¡El voto de opinión puede elegir!

Alvaro GRijalba G. WEBÁLVARO GRIJALBA GÓMEZ

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Los nuevos gobiernos que se instauren el primero de enero de 2016, tendrán que dar cumplimiento a los programas que los llevaron a ser ungidos por el voto popular, lidiar con las secuelas de la metamorfosis social, económica, política y administrativa que traerán al país los acuerdos que aún desconocemos todos colombianos, ya firmados por este Gobierno con las Farc en La Habana, y deberán prepararse consecuencialmente a enfrentar el posconflicto, para el cual nadie está apto económica y sicológicamente, pues tampoco sabemos cómo se va a surtir.

Los futurólogos políticos con sus cábalas, buscan predecir el triunfo de tal o cual candidato y su próximo desempeño como gobernante, de acuerdo al acompañamiento que hayan tenido en su campaña política.

Los unos avalados o apoyados por implícitas fuertes maquinarias o partidos tradicionales, que tendrían el llamado voto maquinaria, y otros estribados en alianzas programáticas con distintos sectores políticos y sociales afines o no, tratando de lograr consensos y captar el esquivo voto de opinión, entendiéndose por éste el que no está marcado con ismos o arropado por la prebenda.

Estas categorías tienen importancia, porque el voto maquinaria corresponde en gran parte a una señalada filiación o color político y se consigue mediante la utilización del poder que se sustenta en cualquiera de las tres ramas para persuadir al electorado a todo nivel, en áreas rurales, grandes y pequeños núcleos poblacionales, sectores y grupos sociales a favor de ciertos intereses y candidatos.

El voto de opinión, en cambio, es un voto limpio, que anda por allí suelto como consecuencia de la incredulidad, la desconfianza, la indecisión, la incertidumbre, el desencanto ciudadanos, que fluctúa hasta el último momento en la urna, allí, donde en ese instante muchos toman la decisión final, al que todos los candidatos y sus campañas, las unas y las otras, quieren acceder para lograr el triunfo, utilizando todos los medios posibles para atraerlo.

Por lo general este voto está ejercido por quienes no están comprometidos con un candidato por su color político, y se percibe más en las grandes ciudades por la diversidad de la composición social, económica y étnica de estas, donde existe mayor amplitud para elegir con libertad.

Este voto, es un voto ilustrado, se inclina más por las propuestas de cada partido o candidato de las cuales está bien informado porque su nivel académico y socioeconómico se lo permite, y también se mueve muchas veces por coyunturas emocionales de simpatía o afecto y rechazo frente a viejas y mal vistas prácticas como el nepotismo, por el desgaste y inoperatividad de la política tradicional incapaz de sacar adelante regiones sumidas en graves estados de postración y atraso.

El voto de opinión recoge el disenso y la irritación contra una clase política que quiere mantenerse en el poder para satisfacer los egocentrismos e intereses personales, que ha sido inferior a las responsabilidades, le ha mentido y le ha fallado constantemente al electorado y a la sociedad.

Se percibe que el sufragio en este proceso electoral, se va inclinando hacia ese voto de opinión que busca airear y sanear la política, que encaja más en la credibilidad de las propuestas salidas del aglutinamiento de movimientos, partidos y sectores sociales, para armar plataformas de gobierno que han ido generando credibilidad y calando en la opinión, que es lo más importante y seguramente los puede llevar al triunfo en un reñido debate como el actual.

Dentro de quince días estaremos caminando con nuestra libertad de conciencia a las urnas para elegir a los nuevos mandatarios que regirán los destinos del Cauca, Popayán y cuarenta y un municipios más, con la obligación de elegir a los más honestos, capaces y eficientes, que tengan amor y sentido de pertenencia por su departamento y sus municipios, y sobre todo, un absoluto respeto por el electorado, que es el mismo pueblo.

¡El voto de opinión puede elegir!