El uribismo avala los acuerdos de La Habana

La noticia pasó desapercibida. Quizás porque su propio protagonista no la hubiera confirmado y porque a los medios les suele ocurrir que los árboles no les dejan ver el bosque. Pero ocurrió: el Centro Democrático, después de una larga deliberación encontró aceptables los acuerdos a los que han llegado el Gobierno colombiano y la guerrilla de las Farc para poner fin al conflicto, pero se opone a que dos párrafos, de las más de doscientas páginas publicadas, se les apliquen a cien de los, qué se yo, casi 8000 miembros de las Farc.

El ex Presidente Uribe soltó la bomba a la salida de una especie de retiros espirituales de la dirigencia de su partido: “si el Gobierno y las Farc aceptan reabrir algunos capítulos como el tema de la impunidad, el tema de la elegibilidad política de los responsables de los delitos de lesa humanidad; nosotros estaríamos dispuestos a participar en esa conversación”. A contrario sensu, como nos enseñan a decir a los abogados, el resto de los puntos del acuerdo están dispuestos a aceptarlos.

El uribismo cuestionó el hecho mismo del diálogo: “no hay nada que hablar con terroristas”, pero ahora parecen aceptar que ya ocurrió y varios de ellos han dicho que la salida negociada para terminar el conflicto es aceptable.

Al uribismo le parecía inaceptable que se negociara con terroristas un plan de desarrollo rural integral. Al día siguiente de que se revelara el acuerdo sobre el punto 1 de la agenda, Uribe calificó de “inaceptable que el modelo del campo colombiano lo negocie el gobierno Santos con el narcoterrorismo”, y “rechazó” que, según él, se negociara la dignidad de las familias campesinas “con el terrorismo que ha secuestrado los niños”. Según la declaración de esta semana ya levantó esa objeción.

Cuando se divulgó el acuerdo del punto 2, sobre participación política, Uribe dijo que era inaceptable que se negociara “la institucionalidad democrática del país, el cartel de drogas, secuestro y asesinato más grande del mundo”. También le pareció “inaceptable” que “se negocie con los guerrilleros las normas que garantizarán el ejercicio de la oposición en el país”. El Centro Democrático, según reveló Uribe, ya está dispuesto a aceptar lo acordado en el punto dos.

También había calificado de “inaceptable” el acuerdo sobre cultivos ilícitos y había rechazado que se negociara con el cartel de droga más grande del mundo. La buena noticia es que, después de deliberar largamente, al Centro Democrático ya nada de eso le parece inaceptable y solo mantiene la objeción a la aplicación de dos puntos de los largos acuerdos a los jefes de la guerrilla. Uribe dijo que “estaría dispuesto a participar en esa conversación” si se aceptaba discutir esos dos puntos, es decir, que reconoce que todo lo demás era, no solo necesario, sino razonable.

Uribe y su Partido han cambiado de posición, quizás porque algunas de las propuestas que hizo durante este tiempo han sido incorporadas a los acuerdos como la de las zonas de concentración y la posibilidad de revisar sentencias como está en el capítulo de justicia. En ese punto el acuerdo incorporó una fórmula que el uribismo presentó al Congreso, aunque solo para los militares, para que hubiese la posibilidad de revisar las condenas ya proferidas.

El Centro Democrático que calificó como golpe de estado el mecanismo de refrendación y la forma como se convino que se incorporen los acuerdos al ordenamiento jurídico a través de un procedimiento especial, después de deliberar largamente, encontró que el mecanismo podría resultar aceptable.

Quedan dos temas, que en realidad es uno solo: la sanción a los delitos de lesa humanidad y la posibilidad de que quienes los cometieron puedan ser elegidos a cargos y corporaciones públicas.

La objeción de Uribe sin embargo no es general, se refiere solo a unos pocos miembros de la guerrilla: “que los guerrilleros rasos no vayan a la cárcel es aceptable, pero concederle esta indulgencia al cabecilla promueve nuevas violencias”, ha dicho.

Los términos del acuerdo en este punto no parece posible volver a negociarlos, pero quizás alguien le pueda explicar al ex Presidente Uribe que si bien no hay cárcel habrá restricción efectiva de la libertad y que si los eventuales destinatarios de los beneficios no cuentan toda la verdad, no reparan y no dan garantías de no repetición podrían someterse a una condena de 20 años de reclusión en una cárcel.

Pero bueno, para no caer en lo que cayeron todos, la noticia no es que Uribe mantiene la objeción en este punto, sino que retira las que tenía en los demás puntos, que todo eso que parecía inaceptable puede ser aceptable a condición de que se discuta el punto que aún rechaza.

Que Uribe encuentre aceptable más de 200 páginas de acuerdos, que no le parezca necesario rediscutir el mecanismo de refrendación como proponía Carlos Holmes Trujillo, uno de los líderes de su partido y esté dispuesto a aceptar que lo que se ha hecho no es un “golpe de estado” es una noticia grande, sin embargo a todo el mundo le pareció más interesante que mantuviera dos objeciones no que levantara las decenas que había hecho a lo largo del proceso.