El primer aplazamiento

MIGUEL CERÓN HURTADO

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Veinte días para dejar las armas y dos meses para levantar las zonas veredales, es la decisión que tomaron conjuntamente el gobierno, la ONU y las Farc, por motivo de que el tiempo previsto no les alcanzó para cumplir lo acordado en el extenso documento de 300 páginas firmado a finales del año pasado.

No nos sorprende y por el contrario, estaba previsto. Es una crónica anunciada, como se anotó en esta columna al comienzo del año. En ese comentario se expuso que tres motivos causarán el fracaso del acuerdo de paz: el centralismo bogotano con la ineptitud de los funcionarios, la entrega del proceso a los políticos tradicionales y la ausencia de una organización social adecuada en las bases territoriales. Los tres fenómenos persisten y seguirán existiendo. El nefasto gobierno de Santos, que solo tiene de meritorio el haber adoptado un mecanismo acorde con la dignidad humana para la solución del conflicto sociopolítico como es la salida negociada, ahora también se la está tirando como se ha tirado las políticas macroeconómicas y todas las demás sectoriales y territoriales.

El fracaso comienza así; aplazando fechas por el incumplimiento de las acciones necesarias para lograr las metas, lo cual no tienen causa diferente que la ineptitud de las elites de poder en Bogotá, quienes, por supuesto, buscan disculpas para desviar la verdadera causa, como el invierno, la infraestructura, la logística, etc., factores que tienen la misma génesis acumulada. Luego vendrá incumplimiento de las obligaciones pactadas con los exguerrilleros y después, lo más grave, los obstáculos en la construcción del futuro de convivencia en el marco de la democracia participativa y la cultura de paz. Lo que se está observando es que desde el nivel central se está entregando los recursos, que supuestamente son para cubrir los costos del acuerdo, a los políticos tradicionales para que estos los usen consiguiendo votos para las elecciones del próximo año.

Claro, lo más preocupante es que suplir el centralismo bogotano es muy difícil; pues si en la capital llueve, en los territorios no escampa. La ineptitud y la corrupción en las administraciones municipales es tema cotidiano en los noticieros, ahora con la moda que se está generalizando, de realizar procesos de revocatoria de mandatos cuando el descontento aflora en la opinión pública. Así, solo quedaría la alternativa de encontrar una salida desde las bases sociales, como está gestándose en Buenaventura y el Chocó, pero que requiere del liderazgo social adecuado e idóneo para canalizar la energía social por sendas apropiadas a los fines del acuerdo y que arrastre la consolidación de una nueva organización social que resista los embates de la politiquería tradicional y permita el fortalecimiento de la democracia real. De modo que la noticia de esta semana es solo el comienzo por lo cual no es procedente pensar en que habrá solo este aplazamiento sino que vendrán muchos más y que el de ahora es solo el primer aplazamiento.