En ‘bici’ cuesta arriba

En tiempos de guerra, desde las montañas que abrazan a Toribío solo se escuchaban disparos. Ahora no suena la guerra, las mismas montañas son escenario de otras contiendas, en este caso, deportivas. Los ciclomontañistas van a su conquista. Dainer Medina las tiene a sus pies.

Por: Daniel Egas

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Especial para Comarca Digital y El Nuevo Liberal

Solo, pedaleando sin detenerse ni en la más empinada cuesta, le demuestra a todo un pueblo que a pesar de la guerra siempre hay esperanza, que no basta con llorar sino que hay que saber ganarle a las tristezas. Así va por las calles de Toribío, Cauca, el muchacho de motilado raro, Dainer Fernando Medina.

Desde que él llegó al mundo aquí hace 16 años, Toribío, el pequeño pueblecito intrincado en medio de la cordillera, ha sido testigo de algunos de los peores golpes que solo la guerra puede propiciar. Aquí, en esta tierra olvidada por los de corbata y gobernada por los de fusil, nació Dainer o ‘el Ardilla’, como le llaman los más amigos y los no tan amigos.

Y no es porque el hecho de no tener tocayos le obligue a buscar otro nombre, más bien se trata de un apodo ganado a pulso, —quizás, al pulso del peluquero autor del pintoresco peinado— cuestión que no le ha dejado exento de más de un jalón de orejas. En más de una ocasión intentaron persuadir al muchacho de ‘volarse’ la llamativa cresta rubia, “pero qué va, hay problemas más graves que un motilado”, respondía ante cualquier insinuación de tijeras. Además, ‘el Ardilla’ no es ardilla sin su cabellera.

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