui remitido en una ambulancia deteriorada con sonora sirena al Hospital “Susana López”, me practicaron algunos exámenes y fui enviado al Hospital “San José”, porque requería un Centro de 3er nivel. Como estaba fuera del sistema, y a pesar de estar “in articulo mortis”, me acordé, que en tiempo atrás había pagado varios meses y tenía el carné de afiliado de SALUD VIDA. Agradezco siempre a esta entidad. Se hizo válida la afiliación y dispusieron los médicos, por la gravedad del caso, viajar a Bogotá en buena ambulancia, con médico y paramédico, conectado a una pipeta de oxígeno. Llegué a la Clínica Cardiovascular, cuando era y con quien era. Los médicos, éstos sí, con pundonor profesional, se dedicaron a recuperarme, haciendo gala de su sapiencia. De martes a sábado que permanecí en la Clínica, me pusieron a salvo, sin cirugía. Dios siga iluminando a estos galenos. La enfermedad que padecía, era de esas que pocos nos salvamos; un aneurisma aórtico con 220 de presión. Gracias a Dios aquí estoy, con algunos achaques pero con actitud positiva y aprovechando mi nueva oportunidad de vida.

Superada la ingrata historia, y ya en Popayán, afiliado a SALUDCOOP, hoy CAFESALUD, quise evitar, que nuevamente me declaren fuera del sistema, y acudí presuroso en Enero de este año; ya no fui declarado ni insubsistente ni insuficiente; no perdí el año por faltas. En CAFESALUD me impresionó una moderna edificación, buena organización y buen servicio. Loable el cambio. Como necesitaba autorización para reclamar medicamentos, la obtuve sin demora. Fui al lugar de entrega, aquí fue Troya, Atravesar la Panamericana, era el viacrucis por sortear. Invoqué a Dios, para que de pronto, un atolondrado motociclista no me sacara de la geografía payanesa. Ya en el sitio encontré una larga cola serpeante, lugar estrecho para tanta gente; personas de 3ª edad, mujeres embarazadas y lactantes; hay una butaca desvencijada por el uso; quien se sienta, no se vuelve a para, si no logra la ayuda de los asistente. Después de larga espera, se llega a la casilla destinada; todos los medicamentos no se entregan; los restantes quedan y quedarán pendientes, preferible comprarlos por fuera, sin cola. Del lugar sale uno con estrés y hasta con escuatro.

Bueno, concluyo mi odisea, gracias a Dios y a su Santísima Madre que me tendieron su mano misericordiosa. Mil gracias a todos mis bienhechores por sus manifestaciones de solidaridad en tan penoso trance. Sincero reconocimiento nuevamente a los médicos del Hospital Susana y San José.