¡El Santo Ecce Homo, Patrono de Popayán

ÁLVARO ORLANDO GRIJALBA GÓMEZ

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El Primero de Mayo, día mundial del Trabajo es, sin lugar a duda alguna, la fecha más importante del calendario religioso de nuestra amada Ciudad de Popayán, cuya religiosidad se desborda al máximo convocada por la milagrosa y sagrada Imagen de Santo Ecce Homo de Belén, manifestándose en la multitudinaria asistencia de miles de devotas y devotos que asisten a su tradicional festividad cada año.

El pueblo payanés y caucano se reúne alrededor de la hermosa e incomparable imagen que representa a Jesucristo sentado y maniatado, coronado de espinas con una caña como cetro y capa púrpura, de mirada serena que infunde confianza y espontáneo fervor, que obliga a hincarse de rodillas o inclinar la cabeza y luego levantarla para con fe, fervor y devoción pedirle y suplicarle sus favores.

“Detén ¡Oh Dios benigno! tu azote poderoso y calma bondadoso tu justa indignación, perdona y olvida que te hemos ofendido y que hemos afligido tu amante corazón.”

“Acuérdate, que siempre que te hemos invocado benigna se ha mostrado tu soberana faz. No nos niegues ahora tu gracia y tus favores, suspende tus rigores concédenos la paz.”

“Acuérdate que un tiempo ¡Señor Omnipotente! Nuestra plegaria ardiente tu compasión movió. Acuérdate que entonces tu diestra poderosa tendiste, y la espantosa borrasca se calmó.”

El fervor y la fe por ésta centenaria y veneradísima Imagen, cuya anatomía y perfección de sus incomparables perfiles la hacen única, data desde el 4 de abril de 1714 cuando por medio auto proveído por el Ilustrísimo Señor Doctor Juan Gómez de Frías, Obispo que fue de esta Ciudad, se colocó en la Capilla de Nuestra Señora de Belén, construida a expensas de don Francisco Beltrán de la Torre, la milagrosa Imagen del Santo Ecce Homo.

La efigie fue traída en bruto desde la ciudad de Pasto por don Juan de Velasco y cedida para el culto público, después de mantenerla en su oratorio privado por treinta y tres años,  doña Jerónima Velasco y Noguera, viuda del Capitán Don José de Morales y Fábrega, que fue quien encarnó a su costo esta bellísima talla, de cuyo escultor su nombre es un total misterio.

Dos procesiones multitudinarias enmarcan la Fiesta del Santo Ecce Homo de Belén en Popayán. La  de la bajada del Amo, que sale del Santuario de Belén hasta la Iglesia de San Francisco, desfile procesional nocturno en el que alumbran solo las damas, acompañando la imagen del Santo Patrono de la Ciudad, en medio de bandas musicales y sahumadoras; y la procesión de la subida el Primero de Mayo, en la que alumbran los hombres para regresarlo a su Santuario de Belén, en medio de la expresión más grande de fe de un pueblo que ama y venera sin medida a su “Amito de Belén”.

Son más de cincuenta mil fieles devotos, de todas las clases sociales, que portando sus cirios y hachones encendidos de  fe, conservan una tradición centenaria heredada de generación en generación, que cada año crece más y más, desbordada a tal  punto, que ya es imposible controlar el orden de la procesión por la multitud, que está formando la costumbre de desfilar en bloques y no en las tradicionales filas de alumbrantes.

La Imagen venerada del Santo Ecce Homo, después de solemne misa celebrada por el Excelentísimo Señor Arzobispo de la Ciudad, sale en sus relucientes andas de plata tallada martillada, obra del gran Maestro Luis Carlos Valencia Guevara, de inolvidable recordación, en medio de una muchedumbre de fieles, que se ha convertido en uno de los fenómenos religiosos de masas más importantes del mundo.

La música de bandas, chirimías típicas acompañan el desfile procesional hasta la bella colina de Belén, de veintiocho metros de altura, y mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, para regresar a su nicho la milagrosa imagen desde donde nuestro Santo Ecce Homo cuida y bendice su amada Ciudad de Popayán

“¿Si tú nos abandonas, en quién esperaremos, a quién acudiremos y quién nos salvará?”.

¡Feliz Día del Santo Ecce Homo y del Trabajo!