El abuso del vocablo posconflicto

guillermo alberto gonzalez.jpg webGUILLERMO ALBERTO GONZALEZ MOSQUERA

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En los últimos meses la palabra más frecuente en el lenguaje político es esta que aún nadie acaba de entender. La traen los editorialistas y comentaristas de la prensa nacional. La usan sin pudor el gobierno y la guerrilla, sin que el resto de los mortales sepamos sobre su verdadero alcance. Más aún, de los aviones se bajan diariamente los eternos burócratas de la capital que llegan a un Departamento que vive con intensidad el conflicto, para hablar de un tema que nos parece prematuro, sobre todo aquí en donde primero se debe conocer la verdad y dar confianza a unas gentes atemorizadas e irredentas, a las que primero se debe solucionar su drama cotidiano.

No es que no se deba prevenir, ni que los acontecimientos nos sorprendan sin estar preparados. Pero todo debe tener su orden y su tiempo. De otra manera, vamos a tener agravadas las cosas y no podremos afrontarlas en forma debida, sencillamente porque los problemas se habrán crecido desmesuradamente a tal punto que allí si no sabremos qué hacer.

En esta semana, los subversivos mataron a tres policías en forma aleve y cobarde en las afueras de Timbío, a diez minutos apenas de Popayán. En el norte del Cauca, se activaron explosivos con daños a la infraestructura y perjuicios a la comunidad. Se ha denunciado un aumento en la extorsión y se amenaza a quienes no se plieguen a los oscuros intereses de los alzados en armas. El asesinato del Comandante de la Policía en Ipiales –un uniformado de alta graduación- de un patrullero y un civil, demuestra que estamos lejos de vislumbrar verdaderas intenciones de paz por parte de las Farc. No menos grave es el derramamiento de crudo en el Putumayo, cuyas consecuencias tardarán no menos de diez años en repararse. Fueron 23 camiones a quienes se obligó a abrir la llaves de los carrotanques con mares de combustible sobre quebradas, lagunas y fuentes de agua. Me pregunto ¿cómo podrán sobrevivir miles de familias que pescan en esas regiones y que ven sus cultivos de pancoger destrozados como consecuencia de estos actos demenciales?

Y seguimos hablando de posconflicto como si la firma de un acuerdo con las Farc estuviera a la vuelta de la esquina. El Cauca es sin lugar a dudas el Departamento más fuertemente afectado por la violencia armada. Y por lo mismo, donde más desconfianza se tiene en una pronta terminación del conflicto. Las noticias que nos llegan de fuentes bien informadas dan cuenta de la creciente actividad del narcotráfico, especialmente en la Costa Pacífica, en Argelia, en la zona alta de Patía, en el Macizo y en los municipios de Corinto, Toribío y Caloto. La propia capital del Cauca, es un lugar de activo comercio de actividades ilegales que constituyen el fuerte de los depósitos bancarios. Creo que como nunca, la congestión que se advierte en las entidades bancarias, tiene su origen en las miles de personas que están involucradas en la ilegalidad. Y ni hablemos de la minería ilegal que está dominando nuestras principales cuencas y en la que también está comprometida la guerrilla.

Preguntamos sin pecar de cándidos ¿sin solucionar estos problemas podemos seguir hablando de posconflicto, si el negocio seguramente seguirá vivo?