El triste ocaso de un patriarca

ADOLFO LEON GÒMEZ GONZÁLEZ

El debate electoral que ya finaliza, da para salidas destempladas con la falta de credibilidad en los partidos, en las instituciones y en los personajes que lo protagonizan.

Debemos humanizar la sociedad como aporte a la problemática, teniendo los valores y el respeto como factores para el ejercicio de los derechos humanos. Practicar la verdad para que haya libre pensamiento. Tener solidaridad para la búsqueda de las soluciones a las angustias que aquejan a Popayán y a Colombia, aceptando si somos altos o de baja estatura, con cabeza grande y sin pelo o de cabeza pequeña pero frondosa, con ideas renovadoras ó en un rincón por razón de los años que nos condenan al olvido y descoordinación de ideas, descalificando a los jóvenes por pensar, ser irreverentes, sin genuflexiones y actuar sin la arrogancia de un liderazgo desdibujado por el tiempo.

Hay que aceptarlo, las cosas cambian; a todos nos pasa el momento, y no podemos caer en la grosería y el ridículo imponiendo criterios para que los demás hagan lo que queremos, dejando salir a flote el egoísmo soñador de creer que se puede seguir ejerciendo un caduco poder.

¿Cuando será que vamos a tener una independencia política para decidir?

Hablamos de pluralismo, pero pongámoslo en práctica para una nueva sociedad, desarrollando valores en lo personal y en lo político. Necesitamos políticos y personas de gobierno que practiquen la concordia, el bien común, sin agravios ni odios, dando oportunidades y aprendiendo a retirarse a tiempo, sin resentimientos ni venganzas.

En su agonía política, llaman la atención las expresiones desobligantes de un patriarca ex-Senador que gozó de la confianza y el respeto de los caucanos, pero que, como nadie es eterno, hoy lleno de resentimientos ofende a quienes fueron sus aliados, calificando que la candidata Jimena Velasco tiene como común denominador los odios, o sería que quiso decir que tiene son oídos para escuchar las angustias de quienes se le acercan. Si eso fuera así, ¿cómo hace ella para convocar gentes a su alrededor?; ¿será por repulsión y antipatía?. ¿Será que se va con insultos y por eso la siguen? El odio es opuesto al amor y va dirigido hacia alguien que es importante; por ello el personaje de ayer odia a la candidata a la Alcaldía de Popayán que figura en los primeros lugares de preferencia con intención de voto.

Y como si fuera poco, agrede verbalmente a quien nos da la vida, encarna ternura y amor, la MUJER, quizás por desequilibrio emocional ante los desaciertos electorales, atentando contra su dignidad, con el ánimo de mantener votos que cree siguen siendo cautivos. Es inadmisible que se descalifique con denuestos lo que llevamos con orgullo de mayores y progenitores, como lo son los apellidos. Que tal si nos pusiéramos a investigar sobre los orígenes de otros, ¿no sería que nos llevaríamos una desilusión?. Dejémoslo de ese tamaño.

Los halagos para los mercaderes de la política cuando las cosas parecían ir bien y se caminaba tras el éxito electoral, se tornaron en epítetos ofensivos contra la excandidata Milena Cabezas al decir que “el acompañamiento de Jimena no le va a mejorar su cabeza”, como que tampoco “Milena no piensa con la cabeza al irse a fortalecer el odio de Jimena”, que en términos claros es como si Milena Cabezas no tuviera como cabeza sino su apellido.

El próximo domingo quedará saldado este capítulo en nuestra parroquia.